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Corrupción: La gran generosidad de la UDI

En Chile, hoy día, desde las cúpulas de poder, se habla mucho de los grandes valores éticos , pero ni en lo cotidiano ni en las grandes políticas de gobierno se practican.


Las coimas, los elevados sueldos a altos ejecutivos de empresas públicas, los «extras» a ministros de Estado, el presidente del senado y la Ley de Pesca y todo lo demás que se ha destapado y se pueda continuar evidenciando, indican algo mucho más de fondo que el mero «quiebre» del oficialismo.



Lo que tanto ha impactado a la opinión pública de Chile debe conducirnos a una profunda reflexión. A analizar las verdaderas causas de tales hechos.



Desde la Revolución Industrial se cristalizó en el individuo el materialismo y la dominación por el dinero. El cambio drástico en los medios de producción llevó a la mecanización del trabajo y ello al nacimiento de la clase obrera. La concentración del capital en manos de la burguesía bajo el concepto «progresista» tecnológico, justificó la más dramática explotación de los trabajadores -incluyendo a niños- dejándolos en condiciones de vida infrahumanas.



El inicio del capitalismo, dio origen al proceso de una profunda degradación del ser. En nombre del bienestar material se «legalizaba» la corrupción moral.



A más de un siglo , con la implantación del sistema de libre mercado en el mundo, se «legitimó» este materialismo-individualismo conduciendo a la peor de las corrupciones : la del alma.



En Chile, hoy día, desde las cúpulas de poder, se habla mucho de los grandes valores éticos , pero ni en lo cotidiano ni en las grandes políticas de gobierno se practican.



Esta grave incoherencia tiene varios orígenes. Quizás el más fácil de comprender es que ésta no tiene que ver ni con religión ni partido político. Ni con ninguna creencia, dogma ni ley. No nace en las grandes aulas académicas, ni en la inteligencia racional, ni menos desde los títulos de poder. La moral es un conjunto de facultades espirituales que adviene del alma, de la esencia del ser – «Humano».



Si entendemos así la ética no se puede soslayar el deber de desarrollar una «autoconciencia» que nos conduzca a un «insight» -mirada hacia adentro- para así ver la gran inconsistencia que está coexistiendo entre el sentir, el pensar y el hacer. Desde ahí se podrá acceder a la verdadera integridad moral.



Entrando de lleno en la contingencia del país, esta reflexión será bien comprendida.



«Superar el desempleo», «salud y educación para todos» «igualdad de oportunidades» «derechos humanos» y algunas otras emblemáticas promesas de todos los sectores políticos desde el retorno a nuestra insípida democracia, constituyen una muestra clara del auto engaño , por lo tanto engaño sistemático al pueblo de Chile.



Los grandes escándalos de corrupción concertacionista tienen en parte su origen en una esquizofrenia colectiva, que se afianzó en el inconsciente con la dictadura. El matar, mentir, torturar, el miedo, la ausencia de libertad de expresión, se codificó como algo «normal».



La esquizofrenia -doble realidad- convivió durante 17 años dentro del alma nacional. El espíritu sano y libre con el que nacemos se domesticó.



El esquema neo liberal de Mercado impuesto por Estados Unidos, y aceptado en el mundo entero, se implantó en Chile con el regimen militar. La fe ciega en que el mercado, sin regulación alguna, es el único camino de la salvación de todos los problemas sociales; que el crecimiento macroeconómico finalmente generará el «chorreo» hacia los marginados, ha hipnotizado incluso a quienes algún día vieron que esto no sería posible.



Lo peligroso es que aunque este dogma de la «libertad económica» evidencie cada dÄ›a que genera mayor miseria y desigualdad social, continúa imperando como si fuese el modelo ideal. Pero los pobres, los seres comunes no entran en las ecuaciones del mercado, llegándose así a la más insondable degradación de lo Humano.



El actual gobierno «socialista» de Lagos, transando con todos los valores éticos que se adjudica, hoy pone todo el énfasis para que este sistema cruel impere en Chile. «Crecer con igualdad» fue el slogan que hizo creer a muchos chilenos que la justicia sería posible. Esta es la caída del Presidente : la del capital moral.



El único capital que no se recupera con dinero. ¿Puede esto ser reparado?



El único camino posible reside en una profunda revisión interior para tomar real conciencia del caos externo . Y con humildad y valentía -dos grandes virtudes perdidas- , desandar todo lo andado hasta hoy, para provocar la verdadera revolución moral: la intransabilidad del alma.



Las consecuencias de las acciones antiéticas para el equipo concertacionista están a la vista. Desde el triunfo del «No»,con el primer pacto secreto de Patricio Aylwin con la derecha y los militares, comenzó a venderse el patrimonio moral del país.



Tras los grandes escándalos de corrupción que continúan siendo los titulares privilegiados de la prensa, la UDI ha guardado silencio. ¿Un acto de gran generosidad?.



Si nos dejamos de embaucar por la pequeñez de la contingencia y analizamos las causas de tal conducta, haciendo un poco de memoria ¿Cabe alguna duda que este silencio cómplice tiene algo que ver con el «tejado de vidrio» que tiene este partido en materia de corrupción?.



Por recordar algo ¿Nos olvidamos acaso de la venta de grandes empresas estatales a precios irrisorios en la época de la dictadura, para que luego los mismos encargados del proceso de privatización tomaran los altos cargos ejecutivos? No hay que saber sumar para deducir que ese enriquecimiento ilícito, sin participación democrática, afiató el poder de los grandes grupos económicos que hoy dominan el país entero.



Con Pinochet se arraigó la injusticia del sistema que promueve el poder político y económico a costa del ser humano.



No cabe entrar en más análisis de lo que ocurrió en materia de derechos humanos en aquella época, la más grande de las corrupciones morales de la historia de Chile.



¿No da que pensar que el mismo Presidente Lagos no recuerde esto a la derecha económica. Y que convoque de urgencia a Longueira a La Moneda para negociar la Ley de Pesca que discrimina por lo menos diez años más a los pescadores artesanales en beneficio, una vez más , de los grandes grupos económicos? Los mismos, que también presionaron al timonel de la UDI, para dominar toda la industria pesquera del país?.



¿Qué ocurre?.



Lagos con los multimillonarios del país forjando leyes que perpetúan la discriminación de los marginados.



Y después desde la misma Moneda – previa presión del ministro de economía con su renuncia- se destaca el «acuerdo» con la UDI como un hecho «generoso y patriótico», porque apoya «una de las iniciativas más importantes de la agenda Pro Crecimiento».



¿Surrealismo? Ficción?.



El abrazo Lagos-Longueira, después de la «notable concesión» de la UDI refleja la más grande de las perversiones, la distorsión ética y la corrupción moral sin precedente en la historia democrática de Chile.



¿Después de esto cabe alguna duda del pacto de silencio gobierno-UDI.? O alguien con un mínimo de ética y sentido común puede pensar que este «Yo me callo, tú te callas», fue hecho por el «bien de todos» los chilenos?.



El que la UDI haya traicionado cruelmente los acuerdos con los pescadores artesanales del sur, no asombra. Es algo sabido que dentro de los códigos de ética del nuevo «Partido Popular » están la mentira, la injusticia, la explotación, en pos de los beneficios económicos Nadie ignora que fueron cómplices del más horroroso flagelo a los Derechos Humanos. Que son dueños de la impunidad moral y económica. Esta distorsión ética es obvia.



Lo que enloquece a la ciudadanía, es la absoluta disociación entre el discurso y la realidad de las cúpulas oficialistas De los que ostentan el título de «indelebles defensores de los Derechos Humanos». De los que sí lucharon por el retorno a la democracia.



Patéticamente doloroso es ver, al propio Ejecutivo y su equipo económico, convenciendo desesperadamente a la extrema derecha, que voten en perjuicio de la clase más pobre.



Es la caída ética más flagrante e inadmisible de nuestro Presidente. .Es la pérdida absoluta del sentido moral para nuestra convivencia social. Es la caída de la Concertación. Es el gobierno de la UDI.



En vez de continuar hipnotizados por los comentarios de la prensa, tomemos conciencia que la amoralidad cómplice es la causa real de toda la actual corrupción.



Así como otrora se traspasó sin participación democrática la riqueza del país a los poderosos, ahora el mismo Ricardo Lagos, representante máximo de los intereses del pueblo, sin consulta popular, está traspasando el patrimonio moral y ético de la nación , sin ningún obstáculo, a quienes ya poseen casi todo el patrimonio económico de Chile. A los inolvidables y emblemáticos articuladores del «golpe militar» . A los que su «forma de vida» es maximizar utilidades a costa del materialmente más débil.



Hay que decirlo. La «gran solidaridad» de Lagos con los conglomerados económicos del país, junto a la «gran generosidad» de la UDI con el gobierno, dieron inicio a una nueva era en Chile.



Por fin se unen los inmorales con los amorales, los que van a misa y pagan el diezmo con los agnósticos, los socialistas con los fascistas, los promotores de un Estado regularizador con los fanáticos privatizadores, para conformar un solo y único partido: el Partido del Pueblo.



Al fin el sueño tan anhelado por todos los que realmente viven la ética y la moral. Todos unidos más allá de títulos, partidos o religión, por el Bien Común. Al fin igualdad, verdad y justicia. Al fin la verdadera libertad. Al fin juntos los chilenos en el «paraíso perdido».



Ahora sí, el gobierno de TODOS. El gran gobierno de la locura.





(*) Periodista, Pontificia Universidad Católica de Chile.



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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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