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Obama, la catástrofe y el estímulo

El partido republicano insiste en aplicar el mismo ajuste económico estructural de recorte fiscal, contención del gasto o la inversión social, como la aplicada en los años 80′, en medio de una crisis que es mucho más grave que la de esa década, con el agregado que la crisis actual deriva precisamente de las medidas adoptadas entonces.  


Barack Obama ha apelado al término catástrofe en sus discursos, imprimiendo una presión inusual para que el Plan de Estímulo a la economía se apruebe lo antes posible. Su idea: echarlo a andar en Marzo.

Las cifras lo avalan: se perdieron 600 mil empleos en Enero de este año, y desde que comenzó la recesión, la pérdida de empleos asciende a 3 millones 600 mil puestos de trabajo.

En el Senado se ha llegado a un principio de acuerdo sobre un monto de 827 mil millones de dólares, aunque la discusión continúa en la semana. Las cifras han oscilado desde los 900 mil millones, hasta los 700 y algo más,  con recortes y aumentos en rubros que representan las tradiciones doctrinarias entre demócratas y republicanos.

Los cortes republicanos están caracterizados por impedir que el gasto social y gasto federal se dispare en recomponer el sistema de servicios sociales y productivos que ejecuta el Estado. La crítica apunta a que los demócratas estarían aprovechando la coyuntura para reivindicar políticas que se han descontinuado.

Los demócratas aducen que los republicanos no pueden continuar con la política de acentuar el plan de estímulo en el recorte de los impuestos, y enfatizan que es el resultado de la experiencia de los últimos 30 años la que ha llevado a la situación actual. En este plano el diálogo se cruza, sin discutir sobre los mismos términos.  

Es la sempiterna disputa teórica y política: cuánto de  mercado y cuánto de Estado. Y allí descansa la mayor objeción republicana a este plan económico, y la traba por la que atraviesa un proceso legislativo que por la urgencia, debería ser aprobado como marco de referencia, enfoque  y en sus lineamientos presupuestarios generales.

Pero no. La porfía republicana ha sido el no aceptar que la política de reducción de impuestos generó crecimiento económico en un ciclo determinado, pero el ciclo se ha agotado con el panorama que se detecta ahora con los circuitos de la  producción económica alterados, y por qué no, cortados. El  partido republicano insiste en aplicar el mismo ajuste económico estructural de recorte fiscal, contención del gasto o la inversión social, como la aplicada en los años 80′,  en medio de una crisis que es mucho más grave que la de esa década, con el agregado que la crisis actual deriva precisamente de las medidas adoptadas entonces.

Como el tema central de la agenda no reside en los conflictos externos apremiantes, no está en primer lugar la Ex URSS – dispuesta supuestamente-  a pulsar la amenaza nuclear ante cualquier vulnerabilidad de  EE.UU.,  el panorama económico crítico (debería evitarse el eufemismo y llamarlo desastre a estas alturas), que se vive en EE.UU. y en el mundo, exige un máximo desprendimiento de los objetivos políticos y pensar exclusivamente en resolver la crisis.

Hasta en esto Barack Obama de alguna forma ha contado con la fortuna para lograr introducir en forma más amplia su agenda de rectificación socioeconómica de largo plazo.

Como consabidos expertos en política internacional, a los republicanos después del desastre de ocho años en este plano con la gestión Bush,  no les quedaba otro camino que concentrarse en lo doméstico para poder revertir la avalancha del «obamismo», y también el rechazo de la población a sus políticas, con tres elecciones perdidas simultáneamente.

Por una vez, el estadounidense medio desbancó al partido republicano de las posiciones de poder con representación popular.  En medio de la incertidumbre, y por qué no decirlo, del caos económico, la agente apostó por el candidato que precisamente no estaba asociado a la experiencia fallida.  Y es allí donde Barack Obama sustentan su discurso de sumar urgencia frente a la emergencia.

Barack Obama venció una elección con un extenso e intenso trabajo de base recorriendo el país de punta  a cabo. En general, el registro de sus campañas en las distintas instancias en que ha asumido un cargo de representación, hasta llegar a la presidencia, señala inequívocamente la impronta de un político que se conecta con la gente, que «siente» sus necesidades y aspiraciones.

Su agenda de cambio es nítida y lo que más trasluce es la necesidad de sumar fuerzas no sólo para salir de una crisis, sino para construir sociedad. Estas dos semanas en la presidencia, han exhibido como pocas veces la convicción de un estadista por trabajar una agenda integradora, aunque no se explicite siempre este término. Incuestionablemente, si se desea evitar un colapso del sistema mayor a través del cual se gobierna el planeta, -con un capitalismo y una política de elite-, habría que poner más atención a Barack Obama.

La apuesta republicana consiste en reconstruir su espacio de poder a través del expediente menos integrador posible: empantanando tempranamente el proceso que lidera Obama. Algunas voces republicanas lo desmienten, sin embargo en la base neoconservadora se observa una resistencia «suicida» a la idea de un nuevo contrato social, postergando así la oportunidad de integrar y construir.

Para ello cuentan con un gran aliado en la prensa, que en diversos tonos manifiestan la esperanza de encontrarse con el mega error de Obama y su gobierno, para  mantener aceitada la lucrativa máquina de denunciar el fiasco, la frustración. La renuncia de Tom Daschle al cargo de secretario de salud, ha sido una oportunidad para que este sesgo en los medios se manifieste.

Un ejemplo ilustrativo es CNN. No le dio respiro. Como siempre al filo de lo indebido o la agresión para estar con la noticia tenía el lunes 2  el titular: «Obama is in Charge?», ¿Obama está a cargo?  El de hoy 4 de febrero es: «Crisis de gabinete», por la renuncia de Daschle.  Otro ejemplo es El País de España el mismo día: «La renuncia de dos altos cargos genera dudas sobre la ética de la era Obama«.

Cuál es la idea editorial para CNN. ¿Impulsar fuerzas para que «esté a cargo», o impulsar fuerzas para que en la encuesta del primer mes Obama aparezca con una adhesión en descenso? ¿Cuál es la idea editorial para El País con un titular así abierto? ¿Generar la confianza internacional en Obama?

El contagio con el neoconservadurismo expandido en las últimas tres décadas, se impregnó en una serie de medios comprometidos con el circuito del poder corporativo que privilegia la confrontación.

La mezcla de un sistema económico superlight, de alta rentabilidad especulativa con un esquema de seguridad bien cercano al estalinismo, funcionó hasta lo que se experimenta ahora. La invasión a Irak en este sentido fue el epítome, al transformarse en una plataforma de oportunidades donde muchos cruzaban los dedos para que sí hubiera armas de destrucción masiva.

¿Alguien puede dudar hoy día de la similitud entre los neoconservadores que planificaron la invasión y los autores de las tropelías denunciadas como crímenes de Stalin, en cuanto al manejo de la información?  Al centro de esta similitud está la homogeneidad y compactación del mensaje para cumplir un objetivo.

Tanto CNN como El País  se acoplaron al sistema de difusión donde prevalecía la visión de la existencia de estas armas, aceptando las tesis ambiguas de un condicionado  inspector de armas de la ONU como Hans Blix, y abogando menos por la postura de Mohamed El Baradei, el Director de la Agencia Internacional de Energía Atómica, orientada a extender la investigación para evitar la invasión.

¿Cuál es el rol de los medios para la gestación de un nuevo contrato social, particularmente en la situación en que se encuentra un país pivote como EE.UU.?   ¿Cuál es el rol para generar un nuevo clima internacional a través del gobierno de Obama?

¿En la actual coyuntura, cuál es en definitiva la ética de los medios informativos en cuanto a preservar el equilibrio entre el bien común y el interés corporativo que representan?

Por los resultados palpables hoy día de la gestión política en los últimos 30 años, -en EE.UU. y muchas otras partes- el interés corporativo ha primado por sobre el bien común.

Al establecer un límite de US$ 500 mil al ingreso de los ejecutivos de las compañías rescatadas por el Estado,  Obama está desafiando la concepción de poder político que ha sostenido este sistema fracasado, aunque no se reconozca abiertamente.

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