Publicidad

Un país en fin de año


Cansadamente se despide este 2000 que finaliza el siglo y el milenio. Sucede de todo en el mundo y avanza , incontenible, la revolución tecnológica que, pardojalmente, tiene como paraguas político un período de gran conservantismo. En nuestro país, con la excepción de la novedad Lagos, todo parece más o menos igual, los temas son los mismos y el debate de ideas da la impresión de estar algo más que lejano.



¿Seremos así de conservadores? ¿O nos estamos embruteciendo, sin darnos cuenta, mientras los de siempre manejan hábilmente las riendas de la información? Lo más grave es que mientras el mundo se mueve a velocidad muy alta, se ahonda la fosa que nos separa de él y en consecuencia nuestras desventajas para crecer como país, pueblo y nación se acrecientan.



¿Será posible que alguna vez logremos salir del debate maniqueo e
instrumental? ¿Es mucho pedir que los que hablan de «volcarse al futuro y no seguir mirando hacia atrás» no lo hagan para encubrir crímenes y miserias morales? ¿Es exagerado aspirar a que los que quieren justicia lo hagan inspirados en la voluntad de llegar a tener un Estado de Derecho, para salir de la bestialidad y entrar a la humanidad?



Se nos fue este siglo tan lleno de contradicciones, que en los años 60 y 70 nos hizo soñar con un mundo que se liberaba de las cadenas opresivas mediante una revolución tecnológica que devolvía al ser humano la posibilidad de gozar, de tener una vida más plena. Todo eso lo transformó el neo liberalismo en una pesadilla en que aparecen en modo hiriente los monstruos más recientes de la razón: competitividad, producción, productividad, rapidez, costo, beneficio, etc. y las máquinas cibernéticas que se habían creado para la libertad, son ahora celosas guardianas de la nueva lógica que tiene en su centro otros valores, pero
nunca a las personas.



Alienación y enajenación, dos conceptos que fueron mis primeras lecciones de filosofía en la Universidad, son la realidad más
tangible de esta pobre realidad que nos deja y que es una nueva ideología, aunque sus creadores se preocupen tanto de esconderlo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias