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Rusia no reconocerá secesión de Kosovo y augura ola separatista en Europa

«El reconocimiento de la independencia de Kosovo sería ilegal e inmoral», aseguró Putin, que advirtió que el reconocimiento del nuevo estado traerá consigo el retorno de la inestabilidad a los Balcanes.


Rusia no ha dudado en abrir un nuevo frente de disensión con Occidente para defender a capa y espada la integridad territorial de Serbia y oponerse a la independencia unilateral de Kosovo.



El presidente ruso, Vladímir Putin, reafirmó a finales de enero en el Kremlin a su homólogo serbio, Boris Tadic, la «categórica» oposición rusa a la secesión de esa región de mayoría albanesa.



«El reconocimiento de la independencia de Kosovo sería ilegal e inmoral», aseguró Putin, que advirtió que el reconocimiento del nuevo estado traerá consigo el retorno de la inestabilidad a los Balcanes.



Putin insistió en la vigencia de la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU, que reconoce a Kosovo como parte integrante de Serbia y también contempla el retorno de la minoría serbia a sus hogares.



«Nos dicen que Kosovo es un caso especial. Es todo mentira, no es ningún caso especial y todos lo entienden perfectamente», señaló.



Rusia ha declarado que nunca reconocerá la independencia kosovar sin el beneplácito de Belgrado, lo que acentuará su actual enfrentamiento con Occidente en temas de seguridad y solución de conflictos.



De hecho, el Kremlin siempre se ha pronunciado en contra de la autodeterminación de Kosovo, incluso en tiempos de Borís Yeltsin a finales del siglo XX, cuando el Kremlin aún no se había recuperado de la caída de la URSS.



Yeltsin calificó el bombardeo de Serbia en 1999 de «retorno a la Edad de Piedra» y desde entonces la postura oficial rusa no ha hecho más que endurecerse.



Una vez recuperada la autoestima por el renacimiento económico, Moscú se presenta ahora como el abanderado del Derecho Internacional, la inviolabilidad de las fronteras de los estados y la lucha contra los separatismos.



En opinión de Moscú, Occidente defiende esos principios en unas regiones y los ignora completamente en otras, dependiendo de sus intereses políticos y económicos.



Caja de Pandora



Rusia mantiene que la independencia de Kosovo abrirá la «caja de Pandora» de las aspiraciones independentistas de muchas otras regiones, tanto en el patio trasero de Rusia (Abjasia, Osetia del Sur, Nagorno Karabaj y Cisdniéster), como en España, Francia o Italia.



«Es la primera vez que se aborda la salida de una región del seno de un Estado soberano. Kosovo será un precedente para casi 200 regiones y estados del mundo», advirtió Serguéi Lavrov, ministro ruso de Exteriores.



Por ello, siempre ha abogado por la reanudación de las negociaciones entre Belgrado y Prístina, aún cuando las consultas entre ambas partes no eran más que un diálogo de sordos.



Rusia y Serbia llegaron hablar incluso de una «hoja de ruta» alternativa a las iniciativas occidentales y coincidieron a la hora de proponer a Kosovo una autonomía especial similar a la que existe en Hong Kong.



Llegado el momento, Rusia enarboló su derecho al veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para frustrar los planes de Estados Unidos y las cancillerías europeas de debatir el plan Ahtisaari de independencia tutelada para Kosovo.



Para ello, forjó una frente común con China, otra potencia con derecho de veto también muy interesada en la lucha contra los movimientos independentistas.



Ambos países han suscrito un acuerdo tácito de cooperación en la ONU para abortar cualquier intento de interferencia en relación a la república norcaucásica rusa de Chechenia y las regiones chinas de Xinjiang y Tíbet.



Ante la posibilidad cierta de que rusos y chinos recurrieran al veto, Occidente se vio obligado a retirar el asunto de Kosovo del orden del día del Consejo de Seguridad.



Cuando la independencia de Kosovo ya parecía irreversible, Rusia denunció que el envío de una misión de la Unión Europea a esa región serbia de mayoría albanesa carecía de «base legal».



En señal de agradecimiento por su apoyo incondicional en Kosovo, Tadic aceptó sellar con Putin una alianza energética válida por 30 años, que refuerza las posiciones rusas en los Balcanes.



La Iglesia Ortodoxa y muchos políticos rusos consideran a los serbios sus «hermanos eslavos», por lo que la percepción social de la independencia de la musulmana Kosovo es muy negativa.



En todo caso, Rusia no tomará medidas de represalia, según se desprende de las afirmaciones de Lavrov, quien aseguró que el Kremlin no se plantea el reconocimiento de las independencias de las regiones georgianas de Abjasia y Osetia del Sur.



«Rusia no tiene en su repertorio político ningún tipo de medidas para castigar a nadie», señaló Lavrov tras reunirse esta semana con la Troika en Eslovenia.



EFE


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