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Fujimori y Montesinos cara a cara ocho años después de su caída

Pese a su aparente ruptura, el vínculo no desapareció, ya que Fujimori entregó a su principal asesor, en el momento de su huida, 15 millones de dólares en «compensación por tiempo de servicios».


Ocho años después del fin de su Gobierno, Alberto Fujimori y quien fuera su mano derecha, Vladimiro Montesinos, se reencontrarán este lunes en el juicio que se sigue al ex gobernante.



La última vez que se vieron fue en 2000, antes de la fuga de Montesinos a Panamá y de Fujimori a Japón, donde el ex mandatario dimitió y se refugió hasta 2005, cuando llegó a Chile y fue detenido.



El motivo de sus respectivas huidas fue el conocimiento público de una gran trama de corrupción que orquestó Montesinos con el supuesto beneplácito del entonces jefe de Estado.



El ex asesor de inteligencia será trasladado mañana desde la Base Naval del Callao, donde cumple una condena a 20 años, hasta la sede policial en la que Fujimori es procesado por violación a los derechos humanos.



Aunque existe la posibilidad de que se acoja al derecho de guardar silencio o que se haya pactado una declaración que no perjudique a Fujimori, Montesinos tiene la obligación de personarse, en calidad de testigo.



Esta comparecencia sucede a la del ex general Julio Salazar Monroe, condenado a 35 años por la masacre de La Cantuta, cometida por el grupo militar encubierto Colina.



Salazar Monroe dirigió el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), pero tanto los fiscales como la prensa peruana apuntan a que Montesinos ejercía «el poder en la sombra» en el SIN, donde creó una red de espionaje y corrupción, confirmada por los videos que grabó en secreto.



Según el sociólogo Francisco Loayza, Fujimori conoció a Montesinos durante la campaña presidencial de 1990, cuando derrotó al escritor Mario Vargas Llosa.



Fue Loayza quien contactó a ambos personajes, porque Fujimori necesitaba hacer desaparecer supuestas pruebas incriminatorias de una denuncia.



La eficacia probada de Montesinos, un abogado de narcotraficantes que había sido expulsado del Ejército por vender secretos militares, creó el vínculo.



Siempre escuchado por Fujimori, especialmente en temas relativos a la lucha antiterrorista, el ex asesor fue durante años un personaje oscuro, nunca aparecía en público ni se dejaba fotografiar.



A cimentar su poder contribuyó la captura en 1992 de la cúpula de Sendero Luminoso, periodo en el que surgió el Grupo Colina, el escuadrón de la muerte responsable de las dos matanzas por las que se juzga a Fujimori: la matanza de 25 personas en Barrios Altos en 1991 y La Cantuta en 1992.



La acusación defiende que Fujimori es el autor «mediato» de esos crímenes y pide 30 años de cárcel, mientras Montesinos es considerado el creador del destacamento, especialista en operaciones selectivas de guerra sucia.



Al inicio del juicio Fujimori declaró que Montesinos le confirmó la existencia de Colina en 1993, así como que estaba formado por integrantes del Ejército y era dirigido por el entonces mayor Santiago Martin Rivas.



Los investigadores del «fujimorato» o «fuji-montesinismo», como se denomina a este Gobierno (1990-2000), señalan que la reelección de Fujimori, en 1995, permitió a Montesinos tomar el control absoluto del SIN y convertirse en el nexo entre el gobernante y los militares.



La caída del régimen reveló los casos de corrupción, al hacerse público que Montesinos había comprado a congresistas opositores, lo que llevó a Fujimori a destituirlo y a convocar nuevas elecciones.



El ex presidente inició así la persecución a Montesinos, ya en paradero desconocido, aunque las investigaciones señalan que en realidad buscaba recolectar o desaparecer pruebas que lo pudieran incriminar.



Pese a su aparente ruptura, el vínculo no desapareció, ya que Fujimori entregó a su principal asesor, en el momento de su huida, 15 millones de dólares en «compensación por tiempo de servicios».



EFE

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