Publicidad

Argentina: Cristina Fernández asume mandato y promete profundizar cambios

Primera presidenta trasandina elegida por voto popular dedicó gran parte de su discurso de investidura a elogiar a su marido, Néstor Kirchner. Sin embargo, también aludió al conflicto con Uruguay y la demanda de soberanía por las Malvinas.


Cristina Fernández asumió el lunes la presidencia de Argentina con promesas de «profundizar el cambio» iniciado por su esposo, Néstor Kirchner, reproches a Uruguay por el conflicto bilateral por una papelera y un fuerte reclamo al Reino Unido para que negocie la soberanía de las islas Malvinas.



Con un vestido de color crema, una chaqueta a tono y el cabello suelto, Fernández fue recibida con una lluvia de papeles y una estruendosa ovación al ingresar en la sede del Parlamento, en presencia de nueve presidentes latinoamericanos y del Príncipe de Asturias.



Tras dos minutos de aplausos, la hasta el lunes primera dama juró su cargo y hasta tuvo tiempo de corregir un detalle del protocolo -rectificó el momento de su firma del acta de posesión- antes de recibir la banda y el bastón presidencial de manos de su esposo, con quien se fundió luego en un abrazo.



Su discurso, de unos 45 minutos, tuvo el momento de mayor tensión cuando, después de agradecer la presencia del presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, endosó a Uruguay el origen del conflicto por la instalación en ese país de una papelera de la finlandesa Botnia a orillas del fronterizo río Uruguay.



«Quiero decirle que no tendrá en mí ni un solo gesto que profundice nuestras diferencias», destacó Fernández dirigiendo su mirada al sitio en que se encontraba Vázquez.



«Pero también que esta situación que hoy atravesamos no es imputable a Argentina, porque lo cierto es que nos hemos presentado ante la Corte de Justicia La Haya porque Uruguay ha violado el Tratado del Río Uruguay al instalar la papelera sin el consentimiento de nuestro país», apuntó con gesto serio.



También elevó su tono al reafirmar el reclamo «irrenunciable e indeclinable» de su país por la soberanía de las islas Malvinas, después de lo cual pidió al Reino Unido, al que llamó «país ocupante», que acepte renegociar la soberanía del archipiélago que fue motivo de una guerra en 1982.



«Hay una situación de enclave colonial aquí, denunciada ante las Naciones Unidas, y es hora de volver a cumplir el mandato de esas mismas Naciones Unidas, de la que todos formamos parte», señaló.



La primera presidenta argentina elegida por el voto popular elogió la firma, este domingo en Buenos Aires, del acta fundacional del Banco del Sur, entidad que apunta a dar financiación al desarrollo regional y a la que han adherido hasta el momento Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela, Paraguay, Ecuador y Uruguay.



Alabanzas a Kirchner



Fernández, de 54 años, dedicó buena parte de su discurso a elogiar la gestión de Néstor Kirchner, quien a su juicio «pudo revertir la frustración, el fracaso y la sensación de que no se podía» cuando asumió el gobierno, en mayo de 2003, después de una grave crisis económica.



En ese sentido, enumeró los avances en la lucha contra la pobreza y la indigencia, el pago anticipado de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la renegociación de bonos en cese de pagos en manos de acreedores privados.



Elogió asimismo la política de derechos humanos al destacar que la administración de Kirchner ha «derribado el muro de la impunidad», al tiempo que deseó que en los próximos cuatro años concluyan los juicios a los represores de la dictadura militar (1976-1983).



«Se lo debemos a las madres, a las abuelas, a los sobrevivientes y a las Fuerzas Armadas, para que de una vez por todas se pueda separar la paja del trigo para así volver a mirarnos a la cara todos los argentinos», afirmó.



Consideró «imprescindible» recuperar la seguridad, sostuvo que impulsará una reforma del Poder Judicial y dijo que profundizará el rol del Congreso «para discutir sin agravios, con propuestas y memoria histórica».



«Quiero que Dios me ilumine para que me equivoque lo menos posible, para que me ayude a escuchar y también a decidir», concluyó la presidenta, que se emocionó al recordar a las madres y abuelas de Plaza de Mayo y a Evita.



Marchas y enfrentamientos peronistas



En tanto, una marcha peronista y fotografías de Eva Duarte de Perón y Ernesto «Che» Guevara recibieron en la Casa Rosada a la nueva presidenta de Argentina, que se dio un baño de multitudes ante «convencidos» de participar en la fiesta y «presionados» por no perder su subsidio de desempleo.



Con la Avenida de Mayo, las calles Rivadavia y Bartolomé Mitre y las Diagonales Norte y Sur cortadas, la multitud se distribuyó a ambos lados de las vallas que marcaron el recorrido que siguió «Cristina», tras jurar su cargo en el Parlamento, mientras cientos de policías se mantuvieron alertas por cualquier eventualidad.



Un escenario y una pantalla en la que se retransmitió en directo desde la jura de la nueva presidenta hasta el último de sus pasos dominaron la fachada de la sede del Gobierno.



Banderas nacionales se entremezclaron con las de los pueblos aborígenes, las de las comunidades boliviana y peruana y las de los sindicatos argentinos.



A los carteles celestes y blancos (colores de la bandera nacional) en los que se leía «Cristina presidente» se sumaron llamados de atención a la nueva jefa de Estado sobre las asignaturas que Kirchner dejó pendientes. Entre ellas, el conflicto con Uruguay, la soberanía de las islas Malvinas y el cuestionado ente estatal que mide la inflación.



Los cientos de asistentes, procedentes de todas las provincias del país, lucharon contra el sol envolviéndose en las banderas y bebiendo las botellas de agua que repartió el ayuntamiento de la ciudad. Los congregados: mayores y niños, en su gran mayoría de condición humilde. Algunos muy convencidos de su elección y presencia; otros, montados casi por obligación en autobuses para no perder su subsidio de desempleo.



En contraste con estos, los invitados ilustres y famosos, que aguardaron en una ordenada fila india su entrada en la sede de Gobierno por la puerta trasera, cubierta de pétalos de rosa.



La nota discordante la dieron manifestantes de dos facciones del gobernante Partido Justicialista, que, ante la pasividad policial, se enfrentaron con palos y el aparente objetivo de estar más cerca de la sede del Ejecutivo.

Publicidad

Tendencias