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Ateísmo causó las más grandes crueldades en era moderna, según el Papa

En nueva encíclica «Spe Salvi», jefe de la Iglesia Católica asegura que la imagen del Juicio Final «no es terrorífica, sino de esperanza, una imagen que exige responsabilidad".


El Papa, en su nueva encíclica «Spe Salvi», critica duramente el ateísmo, que se funda «en una falsedad intrínseca» y ha originado las «más grandes crueldades y violaciones de la justicia» de la era moderna.



El texto recoge un detallado análisis de esa corriente de pensamiento que niega la existencia de Dios y que surge en los siglos XIX y XX -según afirma Benedicto XVI- como un «moralismo, una protesta contra la injusticia del mundo y de la historia universal».



«Un mundo en el que hay tanta injusticia, tanto sufrimiento de los inocentes y tanto cinismo de poder no puede ser obra de un Dios bueno, ya que el Dios que tuviera la responsabilidad de un mundo así no sería un Dios justo y, aún menos, bueno», escribe el Papa resaltando algunos de los argumentos del ateísmo.



Así, «visto que no hay un Dios que crea justicia -continúa-, parece que ahora es el hombre quien está llamado a establecerla».



Enfrentado a tal supuesto, el Papa teólogo defiende que si bien es comprensible la protesta contra Dios por el sufrimiento en el mundo, «la pretensión de que la humanidad pueda y deba hacer lo mismo que ningún Dios hace ni es capaz de hacer es presuntuosa e intrínsecamente falsa».



Al abordar la revolución marxista, afirma que el error fundamental de Carlos Marx fue el materialismo, que le hizo olvidar al hombre y su libertad y creer que una vez solucionada la economía, «todo quedaría arreglado».



Un mundo que se cree capaz de establecer la justicia absoluta por sí mismo -afirma- «es un mundo sin esperanza» y «nadie ni nada garantiza que el cinismo del poder, bajo cualquier seductor revestimiento ideológico que se presente, no siga manipulando» la realidad.



«Dios existe y sabe crear la justicia de un modo que nosotros no somos capaces de concebir… Sí, existe la resurrección de la carne, existe una justicia, existe la revocación del sufrimiento pasado. Por eso la fe en el Juicio Final es ante todo y sobre todo esperanza, esa esperanza cuya necesidad se ha hecho evidente precisamente en las convulsiones de los últimos siglos».



Para el papa, la imagen del Juicio Final «no es terrorífica, sino de esperanza, una imagen que exige responsabilidad». Es el encuentro con Cristo, «ante cuya mirada toda falsedad se deshace».



Benedicto XVI propugna en esta última encíclica que Dios es justicia y crea justicia y que ese es el consuelo y la esperanza de los hombres. También que la gracia no excluye la justicia y no convierte la justicia en derecho.



EFE

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