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Chile y sus dos comunidades


A los pocos días de celebrarse en Europa otro aniversario de la Declaración Schumann, que fijó y marcó la dimensión política de la integración como proyecto común que dio origen y condujo hacia la creación de la Unión Europea actual, nuestro país suscribió con esa región en Madrid el acuerdo más avanzado y comprensivo de cuantos haya negociado el viejo continente con un tercer país.



Esto sucedió en momentos en que Europa y América Latina protagonizaban un encuentro destinado a reforzar la cooperación, pero sobre todo a patentizar el compromiso con nuestra región, que tanto nos hace falta.



Visto desde el ámbito de la ALADI la firma, en este contexto, del Acuerdo UE-Chile tiene, por eso, un doble significado que posiciona a nuestro país en un nivel de relaciones intercontinentales de una enorme proyección estratégica. Por una parte, la asociación chilena con la Unión Europea en los ámbitos político, comercial y de cooperación representa un salto cualitativo nacional de gran envergadura cuyas ventajas han sido expuestas por la señora ministra ante parlamentarios, empresarios y trabajadores, y son motivo de una amplia difusión en todo el país.



Por otra parte, constituye el inicio de un nuevo capítulo, más avanzado e integral, de la vinculación de la Europa comunitaria con la región, construyendo con Chile y a partir de este acuerdo, un modelo de relacionamiento que podemos denominar «sistémico», o sea, con un menú de componentes concatenados y ensamblados para producir beneficios mutuos crecientes basados en el reconocimiento de las asimetrías y orientados a superarlas en el largo plazo mediante ganancias de competitividad de las empresas, técnicos y trabajadores para posicionar productos, servicios e inversiones en Europa.



En esta perspectiva, el presidente de Chile señaló en Madrid que América Latina es «el espacio natural al que se tiene que proyectar este acuerdo». Por su parte, tanto Romano Prodi como José María Aznar han remarcado el carácter emblemático y esperanzador que tiene el acuerdo con Chile para las relaciones euro-latinoamericanas.



Significa esto para nuestro país un triple compromiso interno y un posicionamiento político internacional inédito: mantener la estabilidad de nuestro sistema político, económico y social para responder como socios confiables y seguros; incrementar la capacidad innovadora y performance exportadora con valor agregado; y traducir en beneficios directos, concretos y equitativos para los ciudadanos los beneficios de esta asociación con Europa. Eso en el plano interno.



Pero en el plano internacional, con este Tratado Chile pasa a jugar un rol de piedra angular y vértice de una relación entre la Unión Europea y América Latina que lo sitúa entre dos comunidades: la comunidad latinoamericana y la comunidad europea con un papel de puente, de plataforma y de catalizador de una relación bi-regional que debe encontrar formas concretas de expresión más allá de la retórica y la buena voluntad.



En integración y competitividad, la Unión Europea puede ser un referente y un socio potencial a través de sus programas de cooperación avanzada, como los que complementan el acuerdo político y comercial recién cerrado con Chile.



Por eso nuestros socios regionales han expresado su alto interés por conocer las proyecciones latinoamericanas del mismo, que debemos ser capaces de imaginar y construir. Por de pronto, la situación de Chile como plataforma de entrada y base de operaciones para los negocios entre las empresas e inversionistas europeos y latinoamericanos es una de ellas.



La posibilidad que se abre para las exportaciones e importaciones bi-regionales a través de Chile es otra, unida también a la opción chilena para los negocios extracontinentales, en cuanto plaza segura y confiable desde la que es posible abordar la región. Pero por sobre todo ello, y como marco y referente básico, está la nueva responsabilidad que la historia ha descargado sobre los gobernantes y políticos chilenos, actuales y futuros, de conciliar como interlocutores privilegiados con Europa, a partir de este acuerdo, nuestro propio desarrollo con el de nuestra comunidad natural, Latinoamérica.



* Embajador de Chile ante la Aladi.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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