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Teorías económicas: ni siquiera se ve la nariz


Supongamos ahora que mantenemos este «diálogo» por años. Sucederá entonces que, en algún momento, cuando yo insista en decir ‘ya comenzó el año 2005’ simplemente mi sentencia será verdad. En ese instante yo lo miraré con aire triunfante y diré: ‘yo le dije que ya comenzó el año 2005 y usted no me creyó’. El paso siguiente es que mi teoría y mi actitud, ahora triunfante, se instala por sobre las otras que se le oponían.



Tal como le gusta a los economistas, agreguemos otro supuesto. Supongamos que en el tiempo transcurrido entre la primera vez que usted me escuchó la sentencia ‘ya comenzó el año 2005’ y el día en que efectivamente comenzó el año 2005 se desarrolló una profunda discusión con posiciones irreconciliables.



Una vez llegados a enero de 2005 me escucharán decir: ‘les dije que el aceptar mi opción (‘ya comenzó el año 2005′) era lo mejor y no debieron perder tiempo con teorías que hoy se nos muestran como fracasadas’. Nótese que la operación que ahora emprendo es la de llevar las otras teorías al lugar del fracaso. ¿Se atrevería usted a decirme en enero de 2005 que no es el año 2005?



Si hay algo que es intrínseco a los ciclos económicos -como a cualquier otro tipo de ciclos- es que tienen un comienzo y obviamente un final. ¿Qué pensaría seriamente usted si un alto funcionario del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial o del Ministerio de Hacienda dijera (haciendo gala de algún doctorado) ‘el presente ciclo por el que atraviesa la economía llegará a su fin’?



Bajemos a un nivel más familiar y diga que pensaría del siguiente comentario: «hijo mío, mis estudios econométricos indican que en los próximos 30 minutos vas a pestañar más de una vez». En fin, supongo que acaba de sonreír.



Sobre lo que, curiosamente, se dice en serio



En un medio de prensa del día 13 de marzo de este año aparece la siguiente cita del señor ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, haciendo referencia a las últimas cifras oficiales sobre la cesantía:



«No hubo un error fundamental en cuanto a que la condición necesaria para crear empleo es crecer. Ahora, exactamente en qué momento se produce la cadena entre crecimiento y empleo, es una materia en la que obviamente uno no puede tener una bola de cristal. En ese sentido nos equivocamos, dado que no se produjo en el primer año, pero esa cadena ocurrirá sin duda a contar de ahora en adelante».



Quisiera detenerme en la primera sentencia (¿teorema?) de esta cita.



«No hubo un error fundamental en cuanto a que la condición necesaria para crear empleo es crecer».



Podríamos pensar este problema al revés. ¿Será verdad que para crecer se necesita crear empleos?



En el mismo artículo citado se señala que hubo un gran aumento de la productividad en el último período y pronunciándose sobre este tema el señor ministro de Hacienda responde nuestra pregunta. El artículo dice:



«Sostuvo [el señor ministro] que nadie previó un incremento de productividad tan grande. ‘Es decir, que con los mismos trabajadores íbamos a ser capaces de producir un 6% más, muchas veces apelando a horas extraordinarias'».



Se puede crecer sin generación de empleo (por mayor productividad, por aumento de la jornada, en este caso por aumento de la explotación, etc.). Nótese que si esto es así en el próximo período se puede crecer -al menos en teoría- en un 10% y este crecimiento se podría ver acompañado de la destrucción de, por ejemplo, 58.000 empleos.



La teoría (que amarra) dice que si hay aumento de las ventas las empresas contratarán más mano de obra. Como vimos más arriba ‘el año 2005 llegará’ y seguramente usted pestañará más de dos veces en la próxima media hora, es decir, es seguro que las ventas en algún momento aumentarán. El señor ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, dice:



«como esto ocurrirá más temprano que tarde, deberán recurrir a una mayor contratación de mano de obra».



Es el mismo razonamiento mostrado en la primera cita donde al relacionar crecimiento y empleo asegura:



«pero esa cadena ocurrirá sin duda a contar de ahora en adelante».



Último comentario



Se trata de un tipo de razonamiento del que están prisioneros los hijos del equilibrio general y del automatismo del mercado (¿piloto automático?). En el fondo se trata de la misma lógica del viejo letrero del almacén de mi barrio: «hoy no se fía, mañana sí». Es un mañana que nunca llega. El mismo mañana de los mercados equilibrados: simplemente el que no llega. Pero lo fundamental es que en pos de este mañana se nos desvía implícitamente a no dar importancia al presente precario de los desocupados.



Hay algo seguro; en algún momento del mañana en Chile habrán más puestos de trabajo de los que ahora hay (¿o no?). En fin, sobre este tema algo «…ocurrirá sin duda a contar de ahora en adelante».



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Juan Radrigán A. es economista e investigador del CETES.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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