Publicidad

Del marxismo a Zapallar

¿Qué habrán comentado los intelectuales reunidos en Zapallar de la nostálgica declaración del PS? Probablemente que está pasada de moda y fuera de sintonía con el Chile de hoy.


Singular manera la del Partido Socialista chileno de reestrenar su adhesión al marxismo: convocando a intelectuales y dirigentes latinoamericanos, ni más ni menos, que Ä„al balneario de Zapallar!



Ya es curioso que, en pleno 2002, el PS se atreva a reivindicar el marxismo como método de interpretación de la realidad, no obstante su estrepitoso fracaso como forma de gobierno en todo el mundo (particularmente en Chile).



¿Qué habrán comentado los intelectuales reunidos en Zapallar de la nostálgica declaración del PS? Probablemente que está pasada de moda y fuera de sintonía con el Chile de hoy y -de esto estoy seguro- que hace tiempo no oían términos como «capitalismo», «opresores y oprimidos» o «lucha de clases».



Tampoco recordarán, porque para el mundo occidental es un tema ya zanjado, la vieja tesis de la plusvalía generada por la diferencia entre el trabajo y el precio final del producto, punto clave del socialismo, y que en la versión remozada del PS chileno está descrita como «desigual reparto de la riqueza creada por la inteligencia y el trabajo humano». Sinceramente, una afirmación de esa naturaleza, además de no interpretar más que a la marginalidad teórica de la izquierda, resulta ofensiva e imprudente para cerca de un millón de chilenos cesantes, que aspiran precisamente a encontrar un trabajo para vivir con dignidad.



En cuanto a la lucha de clases, seamos sinceros, Zapallar no es precisamente el lugar más indicado para discutir el tema. Además, nuestro país superó hace rato la dialéctica «ricos versus pobres», pese al velado mensaje que ha mantenido la Concertación en ese sentido, para justificar su incapacidad de cumplir con lo prometido en favor, precisamente, de los más pobres.



Los chilenos saben que las desigualdades no se deben a la existencia de la riqueza, sino a la desigualdad de oportunidades para acceder a educación, salud, vivienda, seguridad; y saben también, porque lo comprobaron en los últimos veinte años, que es el crecimiento económico de un país el que asegura su progreso social, oportunidades de trabajo y, en definitiva, menos pobreza. La más clara evidencia de esa percepción ciudadana de la realidad, está dada en los resultados electorales de los últimos años y en la merma sistemática del apoyo político a quienes insisten en el odioso mensaje de la lucha de clases.



Este reencantamiento del marxismo va a incomodar a varios. El más incómodo será el propio Presidente Lagos, que deberá explicar al país, «cómo hacemos para gobernar con aliados que reivindican la antítesis de una sociedad moderna» y «cómo hacemos para convencer a los inversionistas extranjeros, a los que necesitamos desesperadamente, que Chile es un país estable económica y socialmente».



Luego se sentirán muy incómodos algunos de sus ministros. El de Hacienda desde luego, a quien no imaginamos adaptando su discurso a ese marxismo crítico de la acción «depredadora del capitalismo». Para qué hablar de la incomodidad que sentirán los empresarios, empeñados en una Agenda Pro-Crecimiento, que tampoco tiene nada que ver ni con el marxismo ni, por cierto, con el socialismo.



¿Qué pretende el Partido Socialista? Primero se declara marxista, resucita la retórica de la UP y alza el puño en contra del capitalismo. Seis días después se reúne en Zapallar.



El cuadro, francamente, se presta para confusión.



Otras columnas del autor

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias