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Permanencia en Okinawa de base de EEUU resquebraja al gobierno nipón

La decisión, a la que se opone mayoritariamente la población de Okinawa, puede acabar costándole el cargo a Hatoyama, muy impopular por su manejo del tema y que hoy, por primera vez, tuvo que cesar a una ministra, líder del pacifista Partido Social Demócrata (PSD), por rechazar el pacto con EEUU.


El primer ministro japonés, Yukio Hatoyama, acordó hoy con Estados Unidos mantener dentro de Okinawa una polémica base norteamericana, lo que incumple una de sus principales promesas electorales y causó la primera baja en su joven Gobierno.

La decisión, a la que se opone mayoritariamente la población de Okinawa, puede acabar costándole el cargo a Hatoyama, muy impopular por su manejo del tema y que hoy, por primera vez, tuvo que cesar a una ministra, líder del pacifista Partido Social Demócrata (PSD), por rechazar el pacto con EEUU.

El acuerdo, anunciado simultáneamente por Tokio y Washington, implica que la base aérea de Futenma, con 2.000 marines de EEUU y ubicada en plena zona urbana de Ginowan, sea trasladada a Nago, un área menos habitada al norte de la isla nipona de Okinawa.

En sustancia es un pacto idéntico al firmado en 2006 por el Ejecutivo anterior del Partido Liberal Demócrata (PLD), que gobernó Japón durante 54 años, pese a que el actual primer ministro había prometido anularlo antes de llegar al poder en septiembre.

En una conversación telefónica, Hatoyama y el presidente de EEUU, Barack Obama, expresaron su satisfacción por un acuerdo que definieron como «viable» desde el punto de vista operativo y «sostenible» políticamente, según la Casa Blanca.

El plan «no es perfecto» pero la presencia militar de EEUU es «indispensable» para la seguridad de Japón, argumentó hoy en rueda de prensa el premier nipón, cuyo partido, el Democrático, tiene mayoría absoluta en la Cámara Baja pero gobernaba en coalición con los minoritarios PSD y Nuevo Partido del Pueblo.

Hatoyama ha tardado ocho meses en decidir que todo siga igual sobre Futenma, un asunto que ha dominado la vida política nipona en su corto mandato, por delante de la crisis o la elevada deuda pública, y por cuya solución ha llegado a amagar con la dimisión.

En el camino se ha dejado gran parte de su credibilidad política y el mayoritario respaldo con que arrasó en los comicios, al tiempo que ha inflamado las protestas en Okinawa, donde las tropas de EEUU son muy impopulares, ha azuzado el debate sobre la presencia militar norteamericana en Japón y ha deteriorado la relación con Washington.

La popularidad del primer ministro japonés, que superaba el 70 por ciento hace ocho meses, apenas roza hoy el 20 por ciento y en julio deberá pasar la prueba de las urnas para unas elecciones que renovarán la mitad del Senado, donde carece de mayoría.

El líder del Partido Democrático ganó por mayoría absoluta las elecciones del 30 de agosto con un programa que abogada por una relación «de igual» con EEUU y revisar el estatus de las fuerzas norteamericanas en Japón, unos 50.000 militares, de los cuales la mitad están en Okinawa.

Su promesa estrella fue sacar la impopular Futenma de esa isla y, si era posible, de Japón, pero, aunque se ha empleado a fondo, no ha convencido a ningún alcalde para acoger la ruidosa base y a sus 2.000 marines, ni ha logrado que Washington le dé un poco de aire.

El Gobierno de Obama se opuso durante meses a toda cuanta alternativa que le ofreció Hatoyama, como construir una isla artificial en Nago o llevarla a la lejana Tokunoshima, y al final sólo cedió hoy en estudiar la posible salida de Okinawa de las maniobras de helicópteros de Futenma.

Japón y EEUU acordaron también tratar de llevar la base a su nuevo emplazamiento de Henoko, en Nago, antes de 2014, pero las protestas podrían retrasar el traslado.

Susumu Inamine, alcalde de Nago, aseguró hoy que la posibilidad de llevar la base a su localidad es «cero» y que no tiene intención de comenzar negociaciones al respecto, según la agencia local Kyodo.

El ministro nipón de Defensa, Toshimi Kitazawa, se comprometió hoy a buscar el apoyo de la población de Okinawa a este polémico acuerdo y argumentó que las necesidades de seguridad de Japón en la región del Este de Asia hacen obligatoria la permanencia de los marines de EEUU.

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