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«Chile: Un caso de desarrollo frustrado» Pasado y Presente (II Parte)


«Un Soneto me manda a hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal aprieto,
catorce versos dicen es Soneto:
burla burlando, van los tres delante…»

(Soneto «De Repente», Lope de Vega)

Después de una «Pausa entre dos crisis», mis clases y mi investigación más directa, retomo con entusiasmo esta segunda parte, para nuevamente relacionar con la situación actual el libro de Aníbal Pinto Santa Cruz, «Chile un caso de desarrollo frustrado».



En la primera parte, hicimos un contrapunto entre las características de la modalidad de desarrollo de la economía chilena en el período 1830-1860, en que nuestro país «abre sus puertas de par en par» y logra un desarrollo «que no tiene precedentes ni ha tenido continuación en la historia».



En efecto, «…a corto plazo (tanto el crecimiento de la producción como de las exportaciones) colocaron al país a la cabeza del complejo latinoamericano y en un nivel que en términos relativos nada tenía que envidiar al de los emergentes EE.UU o al de muchas naciones europeas del norte y del viejo continente».



Ya comparamos el exitoso desarrollo de la economía chilena actual, calificado como «inédito», que no es tal comparado con la economía chilena de hace ciento cincuenta años. Mostramos, que si bien los hechos en la historia no se repiten, sin embargo, Ä„cómo se parecen!.



En el período analizado -posterior a la Independencia- ese primer modelo de desarrollo hacia afuera, tuvo sus principales bases de sustentación en: las exportaciones de origen primario, las inversiones extranjeras, la iniciativa privada y la no participación del Estado en la economía.



No obstante el exitoso desarrollo económico alcanzado en ese período, Aníbal Pinto plantea una severa crítica. La falta de una propuesta de desarrollo industrial. La industria,
«el eslabón descuidado». Este «olvido» es el principal argumento que lo lleva a caracterizar ese período del modelo como un «desarrollo frustrado». Chile tuvo todas las condiciones para que destinando sólo una parte de los frutos del auge económico, hubiese sentado las bases de una industria nacional que habría cambiado radicalmente la historia económica de nuestro país. Chile involucionó desde una situación de desarrollo a una situación de desarrollo frustrado. Según don Aníbal esta situación se repite reiteradamente.



El Desarrollo Hacia Afuera Aminora su Paso. Entre 1861-1878, otro período de «desarrollo frustrado».



Los años que precedieron la Guerra del Pacífico, es un período en el cual se registraron profundos cambios en la exitosa tendencia del desarrollo económico chileno. En efecto, dos crisis marcan los extremos de este período. La primera, que se inicia alrededor de 1857 y culmina en 1861 y la segunda, que se precipita en 1878. Para el historiador Encina, este período equivalió a «una interminable convalecencia». Sin embargo, para Aníbal Pinto, «fue algo más que eso».



Sin lugar a dudas, el mejor indicador de la potencialidad y dinámica de una economía nacional que está funcionando bajo la modalidad de desarrollo hacia afuera, es el comportamiento del comercio exterior. Chile tuvo un espectacular período de dinamismo de las exportaciones en el período comprendido entre 1844 y 1860. En este período las exportaciones se cuadruplican en valor, o sea, un incremento de un 300%. Sin embargo, este tendencia creciente y sostenida en el tiempo -en 16 años- se quiebra abruptamente a partir de 1861, período en que con alzas y bajas de los valores de las exportaciones, estas logran con esfuerzo llegar al final del período 1878, con un magro incremento de un 20% con relación al año 1860.



Las causas, según nuestro autor, «gravitan sobre la mutación del intercambio exterior, la declinación del sector minero de exportación y el movimiento de precios en el mercado internacional».



Fuimos y seguimos siendo un país que económicamente dependemos de los recursos de la minería. En dicho período, se agota la minería de la plata y por tanto, deja de jugar el papel crucial de la primera etapa. Otro de nuestros recursos mineros, «el cobre, en cambio, es afectado principalmente por la declinación de precios». Este último, jugó un papel protagónico en la detonación de la crisis de 1878.



Al respecto, Encina nos dice que: «El golpe de gracia, lo dio la baja del precio del cobre. En 1872, la tonelada inglesa se cotizaba en Londres a 108 libras. Este precio cayó a pique y, de tumbo en tumbo, descendió hasta 39,5 libras en 1878». Es decir, en siete años, el precio del cobre «de tumbo en tumbo» perdió el 63% de su valor.



Trasladándonos a los últimos veinticinco años, y al analizar la tendencia de las exportaciones chilenas comprobamos que han crecido en «forma inédita» para luego estancarse. Para el resto de los países latinoamericanos y para el resto del mundo, pasamos a ser el exitoso modelo económico digno de imitar. En efecto, entre el año 1986 y el año 1995, el valor de las exportaciones prácticamente se cuadruplica, como en el período 1844-1860. En forma similar al período posterior a 1861, las exportaciones chilenas -como promedio anual- prácticamente dejan de crecer desde 1995 a la fecha.



También ahora, el modelo de desarrollo hacia afuera aminora su paso acompañado de una crisis económica profunda. En la actualidad, también las exportaciones dejan de crecer debido a la brusca caída del precio del cobre, que ha llegado en términos reales a niveles más bajos que en 1872-1878, y los más bajos en la historia. La diferencia es que la caída de precios actual se inicia cuando la economía mundial mostraba un gran dinamismo, debido a la sobreproducción generada desde Chile, antes de la crisis asiática y bastante antes de la crisis mundial actual.



Es importante recordar que cuando «Chile abre sus puertas de par en par», el liberalismo económico se practicaba con cierto pragmatismo y algunas actividades tanto productivas como de servicios estaban protegidas.



Sin embargo, en el período analizado, la política económica sufre otras mutaciones y Chile «gradualmente va abrazando el ideario y las recetas de la ortodoxia liberal» (…) «el fenómeno fue una directa consecuencia de las tendencias en boga en Inglaterra y en los países mas avanzados de Europa, en los cuales la teoría librecambista se popularizaba de consuno con la triunfante expansión industrial.



La asociación de estas ideas económicas, acuñadas en las islas británicas, con la filosofía política prohijada por la revolución democrática de Francia, pasó a ser una fuerza influyente en el devenir chileno».



Acudiendo al historiador Martner, nuestro autor nos presenta la siguiente cita:



«En ese entonces rompía del centro comercial del mundo una inmensa ola de doctrinas librecambistas, que con formidable ímpetu llegaba a los confines del globo y era punto menos que vedado contrarrestarla».



En efecto, esta ola llegó a los confines del mundo, es decir a Chile. Su portavoz y «adalid de esta orientación fue el economista francés Courcelle Seneuil, que estuvo en Chile entre 1855 y 1863 asesorando a los gobiernos y diseminando sus principios desde la cátedra. A su vera se formó la primera generación de economistas que tuvo el país que ejerció un imperio casi sin contrapeso y moldeó el criterio y las decisiones fundamentales de la gestión pública…» (…) «cabe mencionar a Zorobabel Rodríguez, su alumno y sucesor en la Universidad de Chile y a Marcial González…»



Para comparar el origen y bases de las influencias teóricas en la situación actual, recurriremos al artículo de Arturo Fontaine Talavera, titulado «Sobre el Pecado Original de la Transformación Capitalista Chilena» (Editorial Norma, Colombia, 1992). En él, nos relata que desde 1950, «en el seno del departamento de economía de la Universidad de Chicago, eminentes profesores (…) dieron los primeros pasos que condujeron a la creación de la rama de los ‘Chicago boys'(…) La Universidad Católica aceptó un programa de becas para perfeccionar su profesorado (…) Una vez allá los estudiantes se verían con el estudio de la teoría monetaria de Milton Friedman (…) Los graduados regresan a Santiago a enseñar e influir convencidos en que la liberación de los mercados representa un nuevo modelo de desarrollo…»



Recordemos que en 1855, la principal base de operaciones de los teóricos del libre mercado fue la Universidad de Chile, con el «adalid de esa orientación» el economista francés Courcelle Seneuil…. Cien años más tarde, a contar de la década de 1950, cambia tanto el origen como la nacionalidad del » adalid de la orientación». Esta vez, es el estadounidense Milton Friedman , y la base principal de operaciones, es la Universidad Católica.



Las repercusiones de esta doctrina económica fueron de diferente índole. Aníbal Pinto nos señala que «una de las más sentidas repercusiones del calco mecánico de las recetas librecambistas (…) fue la destrucción de la marina mercante nacional». Al respecto, el diputado Puelma Tupper -citado por Pinto-, secretario de la Sociedad de Fomento Fabril, reiteró el tema de la siguiente manera: «Antes de la guerra con España se construían en Chile buques mercantes y aun de guerra; cuando vino el conflicto se declaró libre cabotaje, se quitaron los derechos que gravaban a los buques extranjeros y el comercio se entregó casi por completo a las naves de otros países. La construcción de buques concluyó entre nosotros, y si es cierto que el comercio ha aumentado enormemente, no lo es menos que en la guerra última nos hemos encontrado sin marina mercante nacional y lo que es peor, sin marineros».



Aníbal Pinto no cuestiona el desarrollo hacia afuera en sí mismo. De ninguna manera. Lo que él cuestiona es que en Chile se asuma y aplique como una verdad absoluta una doctrina económica que tuvo sus orígenes en países que contaban con una sólida base industrial. Nos señala como peligros del «desarrollo hacia afuera» las diferentes bases de sustentación de las exportaciones. Al respecto nos recuerda que, «en tanto en Gran Bretaña (y en el caso de muchos países desarrollados) el intercambio externo es una proyección, por decirlo así, de gran parte de su sistema económico -de numerosas industrias, actividades primarias, etc- en Chile, ayer y hoy, lo mismo que en la mayoría de las naciones adolescentes, es un tráfico asentado sobre la venta de unos pocos productos primarios, a veces uno o dos solamente…»



ADEMAS…

«Chile: Un caso de desarrollo frustrado» Pasado y Presente (I Parte)



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Graciela Galarce Villavicencio es economista de la Universidad de Chile, profesora de la Universidad ARCIS e investigadora del Cetes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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