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La sorpresa del APRA


Al salir del debate nacional, coimas, seudomoralismos y seudotransparencias, uno se encuentra con que hay mucho más, incluso motivos de real alegría. Nuestro mundo progresista chileno, apurado o constreñido por la manipulación informativa que hacen nuestros poderes fácticos, tiende siempre a descuidar y hasta a olvidar la importancia que tiene lo internacional en esta etapa gravemente globalizadora que vivimos.



Malo y negativo, pues en ese terreno perdemos por la falta de propuesta país que muestra hoy la Concertación, o por el desánimo que nos provoca la omnipresencia de los poderosos de Chile en nuestra vida cotidiana y la sensación que nos dejan de ser algo así como imbatibles. Pero una simple ojeada a la prensa peruana, de paso por el aeropuerto de Lima, nos deja la sensación que son otras las cosas que se están moviendo a nivel continental.



De más está decir que el triunfo de Lula, como antes dijimos, es una cambio fundamental en los parámetros del quehacer político sudamericano y que eso es considerado como «poco importante» por los que manipulan los medios masivos chilenos. Claro, si lo resaltaran correrían el riesgo de despertar conciencias en el propio país, y eso sí que es peligroso. Pero sin irnos del Perú, permítanme contarles que el repudiado y dado por muerto APRA, bajo la conducción del descalificado Alan García Pérez, acaba de obtener un triunfo enorme en las elecciones municipales y regionales del Perú.



Doce de las 24 regiones en que está dividido ese país serán ahora dirigidas por presidentes de ese partido y otras varias por dirigentes de otros sectores de la izquierda. Lo que se puso en juego fue no solo la descentralización y la equidad entre todas las regiones y comunas que componen ese gran país, sino algo sobre lo cual en Chile seguimos tratando de hacernos los lesos: adhesión o rechazo al modelo neoliberal de crecimiento desigual.



Ha ganado el rechazo y la marejada democrática terminó por deshacer lo que habían construido en oficinas los conocidos de siempre. Perú Posible, el partido creado para elegir a Toledo, hoy es menos del 10 por ciento del electorado peruano. ¿Y este Perú antineoliberal no lo vamos a sumar al triunfo de Lula, a la crisis uruguaya, a la debacle paraguaya o a la posible victoria del candidato indigenista en Ecuador? No, en el Chile de los «consensos» de «justicia en la medida de lo posible» se siguen haciendo los tontos, como si aquí en nuestro continente no pasara nada.



Resulta, entonces, que somos globalizadores para vender fruta y maderas, pero no para pensar ni siquiera para observar lo que sucede a nuestro alrededor. Esa es la gran trampa. Eso es lo que quita contenido a la política chilena, que permite a gente chata dividirse entre corruptos y moralistas, siendo ambos tan insanos uno como el otro.



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