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Serbia despide a la viuda de Tito con honores militares

Serbia despide a la viuda de Tito con honores militares

Jovanka recibió sepultura al lado de la tumba de su esposo, según su deseo, en la «Casa de las flores», un bello invernadero con oficinas y cuartos para descanso construido para Tito en 1975.


Jovanka Broz, viuda del líder comunista de la antigua Yugoslavia Josip Broz Tito, fue enterrada hoy en Belgrado con honores militares, en un acto que devolvió la dignidad a la antigua primera dama que pasó las últimas décadas de su vida en reclusión sin aparente culpa.

El último gran icono de la época de esplendor yugoslavo fue condecorada con los máximos galardones militares debido a su participación como partisana en la II Guerra Mundial al tener el rango de teniente coronel del Ejército Popular de Yugoslavia.

Jovanka recibió sepultura al lado de la tumba de su esposo, según su deseo, en la «Casa de las flores», un bello invernadero con oficinas y cuartos para descanso construido para Tito en 1975.

El último reposo de la pareja está cerca de la residencia en la que vivían en el aristocrático barrio de Dedinje, hoy parte del Museo de la Historia de Yugoslavia.

La tumba de Jovanka es de una espesa lápida de mármol blanco de Vencac, Serbia central, sin más adornos que el nombre y la fecha de nacimiento y muerte, igual que la lápida de Tito (1892-1980), aunque más pequeña de tamaño.

En la guardia de honor en torno al féretro se sucedían en profundo silencio miembros de la Guardia del Ejército serbio y sus ancianos compañeros partisanos.

A la introducción del féretro con los restos mortales de Broz en la «Casa de la flores», fueron disparadas tres salvas de honor.

Asistieron a la ceremonia miembros del Gobierno serbio, representantes diplomáticos de varios países y organizaciones antifascistas de las antiguas repúblicas yugoslavas, así como miles de ciudadanos, en su mayoría de edad avanzada, algunos con iconografía del antiguo país o fotos de Tito.

Tras la ceremonia del entierro, los ciudadanos y delegaciones rindieron homenaje a Jovanka en su tumba.

«Fue la primera dama, una institución y parte importante de nuestra historia, que como a ella hemos rechazado rápido y olvidado», dijo el primer ministro, Ivica Dacic.

Fue saludado con aplausos de la muchedumbre nostálgica de los tiempos ofrecían una vida mejor y cierta esperanza de grandeza de un país multinacional que tenía más de 20 millones de habitantes.

Dacic destacó que la despedida de Jovanka es también un oportunidad para recordar la lucha antifascista, «un gran tesoro perdido» al que hoy renuncian muchos del antiguo país común.

Tras la muerte de Tito 1980 y la desaparición de Yugoslavia una década más tarde, la tumba en la «Casa de la flores» se convertió en un «santuario» de los nostálgicos del antiguo país.

Jovanka Broz, que murió el pasado 20 de octubre a los 89 años, dejó de aparecer en público unos años antes de la muerte de Tito.

Desde entonces vivió en aislamiento, rodeada de cierto misterio ya que nunca se explicó oficialmente las razones de su retirada, ni siquiera tras la desintegración de Yugoslavia.

Nacida en 1924 como Jovanka Budisavljevic, empezó su militancia comunista con 17 años, desde el inicio de la II Guerra Mundial se unió a los partisanos y fue herida en dos ocasiones.

La joven y bella comunista conoció a Tito en 1944, y pocos años después ya se había ganado la confianza del carismático líder.

Se casaron en 1952 en secreto, en presencia de los camaradas más próximos, ella tenía 28 y él 60 años.

Con una amplia sonrisa y un moño bien recogido, vestida de diseño y luciendo valiosas joyas, y sin embargo discreta, la imagen de Jovanka siempre estaba unida a la de su marido.

Tito era presidente vitalicio de Yugoslavia, el país comunista más próspero, favorito de Occidente, además de ser líder del Movimiento de los No Alineados.

Pero a mediados de los 1970 Jovanka desapareció de los actos públicos, y aunque vivieron separados varios años antes de la muerte de Tito, nunca se llegaron a divorciar.

Poco después de la muerte de Tito, Jovanka fue expulsada de mala manera de la residencia, y desde entonces vivía en una casa en condiciones humildes, casi miserables.

Algunos cronistas aseguran que fue apartada de Tito para que no se metiera en política, pero su aislamiento no cesó siquiera tras la desintegración de Yugoslavia.

Ella dijo en una ocasión que fue apartada porque «era un testigo vivo de los acontecimientos, y para que no dijera algo que no fuese favorable a eslovenos, croatas y serbios».

«No se sabe quiénes eran peores… Y hoy, las grandes potencias y sus agentes no dejan que se publique la verdad, porque no les iría a favor, y por eso me maltratan todavía hoy porque conozco la verdad sobre la disgregación de Yugoslavia», dijo Broz, según recuerda el semanario serbio NIN en su último número.

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