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Al divorciarse también se aprende

Las clases de «co-parenting» o «paternidad en común», como se conocen estos cursos en EE.UU., están proliferando en un país donde, según algunos cálculos, más del 40 por ciento de los matrimonios termina en separación.


Jon y Kate Gosselin, ex protagonistas junto a sus ocho hijos de un exitoso reality show de la televisión estadounidense, han logrado con su turbulento divorcio convertirse en una de las parejas que más titulares acapararon en la prensa del corazón de EEUU durante el 2009.

Las infidelidades de Jon y el mal carácter de Kate han quedado expuestos a los cuatro vientos junto a otros trapos sucios, un espectáculo lamentable a juicio de muchos estadounidenses que se preocupan por el impacto emocional de la guerra entre el matrimonio Gosselin.

Muchas lágrimas y posiblemente horas de futura terapia se podrían haber ahorrado si Jon y Kate hubieran acudido a uno de los cientos de seminarios ofertados en EEUU para aprender a divorciarse de una forma civilizada y respetuosa con los hijos comunes.

Las clases de «co-parenting» o «paternidad en común», como se conocen estos cursos, están proliferando en un país donde, según algunos cálculos, más del 40 por ciento de los matrimonios termina en divorcio.

En estas clases uno aprende a gestionar la relación con su ex pareja para eliminar conflictos, reduciendo en lo posible la parte emocional y concentrándose en lo que es mejor para los hijos.

Muchos van a ellas por iniciativa propia, exhaustos tras años de peleas y haciendo un último esfuerzo por llegar a un acuerdo fuera de los tribunales con el o la «ex». Otros, sin embargo, asisten por orden judicial.

Patrice Kyger, directora ejecutiva de la ONG Centro de Mediación de Charlottesville (MCC), en Virginia, afirma que han apreciado un incremento de la participación en las clases que ofrecen y cree que ello se debe en parte a que los padres están más abiertos a pedir ayuda.

«Hace diez años, los padres y madres divorciados estaban menos dispuestos a considerar que podrían aprender a cambiar su propio comportamiento para llevarse mejor con su ex pareja y que esto podría beneficiar a los hijos», dijo Kyger a EFE.

Kyger añade que más padres acuden ahora a los tribunales pidiendo cambios en la custodia, visitas o pagos de manutención, lo que lleva a que a veces tengan que tomar estas clases por orden de los juzgados.

En los seminarios que imparte MCC se insiste especialmente en las necesidades de los hijos comunes.

«Prestamos mucha atención en nuestras clases a lo que los niños necesitan (atención, cuidados, por ejemplo) y lo que no necesitan, como que sus padres les pregunten sobre lo que hace el otro progenitor o que busquen apoyo en ellos», señaló Kyger.

Los manuales de esta organización ofrecen consejos para hacer la paternidad compartida más fácil y libre de conflictos, y se refieren a ella como «el negocio familiar» de criar a hijos felices, sanos y exitosos.

Todos los seminarios de este tipo insisten en la idea de que hay que tratar la relación con la ex pareja como si fuera una relación de negocios, única manera de evitar conflictos emocionales y concentrarse en el objetivo común de educar a los niños.

Russell Stover, un contratista de la bahía de San Francisco, empezó a ofrecer clases hace cinco años dentro de la organización Divorced Fathers Network tras pasar él mismo por la experiencia de un divorcio y asistir a clases de «co-parenting».

«Lo más útil que enseñamos a los participantes es a tratar su relación con su ex pareja como si fuera una relación de trabajo», explicó a EFE. «Tienes que pensar que es un trámite de negocios y dejar a un lado toda la intimidad».

Se trata, en realidad, de comunicar menos en lugar de más, de ir al grano en lo tocante a los hijos y no tratar detalles personales, igual que haríamos con un proveedor o un cliente si tuviéramos un negocio.

Por los cursos de Divorced Fathers Network pasan unas 1.000 personas cada año. Las clases se imparten en varias localidades de la bahía de San Francisco en pequeños grupos y, aunque las mujeres tienen fama de tener menos reparos a la hora de pedir ayuda, Stover afirma que asisten más hombres.

«Tenemos gente que viene sola y gente que viene con su ex pareja», explica. «Pero he llegado a tener también un trío: una mujer, su ex, y su nuevo marido», añade.

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