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El Consejo de Maquiavelo a la UDI

El Consejo de Maquiavelo no ha sido escuchado por nuestra derecha política, íntimamente conectada con los grandes grupos financieros, las isapres las primeras.


Corría el año de 1502. La república de Florencia se encontraba gravemente amenazada por sus vecinos. Era necesario contar con más fuerzas armadas y la mayor prudencia política. El Gonfaloniero Mayor debe pedir a los aristócratas un aumento de los impuestos. Pier Sonderini, líder de la república florentina, convoca a Consejo Grande. Debe convencer a los ricos y a la propia Iglesia Católica un diezmo de sus propiedades.



Como la tarea no es fácil, Soderini recurre a Maquiavelo, su asesor. Este, sabedor que vale mucho más que un buen razonamiento un mejor ejemplo, cuenta la siguiente historia: «Recurre a la memoria de la caída de Constantinopla en manos de los turcos, que se había producido en 1453. Cuenta Maquiavelo que el emperador convocó a los ciudadanos a fin de pedirles dinero y ayuda para hacer frente al terrible enemigo que se acercaba.



Ellos «se mofaron del asunto». Se produjo el asedio, y en cuanto oyeron el estruendo de los cañones que batían las murallas y los alaridos de las tropas turcas, llorando acudieron al emperador con puñados de dinero en el regazo. El los expulsó diciéndoles: «Id a morir con ese dinero, dado que no habéis querido vivir sin él».



La historia aparentemente resultó ser convincente. Soderini logró el aumento de impuestos y la República de Florencia sobrevivió una década más. Maquiavelo dirigió las milicias y la caballería florentina, financiadas con los dineros así recaudados, que significó su máximo momento de gloria para la república: la caída de Pisa.



La anécdota viene al caso. Veamos qué ha pasado esta semana con nuestros debates parlamentarios.



El primero es un tema que ha pasado sin pena ni gloria. La derecha, salvo honrosas excepciones, ha votado en contra de los primeros proyectos de ley de la reforma de salud. Así de claro.



Es decir, a pesar que la derecha dice estar preocupado de los problemas de la gente, no actúa en consecuencia. Es sabido que consistentemente en las encuestas de opinión pública aparece la salud como un de los tres principales problemas de la gente. Pero todos sabemos que la reforma supone un aumento de recursos públicos y toca el intrincado mundo de la salud privada.



El Consejo de Maquiavelo no ha sido escuchado por nuestra derecha política, íntimamente conectada con los grandes grupos financieros, las isapres las primeras.



El segundo gran debate ha desordenado a la Concertación. Se trata de la ley de presupuesto. Nuevamente ha surgido el tema de los impuestos. Parece ser una cuestión que se niega a desaparecer. Lo cierto es que más allá de la oportunidad, es claro que más temprano que tarde deberemos aumentarlos.



Si queremos salud digna, trabajo y seguro de desempleo adecuados, educación de calidad para todos y previsión social para un Chile que se envejece, lo cierto es que nuestra carga impositiva es baja y nuestro Estado más bien pequeño.



Es cierto que no parece el momento adecuado de plantear el tema. Pero debo recordar que tampoco lo fue cuando en el aquel entonces ministro Secretario General de la Presidencia, Juan Villarzú, lo planteó a fines de los ’90. En aquellos tiempos de bonanza tampoco fue oportuno hacerlo. Las críticas en su contra fueron despiadadas y extremas. Fue uno de los antecedentes de su caída.



¿No será más bien que algunos consideran que jamás es oportuno meter la mano en el bolsillo propio para ayudar a los demás?



¿Pues no es el momento más oportuno para practicar la justicia redistributiva durante las crisis, vacas flacas, en que los más pobres empiezan a caer en la indigencia y en que las pequeñas y medianas empresas quiebran porque no tienen apoyo financiero adecuado ni demanda interna suficiente?



¿No será que nuestros grandes empresarios, amparados en una UDI sobrerrepresentada en el sistema político y un liberalismo extremo, se asemejan más a los nobles bizantinos de 1453 que a los aristócratas florentinos del 1502?



¿La elección de Lula en Brasil, con un 75 del electorado votando en contra de los continuadores de un modelo de desarrollo agotado e injusto, no debiera hacernos pensar a todos? ¿No será Lula el Gran Turco que asoma su cabeza sobre las murallas de la ciudadela de la injusta prosperidad?



Maquiavelo nos diría que más vale dar algo, antes que terminar perdiéndolo todo.



Este es el consejo del príncipe del realismo político, no de un idealista ni de un iluso promotor de reformas sociales.



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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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