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Al-Qaeda y su apuesta para derrocar al presidente sirio

A pesar de que los medios tienen su atención en el Medio Oriente, recientes declaraciones del líder de la red extremista han pasado desapercibidas. ¿Qué impacto pueden tener en el mundo árabe?


A pesar de que la atención de los medios de comunicación ha estado centrada en los países árabes, al-Qaeda ha estado ausente de los titulares. Pero ¿podrían los más recientes anuncios ser el inicio del resurgimiento del grupo extremista en la región?

Mayormente ignorada por los movimientos de reforma que han barrido gran parte del mundo árabe, el liderazgo de al-Qaeda ha respondido a los acontecimientos en el Medio Oriente y Africa con dos grandes anuncios en pocos días.

Primero vino la declaración del 9 de febrero del sucesor de Osama bin Laden, Ayman al Zawahiri, de que al-Qaeda se había unido ahora al grupo insurgente somalí al-Shabab.

Después, el 11 de febrero, se colgó en internet un video de ocho minutos del mismo al Zawahiri haciendo un llamado a la yihad para derrocar al gobierno del presidente de Siria, Bashar al Asad.

Refugios

Entonces, ¿qué hay detrás de estos anuncios?, e ¿irá a tener alguno de ellos algún impacto?

Analistas regionales han recibido el anuncio de fusión con el grupo somalí con cierto grado de escepticismo, señalando que al-Shabab ya anunció que se estaba uniendo a al-Qaeda en 2009.

Esta vez fue al-Qaeda el que anunció la unión, una señal -dicen algunos- de la fuerte presión bajo la que se encuentra y su necesidad de buscar nuevos socios y nuevos escenarios de conflicto.

La semana pasada, el centro de estudios londinense Instituto de Servicios Unidos Reales (Rusi, por sus siglas en inglés) estimó en 200 el número de yihadistas no somalíes que combaten con al-Shabab, de los cuales una cuarta parte son británicos.

El número real de miembros de al-Qaeda operando dentro de Somalia es probablemente muy pequeño.

Los recientes ataques con aviones de la CIA operados a control remoto, así como las incursiones militares realizadas por Kenia y Etiopía han procurado restringir el uso de “cielos seguros” en Somalia.

Sin embargo, el país es suficientemente frágil, sin un gobierno efectivo y con unas fronteras tan porosas que podría todavía convertirse en un imán para los yihadistas extranjeros.

Extraña fusión

Para el núcleo de al-Qaeda, esforzándose por presentarse a sí misma como relevante en medio de los dinámicos eventos del mundo árabe, tiene sentido formar una alianza estratégica con un poderoso movimiento regional ferozmente opuesto a los débiles gobiernos prooccidentales.

Pero para al-Shabab, el aceptar esta fusión es una movida extraña. Cierto que también está bajo una gran presión, siendo desplazado del centro de Mogadiscio, repelidos de la frontera suroeste por los kenianos y bajo el ataque de las fuerzas de la Unión Africana en todos lados.

La oposición en Siria no ve con buenos ojos a al-Qaeda, pero ¿continuará así?

La oposición en Siria no ve con buenos ojos a al-Qaeda, pero ¿continuará así?

Aun así, al-Shabab es todavía la fuerza somalí más poderosa en muchas partes de Somalia y se asumía que más temprano que tarde tendría que deponer las armas para negociar un acuerdo de paz.

Pero ahora, tras aliarse pública e inequívocamente con al-Qaeda, esa posibilidad parece más remota que nunca.

Para muchos de los gobiernos de países involucrados en buscar una solución de largo plazo a los problemas somalíes, al-Shabab efectivamente se ha colocado a sí misma fuera de la ecuación.

Experimento en Siria

El llamado a la lucha que hace al-Qaeda en Siria tiene perfecto sentido desde su perspectiva.

En el mensaje grabado del sábado, Zawahiri urgió a los musulmanes en los países vecinos de Jordania, Turquía y Líbano levantarse y apoyar la rebelión contra el mando del presidente Al Asad.

Le dijo a los sirios no depender de gobiernos occidentales o árabes. No hubo mención de Rusia y China que bloquearon la intervención en el Consejo de Seguridad de la ONU.

El núcleo de al-Qaeda está ahora en una situación similar a la que atravesaba en febrero de 2003 cuando, tras ser expulsada de Afganistán, perdiendo apoyos y en búsqueda de una causa, Osama bin Laden hizo un llamado a los musulmanes para que salieran en la defensa de Irak.

En una declaración de audio de aquellos tiempos, dijo: “independientemente de la remoción o de la sobrevivencia del partido socialista de Saddam, los musulmanes en general y los iraquíes en particular, deben preparase para la yihad contra esta injusta campaña y adquirir armas y municiones”.

Aunque eso no hizo para nada evitar la invasión que ese año encabezó EE.UU, sí ayudó a fomentar un flujo constante de yihadistas internacionales que demostraron ser la punta más afilada de la subsiguiente insurgencia de Irak.

Explotando divisiones

Al-Qaeda tratará ahora de explotar las tensiones sectarias de Siria, jugando con los resentimientos de muchos sunitas frente a la supremacía de la minoría alauita.

Las milicias de al-Shabab ya habían anunciado su alianza con la red al-Qaeda.

Las milicias de al-Shabab ya habían anunciado su alianza con la red al-Qaeda.

Y sin embargo, el mensaje de Zawahiri sorprendentemente ha atraído poca atención en las redes sociales, al menos entre aquellos que se oponen al gobierno sirio.

Dos días después de que fuera colocado en internet, las páginas sirias de Facebook que buscan la caída del presidente Al Asad todavía no habían reportado sobre el mensaje.

En el sitio de Twitter, fue bien o ignorado o condenado por al mayoría de los usuarios.

Hubo un poco más de interés en los simpatizantes de Al Asad en las redes sociales, quienes advirtieron que el mensaje de al-Qaeda de alguna manera prueba que la organización está coaligada con EE.UU. e Israel.

Igualmente, se ha visto en Egipto y Túnez, que las tendencias en Twitter o Facebook no necesariamente sirven para proyectar la situación.

Mientras el mensaje de al-Qaeda puede no haber sido bienvenido por la mayoría de la oposición hoy, podría tener algún alcance en el futuro.

Si Siria se sumerge en una prolongada anarquía, al-Qaeda podría poner un pie en un país que por muchos años ha encarcelado y torturado a sus miembros.

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