Publicidad

Renovar, no desechar el progresismo

A la coalición le han faltado ganas, coherencia y eficacia para impulsar reformas con el compromiso de todos sus miembros en salud, libertades, divorcio, regionalización, políticas en juventud y reactivación del empleo. Son estos temas de solidaridad y modernización progresista los que deben entusiasmar a la coalición, al Gobierno y generar nuevas sintonías ciudadanas.


Las dos grandes lecciones de este tiempo (no sólo de los resultados electorales predecibles para diciembre) son obvias: activar la agenda y la acción reformista y progresista del gobierno de Lagos, y renovar la coalición de centroizquierda de manera sustantiva para respaldar con solidez al Presidente y enfrentar la ofensiva conservadora de la UDI y el populismo lavinista.



Los resultados son esperados: la Concertación seguirá siendo mayoría en cifras cercanas al 50 por ciento; se reducirá la distancia en diputados con una derecha que se acercará a la votación del sí en 1988 (43 por ciento); la UDI será el partido hegemónico en la derecha, y en la Concertación existirá un mayor equilibrio entre su eje socialcristiano y los partidos de inspiración socialdemócrata.



No habrá debacle, ni razones para exitismos y continuismos estériles. Algunos levantan las tesis de nuevas coaliciones, otros ejes, caminos propios o reestructuraciones mayores del sistema de partidos. Eso es la política como geometría e ingeniería de algunos outsiders que viven creando y matando partidos.



El gradual declive de la Concertación se superará cuando el pacto que la sustenta, una alianza de partidos de centroizquierda que en síntesis buscan representar el ideal libertario y solidario de diversos humanismos, no decaiga en su trabajo, desdibuje su programa o se inhiba de lanzar sus reformas. Ese es nuestro mayor mal, más que sumar grupúsculos y hacer imagología.



A la coalición le ha faltado ganas, coherencia y eficacia para impulsar reformas con el compromiso de todos sus miembros en salud, libertades, divorcio, regionalización, políticas en juventud y reactivación del empleo. Son estos temas de solidaridad y modernización progresista los que deben entusiasmar a la coalición, al Gobierno y generar nuevas sintonías ciudadanas.



Ha habido mucho juego de suma cero dejando las reformas pendientes, lo que genera desconcierto y pesimismo. Debe reponerse el entusiasmo renovador y reformista común a los partidos de centroizquierda, para ser capaces de pactar y acordar estas reformas y otras innovaciones.



No es una buena señal seguir empantanados en la reforma de salud, temer legislar sobre el divorcio cuando ya se cuenta con un proyecto de compromiso, o subestimar la fuerza dinamizadora que tendría en nuestra democracia una ley de fortalecimiento y democratización de los gobiernos regionales.



El electorado progresista sigue esperando una coalición y un gobierno a la ofensiva, como la derecha conservadora con sus nuevas místicas en función de un eventual gobierno de Lavín.



No son respuestas los virajes a la derecha o denominarse liberales a secas. Chile necesita dinamismo, y discursos menos antiempresariales. La desigualdad se combate con más mercado y con mejores políticas públicas. En ese camino se marcha con seriedad.



Por cierto, tiene sentido la búsqueda de ampliar la coalición a los pequeños segmentos liberales de RN que nunca vieron cuajar un proyecto democrático y social de centroderecha en un partido ambiguo que en la década nunca fue coherente para romper el pinochetismo y favorecer reformas democratizadoras. Igualmente, hay que ampliar la coalición hacia mundos sociales y sindicales, cercanos a la izquierda extraparlamentaria, cansados de la exclusión y que crecientemente valoran y no descalifican los esfuerzos solidarios del Gobierno.



El mayor desafío, no obstante, es relanzar la agenda reformista-progresista pendiente y renovarse con coherencia. Esto significa recrear una mayoría progresista, plural, pero con claros compromisos programáticos, que se renueve en mecanismos participativos como el uso de primarias para elegir sus candidatos (por ejemplo, para las futuras municipales), con un mayor control ético, con limitación a la reelectibilidad de los cargos públicos y con apertura a los nuevos segmentos juveniles.



Hay que recrear la centroizquierda. No hay razón alguna para desechar el pacto que ha buscando hacer avanzar a Chile hacia el bienestar con mayor igualdad y libertad.



____________________



Vea otras columnas del autor

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias