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McCain parece sentir ya a Obama como «su» oponente en noviembre

Por eso, sobre Obama, si bien asegura que «le respeto a él y a la campaña que está haciendo», no duda en exigirle que sea más «preciso» en sus planteamientos.


Las ocho victorias consecutivas de Barack Obama en las últimas primarias no lo han confirmado como el candidato demócrata en noviembre pero la campaña, aún sin motivo real, está entrando en una dinámica de confrontación Obama-McCain.



Obama, por supuesto, no se olvida de Hillary Clinton, que lucha por todos los medios -y aún con posibilidades reales de hacerlo- por la candidatura, pero su posición actual de «favorito» le hace ya centro de atención de los comentarios del republicano John McCain.



McCain, que saca una ventaja a su contrincante el ex-Gobernador de Arkansas Mike Huckabee de 600 delegados, no ha conseguido aún los 1.191 delegados que se necesitan para ganar, pero está ya en una situación en la que, ni aunque su contrincante ganara todas las contiendas que quedan hasta el final de las Primarias, conseguiría arrebatarle el puesto.



Además, todos empiezan ya a cerrar filas -los más conservadores muy a regañadientes- a su alrededor y el apoyo que hoy le hizo público Mitt Romney, el ex-Gobernador de Massachusetts y hasta hace una semana su mayor competidor, son clara muestra de ello.



Romney acumuló 280 delegados durante las elecciones primarias de los últimos meses y es de esperar que, tras su apoyo a McCain, estos delegados se alineen con él.



Técnicamente es, por tanto, «el» candidato in péctore, pero en la realidad, será el republicano que disputará la Casa Blanca a Obama o a Hillary en noviembre de este año. Los números cantan y, de eso, no hay duda.



Por eso y por su actual posición de liderazgo en las filas demócratas, Obama empieza a recibir y a cargar munición no sólo con su más directa contrincante, Hillary, sino también contra el objetivo final de cualquiera de los aspirantes demócratas: McCain.



Y la estrella ascendente que Obama ha demostrado en las últimas jornadas ha hecho que McCain empiece a concentrar sus comentarios en el senador afroamericano y en lo que considera sus «imprecisiones».



Para McCain, los demócratas en general no hacen más que decir «perogrulladas» en cuanto a la guerra de Irak. Se refiere a sus planteamientos de retirada y de que «nunca se conseguirá una victoria militar». El no contempla la retirada y no quiere un final antes de que el éxito sea evidente.



Por eso, sobre Obama, si bien asegura que «le respeto a él y a la campaña que está haciendo», no duda en exigirle que sea más «preciso» en sus planteamientos.



«Ya está llegando la hora de tener precisiones», aseguró McCain en un ataque a Obama que, curiosamente, está muy cerca de los últimos comentarios realizados por Hillary sobre el senador de Illinois.



«Yo estoy en el negocio de las soluciones. Mi oponente está en el de las promesas», asegura ahora Hillary quien lucha denodadamente por hacerse con los votos en Ohio y Texas, los dos estados claves en los que los demócratas se juegan el futuro, y más tarde en Pensilvania.



Todos los analistas electorales de EE.UU. coinciden en que Hillary necesita ganar arrolladoramente en estos dos estados en los que se votará el 4 de marzo para mantener su campaña a flote. Si no lo consigue, aseguran, «está acabada».



De momento, las encuestas distribuidas este jueves por su propia campaña no se refieren a Texas le otorgan una amplia ventaja sobre Obama en Ohio 55 a 34 y en Pensilvania, 52 a 36, el otro gran estado que queda por votar y que no lo hará hasta abril.



Mientras tanto, Obama contesta a McCain vagamente diciendo que los comentarios que le dedica a él demuestran que «él sabe quien va a ser su oponente y yo realmente ansío tener un gran debate sobre cuestiones concretas con él».



Al mismo tiempo, Obama en todos sus discursos insiste en que «George W. Bush no estará en las papeletas este noviembre, pero sus recortes de impuestos y sus políticas económicas sí», en un intento de alinear a McCain con el desprestigiado inquilino de la Casa Blanca, cuya popularidad no supera el 30 por ciento.



EFE

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