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Chilenos en Italia, abriendo un diálogo estético


Alicia para contar una historia, Lewis Carrol para dibujar el escenario de esa historia, Chile en los años setenta para mostrar ‘la’ historia. Así se podría sintetizar el enérgico debut del Teatro del Silencio, compañía dirigida por Mauricio Celedón que inauguró la reseña «Le vie dei festival» en el mes de Septiembre en Roma. Espectáculo intenso, rabioso, político, profundo, sumergido dentro de una oscuridad ambiental que devora energía vital, y desde donde Alicia, multiplicada al infinito, es la hija del presente, de la generación futura.



«Como un cadáver, amontonado entre otros restos, entra y desde cúmulos de cenizas, nace, para partir de allí a un nuevo camino, una ruta de vida que se realizará solamente cuando ella misma habrá recogido esas cenizas, haciendo de ellas su propia carne, su propia memoria, la propia identidad».



Es importante que esto sea lo que la prensa italiana ha logrado leer de esta obra, porque es la misma sintonía que la crítica de arte ha logrado descifrar con respecto a la exposición «Si vas para Chile» de Bruna Truffa y Rodrigo Cabezas, inaugurada unos días antes en una importante galería en el centro de Roma: «Hemos tenido un destello inesperado de conciencia, que ha vuelto inútil nuestras propias quejas, y nos ha arrojado con fuerza en medio del torrente de la vida…» esta declaración escrita en el catálogo general de la exposición de Truffa + Cabezas, es, al parecer, la posición más honesta en la que se reconoce una generación de creadores chilenos con los que nos hemos encontrado en Italia este verano. Y no es casual que el escenario de estas elucubraciones sea Roma, ciudad atenta y receptiva a lo que se produce y producía en Chile, y que iluminó toda la noche el Coliseo luego de que nuestras autoridades han declarado abolida definitivamente la pena de muerte.



Es el clima y la curiosidad que acoge a nuestros compatriotas lo que nos impresiona. Conviven e interactúan a la par los polos artísticos e intelectuales; pero nada de esto es casual. Nos tocó ver «Loco’s Fever», título internacional que Andrés Wood le dio a su tercer largometraje «La fiebre del loco», y que compitió en el Festival de Venecia, cosa que no pasaba desde que «La luna en el espejo», que en 1991 hizo ganar a Gloria Münchmayer el premio a la mejor actuación femenina.



Hasta principios de noviembre en la Bienal de Venecia se exhibió, con gran presencia de público, «About Cages», la video instalación de Juan Downey que obtuviera una mención de honor. Es Venecia también el escenario donde se inauguró «La necesidad de dormir» del artista visual Carlos Montes de Oca, en el marco del encuentro de Artes Visuales Open 2001.



En Roma, el alcalde Walter Veltroni invitó a mediados de septiembre a la entrega a los vencedores del importantísimo Premio Internacional de Arquitectura «Francesco Borromini» a Jean Nouvel y al joven arquitecto chileno Mathias Klotz. Resonancia y proposición conviven como un cóctel ideal.



Hay quien llega por lo que hace y/o a pulso, y quien a través de una programación cultural válida tiene la posibilidad de intercambiar, manifestar, mostrar, ver. La trendissima (glamorosa) noche romana se tiñe de tricolor. Estudios de artistas abiertos para conocerlos, citas, encuentros, entrevistas, conversaciones. Chile que ofrece a esta cultura ecléctica, visionaria: Rumpi, Bruna Truffa y Rodrigo Cabezas, Morgana Rodríguez, Mauricio Celedón, Axel Jodorovsky, Carlos Montes De Oca, Andrés Wood, Patty López, Mathias Klotz, Esteban Larraín.



Y los planes y propuestas ambiciosas al parecer no faltan: la centralísima plaza Santa Maria in Trastevere acoge la obra «Infomatic» del artista Claudio Rivera Seguel, cuatro gigantografias conforman una nueva perspectiva de la antigua plaza; una intervención urbana que después de Oporto, Barcelona y Roma viaja a Nueva York con su cuestionamiento de significantes culturales, políticos y sociales, llama la atención hacia un nuevo turismo de conflicto ecológico en el mundo.



Esta pequeña invasión chilena en el cotidiano italiano aparece al inicio como un ejército invisible, coincide con la presencia de una retrospectiva de doce cortometrajes en varios festivales de la península y que fueron vistos por alrededor de 20 mil personas, una platea atenta a querer entender lo que somos y hemos seguido siendo.



De esta apertura a un diálogo estético sin duda se podrá beneficiar la generación de jóvenes artistas que han desarrollado su trabajo en Santiago y que están relacionados con los movimientos neoconceptual y neobjetual que caracterizan la producción del arte de la última década.



«Si en el pasado la vanguardia artística chilena había tenido que afirmarse fuera de un contexto territorial conservador, hoy al parecer se ha abierto una brecha significativa, destinada, ojalá, a marcar una frontera entre pasado y presente», me dice Cristián Silva Avaria mientras visitamos la Bienal de Venecia. «Pero claro, el espíritu conservador no se rinde tan fácilmente y es más fácil atacar que entender que en el arte pueden asumirse responsabilidades, tomar conciencia, ser útil, demostrar que la contemporaneidad no está hecha solo para la vista, sino que también y sobre todo para el cerebro, más allá de las pasiones y los sentimientos», agrega. Coincide con estas apreciaciones Manuela Viera-Gallo, joven artista que nació y vivió sus primeros años aquí en Roma, a pocos pasos de la casa de quien ha sido la generadora de muchas de estas presencias y encuentros: la fashion de Patricia Rivadeneira en su inédito y flamante rol.



La observación que hacemos quienes residimos aquí es la buena predisposición que tiene Italia para observar a Chile, sin ese peso nostálgico que caracterizó el pasado reciente, totalmente predispuesta hoy a acoger, a través del diálogo y el intercambio, la realidad de una generación que reluce por una posición que se reconoce en el nuevo horizonte político existencial, que no ha seguido un hilo conductor, ni una organización programada y que ha mostrado -aquí, durante los últimos meses- calidad y variedad, creando discusiones en cafés, en los bares y en las trattorias.



Patricia Rivadeneira me cuenta de la preparación de un coloquio público entre el Premio Nobel y autor/actor teatral Darío Fo con Alejandro Jodorovski para fines de enero. Este coloquio entre personalidades culturales de Chile e Italia se repetirá periódicamente. ¿Algunos de los nombres?: Umberto Eco, Antonio Skármeta, Nanni Moretti, Raúl Ruiz.



Aprovechando la ocasión única que se presenta, Chile condecorará a Dario Fo, ante la presencia de Juan Barattini y José Pineda de la escuela de teatro de la Universidad de Chile. Leo que en febrero se firmará el acuerdo de reciprocidad entre Italia y Chile; comienza bien al año, digo.



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* Antonio Arévalo es poeta y curador independiente. Vive en Roma desde 1975. Ha organizado numerosas reseñas internacionales,
muestras y eventos culturales en importantes instituciones, museos y galerías privadas. Curador del Pabellón de Chile en la 49° edición de la Bienal de Venecia, ha publicado seis libros de poesía y se encuentra presente en numerosas antologías de poesía y catálogos de Arte en Europa y América.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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