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Periodistas de la BBC describen torturas en Libia

Tres reporteros de la BBC que fueron arrestados y golpeados por las fuerzas libias relataron los abusos que sufrieron ellos y otros detenidos.


Tres periodistas de la BBC vivieron en carne propia escenas de golpes, torturas e intimidación como las que en las últimas semanas muchos opositores al líder Muamar Gadafi han denunciado en Libia.

Los reporteros, que ya salieron del país árabe, dijeron que lo peor no es lo que les ha pasado a ellos, sino la situación de muchos jóvenes libios que indudablemente están siendo sometidos a un maltrato peor y más prolongado.

«¿Qué habrá sido de ellos? No tienen una organización como la BBC que haga presión para que los liberen, ni el lujo del grado de protección que les podrían ofrecer pasaportes británicos. Como Goktay [uno de los periodistas liberados] me dijo antes de salir de Trípoli, ‘probablemente ya están muertos'», escribió Wyre Davies, uno de los corresponsales de la BBC que permanecen en Libia.

Nuestros periodistas ofrecieron su testimonio a la BBC en momentos en que Naciones Unidas investiga las acusaciones de abusos por parte de fuerzas leales a Gadafi.

El miércoles, el relator especial de la ONU para la tortura, Juan Méndez, dijo que la detención ilegal y la aplicación de tormentos por parte de las fuerzas gubernamentales libias están bien documentadas, pero señaló que hay una nueva indagación en curso que se enfoca en las acusaciones recolectadas desde que comenzó el actual alzamiento.

La Corte Penal Internacional ya lanzó su propia investigación sobre ocho individuos, entre ellos el propio Gadafi, respecto a supuestos crímenes contra la humanidad cometidos durante la represión a opositores.

Costillas rotas

Los tres periodistas de la BBC -Feras Killani, un refugiado palestino con pasaporte sirio; Goktay Koraltan, de nacionalidad turca, y el británico Chris Cobb-Smith- fueron detenidos el lunes en un puesto de control mientras trataban de llegar a la ciudad de Zawiya, al oeste de Trípoli, donde ha habido fuertes enfrentamientos entre los rebeldes y las fuerzas gubernamentales, y permanecieron bajo arresto durante 21 horas.

Killani, a quien los captores habían separado de los otros periodistas, afirmó que vio a otros cuatro detenidos que «estaban en muy mal estado».

«Había evidencia de tortura en sus rostros y sus cuerpos. Uno de ellos dijo que tenía por lo menos dos costillas rotas. Pasé por lo menos seis horas ayudándolos a beber, dormir, orinar y desplazarse».

Killani añadió que los cautivos le contaron que habían sido torturados durante tres días en otro centro de detención, mientras permanecían con las manos y las piernas esposadas y sin acceso a alimentos.

El propio Killani fue golpeado en repetidas ocasiones por varios hombres armados.

«Me atacaron en cuanto salí del auto. Me tiraron al suelo a culatazos, con sus rifles AK-47. Yo estaba arrodillado y los oí apretar el gatillo. Pensé que me iban a disparar. Fue una ejecución falsa. Después me llevaron a la habitación», contó el reportero.

Encapuchados y esposados

Los periodistas contaron que varias veces pensaron que los iban a ejecutar.

«Yo tenía mucho miedo, tenía pánico. Chris me estaba tratando de decir que todo iba a salir bien, pero yo pensaba que nos iban a matar y culpar a Al-Qaeda o a los rebeldes», dijo Koraltan.

Koraltan y Cobb-Smith escucharon, desde otro calabozo, gritos provenientes de la habitación donde Killani estaba siendo torturado, mientras sus captores lo acusaban de ser espía para los servicios de inteligencia británicos.

El periodista turco y el británico no tenían agua, alimentos ni acceso a un baño. Durante la noche oyeron gritos de otras personas que eran sometidas a tormentos.

En su celda también había otros detenidos. Sobre ellos, Koraltan dijo: «No puedo describir lo malo que fue. La mayoría de ellos estaban encapuchados y esposados muy apretadamente. Todos tenían las manos inflamadas y costillas rotas. Estaban desesperados de dolor. Estaban gritando».

Korantan añadió que también vio a algunas mujeres que habían sido golpeadas, aparentemente por sus interrogadores.

Cobb-Smith relató que un joven de Zawiya fue llevado a la celda donde ellos estaban.

«Estaba aterrorizado. Rezó toda la noche. Se orinaba. Sacaron su colchón. Hacía gestos como si lo fueran a degollar, como si supiera que lo iban a matar, y estaba claro que quería decir que también nos podía pasar a nosotros. Los guardias seguían entrando, gritándole, aterrorizándolo», dijo.

«No nos dejaban pararnos. Si lo hacíamos, también nos gritaban. Los guardias también hacía gestos hacia todos nosotros de como si nos fueran a degollar», añadió.

Condena de la BBC

Un alto funcionario del gobierno libio le pidió disculpas a la BBC por la experiencia que sufrieron los periodistas.

El Servicio Mundial de la BBC emitió una «fuerte condena a este tratamiento abusivo».

«La seguridad de nuestro personal es nuestra principal preocupación, especialmente cuando trabajan en circunstancias tan difíciles. Es esencial que los periodistas de la BBC o cualquier otro medio puedan informar de la situación en Libia sin miedo», dijo en un comunicado Liliane Landor, directora de los servicios en idiomas extranjeros del Servicio Mundial de la BBC.

«Pese al ataque, la BBC continuará cubriendo lo que sucede en Libia para nuestra audiencia tanto dentro como fuera del Reino Unido», agregó.

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