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Definiciones socialistas

Un apoyo efectivo significa disciplinar la acción parlamentaria, encauzar la relación con los otros partidos y ofrecerle al Presidente personal político competente y confiable para gobernar.


El Partido Socialista está ad portas de elegir una nueva directiva. ¿Qué significa el cambio de personal en uno de los partidos claves de la coalición? Este es el tema de la presente columna.



Un contexto crítico



La nueva directiva asumirá en un momento de agotamiento de la Concertación, de estancamiento del PS, de crisis del PPD, (cuyo nacimiento fue uno de los mayores éxitos de la transición al crear un partido no ideológico de «ciudadanos»), y de inicio de la última fase del gobierno de Ricardo Lagos, que -a pesar de la diversas crisis que ha debido enfrentar- sigue contando con un fuerte apoyo en la población.



Complejos desafíos



Un primer desafío que deberá abordar la nueva directiva es darle al gobierno un apoyo efectivo y terminar con la dispersión actual. Esta dispersión trae consigo el peligro de que el Presidente se quede sin apoyos reales y con una Concertación muy debilitada.



Un apoyo efectivo significa disciplinar la acción parlamentaria, encauzar la relación con los otros partidos y ofrecerle al Presidente personal político competente y confiable para gobernar.



La nueva directiva deberá proponer -especialmente a la DC- una revitalización de la Concertación. Esta ha sido una unidad valórica para reconstruir la democracia y debería evolucionar -en función de la etapa en que se encuentra el país- hacia un nuevo contrato programático de fuerzas diferentes, al estilo de las combinaciones políticas de las democracias estables.



Igualmente deberá buscar una mayor sintonía con el electorado progresista crítico de la actual Concertación y proponer fórmulas innovadoras de cooperación política con el PPD, que ocupa un segmento electoral complementario.



Finalmente, deberá aumentar la interlocución política con el gobierno para ayudar a centrar la agenda social como el eje de la acción gubernamental.



Las dificultades



Sin embargo, esto que parece tan sencillo no lo es, ya que la Concertación es también víctima de su historia, y un cambio de directiva en uno de sus partidos no desencadenará automáticamente una ruptura con la forma actual de hacer política alejada de los ciudadanos. Se necesita una gran voluntad para producir el reencuentro entre liderazgo político y ciudadanía dado que la crisis de la Concertación actual es casi terminal. Sería un error no sacar conclusiones radicales de este hecho.



La nueva mesa deberá también esforzarse por modificar el debate nacional influido por los medios de comunicación en temas que buscan el desgaste del gobierno, y centrarlo en temas de fondo como la reforma de la salud, la reforma de la educación y el diseño del escenario electoral para la contienda municipal. Este largo período culminará en la elección presidencial.



La fase de desarrollo del país



Desde una óptica mas global, el país ha cerrado una fase de integración a la economía mundial con la liberalización del comercio exterior y del régimen de inversión extranjera, la desregulación económica y la privatización de empresas públicas. Es muy discutible si estas reformas se han hecho de buena manera. También es discutible si es necesario una nueva estrategia de desarrollo e inserción internacional basada en la tecnología y los servicios.



Lo que es indiscutible, es que el país necesita ingresar a una segunda fase de reformas que restablezca el ritmo de crecimiento económico, y para esto es necesario un marco eficaz de funcionamiento estatal. Sólo así podrán superarse los problemas actuales, operar plenamente las funciones fiscalizadoras y regulatorias, la transparencia y eficacia en el funcionamiento de todas las instituciones, y el cambio de hábitos en los sistemas de ejecución y de toma de decisiones del Estado.



Los plazos



El ciclo de cumplimiento de estos desafíos probablemente superará el período de gestión del gobierno de Ricardo Lagos. Por esta razón, la nueva directiva deberá mirar por sobre el horizonte del gobierno actual. La superación de este ciclo estructural es un proceso que está en sus inicios y debe concluir en decisiones orientadas en función del bien público en todas las esferas del sistema político.



La oposición



Afortunadamente, el predominio en la oposición de concepciones que tienden a debilitar la función del Estado, no ha impedido que se genera un consenso básico entre el gobierno y la UDI respecto a la prioridad de esta tarea nacional.



Ello demuestra un diagnóstico común sobre la fase de desarrollo en que se encuentra el país. A este diagnóstico deberían sumarse otras fuerzas políticas e institucionales para contribuir a la estabilidad y gobernabilidad de la nación.



Las razones de fondo que inducen a un cambio en el PS



Sin embargo, el cumplimiento de esta agenda de largo plazo es propia de partidos de «reforma social» más que de fuerzas conservadoras de origen neoliberal. Es por esta razón, que la directiva del PS y sus parlamentarios estarán especialmente exigidos en la fase que se avecina.



La necesidad de combinar nuevas respuestas programáticas e iniciativas políticas coherentes explica la conveniencia de contar con un liderazgo integrador capaz de generar un nuevo ciclo en la política chilena.



Agotadas otras opciones, las corrientes internas han visto en el consenso alrededor de la figura de Gonzalo Martner la posibilidad de rescatar al Partido Socialista del estancamiento electoral. Este estancamiento es mas grave aún que en un período «normal», ya que se produce bajo un gobierno dirigido por el «líder natural» del sector.



Martner representa un cambio generacional. Es un político joven pero con experiencia en la gestión pública. Puede conducir -junto al ejecutivo- esta fase de modernización del Estado y darle contenido al discurso político. Puede dar cuenta de los cambios producidos en Chile como resultado del proceso de modernización impulsado por la Concertación y así mismo proyectar el futuro. Puede contribuir a dotar a su partido y a la coalición gobernante de una voluntad de poder, que se ha perdido. Puede llamar a la responsabilidad para hacer «un buen gobierno», recordándole a los más críticos, que han sido precisamente los socialistas quienes intentaron por años, llevar a uno de sus hombres a la presidencia de la República.



Nuevas realidades sociales



Han surgido nuevas realidades como el empleo inestable y móvil, en una etapa de desarrollo donde las inversiones son intensivas en tecnología, y por tanto, no conducentes a generar mayor empleo.



Es necesario también buscar alternativas al «desempleo estructural» con políticas permanentes y ofrecer medidas de calificación para enfrentar las nuevas brechas sociales.



Para esto no es posible repetir las fórmulas del pasado. Reconocer los cambios en los segmentos tradicionales donde radica la base electoral de un partido tradicional, es reconocer la necesidad de hacer ajustes en las propuestas para hacer mas efectiva la representación política.



El haber podido disminuir de un 40% a un 20% la pobreza en Chile en una década es un cambio profundo en el segmento socio-electoral que los socialistas pretenden representar.



Han surgido nuevas capas sociales y nuevos temas. Paradojalmente, este mundo social ha quedado a merced de la UDI, sensible al imaginario y a los intereses de estos sectores emergentes que busca capitalizar con una oferta de cambio y movilidad social.



La penetración de la UDI en estos segmentos populares beneficiados por los gobiernos de la Concertación es la prueba de la falta de un discurso actualizado de los socialistas para el Chile popular de hoy.



Una necesaria actualización del discurso político



La actualización del discurso político debe también dar cuenta de las nuevas desigualdades y desarrollar nuevas miradas sobre aquellas viejas desigualdades que no se han podido superar.



Esta nueva época se caracteriza por la crisis de la economía industrial como camino de desarrollo y el surgimiento de la economía del conocimiento y la información como fuerza productiva.



Cada época necesita respuestas propias y el PS requiere desarrollar una mayor sensibilidad frente a los cambios de época que se han desatado con el fin del mundo bipolar y el surgimiento de una economía globalizada basada en la revolución informática.



Chile está plenamente inmerso en este proceso de integración mundial y la globalización no puede ser entendida sólo como un fenómeno comercial subvalorando su impacto en los diferentes aspectos de la vida del país, especialmente en la política y la cultura. Este análisis es especialmente necesario para un partido que tiene una larga tradición en generar teoría política como guía de su acción y que desprecia el pragmatismo sin fundamento.



La seducción populista



Un partido de gobierno no puede limitarse a la protesta o a promover un mayor gasto social sin soluciones precisas. Está obligado a proponer medidas viables y realistas que no debiliten la credibilidad del gobierno y demostrar que no sólo es capaz de gobernar sino también de reformar.



Próximos a un período electoral, los socialistas deberán evitar la tentación populista ante problemas sociales de lenta y compleja solución.



La información, la comunicación y la participación



La velocidad en la transmisión de la información es actualmente el motor del desarrollo social. Es conveniente asimilar en toda su dimensión, que la acción política se desarrolla en un contexto democrático dominado por los medios de comunicación, en particular por los medios audiovisuales, que en su mayoría están en oposición al gobierno.



Es evidente que no basta con hacer bien las cosas. Hay que saber transmitirlas a la población y abrir canales de participación, especialmente hacia los que se «descuelgan» del sistema democrático. Este es el caso de segmentos importantes de la juventud.



La buena comunicación política es un enorme desafío para cualquier jefe de partido ajeno a la «política espectáculo».



¿Es necesario perder para cambiar?



Un partido que no está en condiciones de modernizarse y que se queda detenido en su desarrollo, es siempre castigado por los electores. La nueva directiva tiene la posibilidad de avanzar en la construcción de una nueva fuerza política, ayudar a que el gobierno termine bien su mandato y demostrar que no es necesario pasar a la oposición para tener que cambiar.



Deberá sortear las inercias, las malas prácticas, los egoísmos y el conservadurismo nostálgico.



* Doctor en Economía y Ciencias Sociales de la Universidad Libre de Berlin.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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