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La Ciencia Política, de vuelta al futuro

La presencia pública de los cientistas políticos ha sido decisiva para el avance y consolidación de la profesión en el país. Sin embargo, la contrapartida reside en que la investigación básica se ha resentido.


Hay pocos lugares en el mundo en los cuales los cientistas políticos tienen la presencia pública de que gozan hoy en Chile. Los tres ministros políticos ubicados en el Palacio de La Moneda —los titulares de Interior , secretario general de la Presidencia y el secretario general de Gobierno- son todos prominentes politólogos.



José Miguel Insulza (magister en la Universidad de Michigan), Mario Fernández (doctor en la Universidad de Heidelberg) y Heraldo Muñoz (doctor de la Universidad de Denver) se distinguen por una extensa trayectoria profesional en la disciplina, y numerosas publicaciones que les han creado una reputación académica internacional antes de entrar al gobierno.



Como si esto fuera poco, el flamante comandante en jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheyre, añade a su condición de militar la de cientista político. Cuenta con un magister de la Universidad Católica y un doctorado de la Universidad Complutense en Madrid.



Mas allá de estos casos puntuales, sin embargo, poca duda cabe que así como en los ’70 y los ’80 los economistas, y sobre todo los así llamados Chicago boys, jugaron un papel decisivo y hasta emblemático en el país, en los ’90 y el cambio de siglo ese rol lo han asumido los cientistas políticos. Enfrentan temas como la reinserción internacional de Chile, la transición, la gobernabilidad, la reforma del Estado y los cambios de la Constitución.



Y ello no se ha limitado a Chile. Arturo Valenzuela, originario de Concepción, fue nada menos que director de asuntos latinoamericanos en el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, y asesoró directamente al Presidente Clinton en la Casa Blanca. El viñamarino John Biehl fue el principal asesor en materia internacional del Presidente Oscar Arias en Costa Rica, y autor intelectual del plan de paz para Centroamérica que trajo el Premio Nobel de la Paz al mandatario centroamericano. Biehl se encuentra hoy en Bogotá, asesorando al International Crisis Group para traer esta vez la paz a Colombia.



Esta presencia pública de los cientistas políticos ha sido decisiva para el avance y consolidación de la profesión en el país. Sin embargo, la contrapartida reside en que la investigación básica se ha resentido.



El Chile del cambio de siglo enfrenta tareas tal vez menos épicas que las de los ’80, pero no por ello menos significativas: la no inscripción de 2 millones de chilenos en el Registro Electoral, la necesidad de perfeccionar y aggiornar nuestra Constitución, el surgimiento de los alcaldes como figuras claves en la política nacional, el cómo conciliar los imperativos de un Estado unitario con una descentralización efectiva, son todos grandes temas respecto de los cuales no hemos hasta ahora dado respuestas con el grado de sistematicidad y originalidad que se requiere. Es por eso que un Fondecyt para las Ciencias Sociales es imperativo, ya que el actual está diseñado para -y responde- a las ciencias naturales.



En este contexto, y en un país de capillas como Chile, la Asociación Chilena de Ciencia Política ha sido clave como espacio de encuentro y de fortalecimiento de la disciplina. En ello se inserta la realización del Sexto Congreso Nacional de Ciencia Política, que se realizará el próximo 8 y 9 de mayo. Por primera vez este evento bianual contará con la presencia del Comité Ejecutivo de la International Political Science Association (IPSA).



A ello cabría añadir la asistencia de destacadas personalidades como el ex Primer Ministro de Francia Michel Rocard, y politólogos tan eminentes como Theodore Lowi.



Entre la soberanía y la globalización: la Ciencia Política frente al milenio es el es el tema del Congreso, el cual se realizará en el Centro de Convenciones Diego Portales y contará con la participación de más de cien panelistas, quienes expondrán sobre muchas de las cuestiones fundamentales de la disciplina en Chile y en el extranjero. El encuentro constituye una excelente oportunidad para profundizar en algunos de los principales desafíos que enfrenta Chile hoy.



En definitiva, tanto la labor de cientistas políticos en el gobierno —ya sea en asesorías o en responsabilidades ejecutivas- como la llevada a cabo en medios de comunicación (de la cual Ricardo Israel es un tan buen ejemplo) se nutren de una sola vertiente: la investigación básica y la reflexión sistemática, que sólo se puede hacer en universidades y centros de investigación. Para continuar desarrollándose como lo ha hecho hasta ahora, la disciplina necesita urgentemente retomar esa actividad con el vigor con que la asumió en el pasado.



* Director del Programa Internacional de la Fundación Chile 21.



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