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Padrinos y nazis


«Los gobiernos pasan y los ciudadanos permanecen» sería una frase que sintetiza bien lo que pasa en Europa con motivo del escándalo entre el Presidente de la Unión Europea, el Premier italiano Silvio Berlusconi, y la Alemania del Canciller Schroeder.



A su salida de madre en pleno parlamento de Estrasburgo en que ironizó sobre la calidad de nazi de un parlamentario socialdemócrata alemán, ha seguido ni más ni menos que una portada de la revista Der Spiegel, que lo trata de «padrino», aludiendo directamente a su posible condición de mafioso.



En los últimos dos mil años, por mucho menos se armaba una guerra en esta Europa que de ellas ha vivido o más bien, en ellas ha vivido desde, al menos, la época de Julio César hasta nuestros días.



Ni un vuelo se ha suspendido y tampoco ninguna familia ha bajado los menajes del auto en que comienzan sus vacaciones por la península itálica, verdadera meta de vacaciones para una buena parte de la población del norte europeo.



Que ha existido un exceso de nazis en Alemania, y de mafiosos en Italia, parece darse por descontado. Y el hecho de que se haga uso de esto para elaborar mensajes políticos que poco o nada tienen que ver con el
presente, lo demuestra la relativa indiferencia con que se ha tomado a nivel de las personas esta curiosa polémica.



Los analistas políticos, en su mayoría, callan; varios, sino muchos, de ellos están pensando en qué hay detrás de estas fintas. La hipótesis que primero se viene a la mente es que EEUU está usando a sus aliados y amigos en la Unión Europea para debilitar el nacimiento de un polo que vaya más allá de la economía y que pueda ser más que una amenaza, una molestia para la potencia unipolar que hoy domina sin aparente contrapeso el planeta.



El anuncio de suspender sus vacaciones en el Adriático italiano hecho por el Canciller alemán, puede tener más una connotación electoral que real. Las protestas de la oposición de izquierda (¿?) italiana son igualmente electorales, pues la unidad e indiferenciación con el gobierno es, como en Chile, en torno al modelo neo conservador.



Mientras Bush desde Senegal desmiente a sus acusadores, dejando en claro que no es tan de derecha pues se opone Ä„al esclavismo!, esta vieja Europa da muestras de estar unida más por el estómago y el consumismo, que por una idea de nación supranacional, con ideales culturales y políticos.



No faltarán, ni en Europa ni en nuestra América Latina, otros agudos gobernantes que a falta de discurso real hablen hoy de oponerse con firmeza a la malaria, el paludismo o la fiebre amarilla, sin olvidar la lepra.





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