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La Salud Pública en los mil días de la UP


En estos días de septiembre, donde se recuerdan los 30 años del golpe de Estado, sus razones y consecuencias, muchos de los principales actores de la izquierda se más preocupan de «mea culpas» personales o políticas y se olvidan de lo realizado durante el Gobierno Popular en educación, el agro, redistribución del ingreso, nacionalización del cobre, salud, etc.



Repiten el patrón que los caracterizó entonces: mirarse el ombligo y evitar el esfuerzo intelectual mínimo en defensa de lo entonces realizado. Queremos escribir algo diferente y referirnos a los cambios institucionales y culturales en Salud que promovieron cientos y miles de trabajadores de la Salud (profesionales y no profesionales), estudiantes de las carreras de la Salud, pobladores y campesinos.



En Chile, desde el siglo 19, el peso de la atención institucional en Salud ya era fuerte, aunque dominaban los conceptos caritativos y filantrópicos en la entrega de atención médica. A comienzos del siglo 20, la pujante clase media chilena, que ya compite por áreas de influencia y poder con la burguesía tradicional agraria -minera, postula entonces el deber social y el financiamiento estatal de la sanidad chilena. En concordancia, una fuerte presión social conmovía al país liderada por los sindicatos obreros, federaciones universitarias y oficialidad joven del Ejército. Así se logra en 1925 la primera Ley de Protección Social para los trabajadores, la 4054, que les garantiza protección ante enfermedad, cesantía o invalidez.



En 1938 asume el Ministerio de Salud un médico joven con fuertes inquietudes de justicia social, el Dr. Salvador Allende Gossens, era el Gobierno de Aguirre Cerda y del Frente Popular. Realiza el primer Catastro de la Salud Pública Chilena, que documenta 106 hospitales, 242 policlínicas periféricas y alrededor de 500 postas o estaciones médico-rurales, establecimientos que dependían de diferentes instituciones públicas o semi-privadas, muchas veces duplicándose en sus funciones y objetivos, con dispendio de recursos no permisibles para un país pobre como el nuestro.



Será el Dr. Allende el primero que plantee la integración de estos servicios en su libro: «La realidad médico-social de Chile» (1938). Será pionero, también, en establecer la relación entre pobreza y enfermedad.



Con el empuje de sectores progresistas y de destacados médicos como los doctores Sótero del Río, Cruz-Coke, Gustavo Fricke y otros, se logra, en 1953, la Ley 10.383 que crea el Servicio Nacional de Salud (SNS), para reunir todos los establecimientos sanitarios públicos del país bajo una política coherente, nacional y planificada en el área de la Salud. Será el SNS el organismo que tendrá logros sanitarios como vacunaciones, erradicación de enfermedades infecto-contagiosas, educación sanitaria, etc.



Sin embargo, a fines de los sesenta, la pobreza en Chile alcanzaba a cerca del 50% de la población, con la consiguiente carencia de elementos sanitarios básicos como son agua potable, alcantarillado y viviendas dignas. Afectaba principalmente a los más débiles: los niños. Era un desafío combatir la alta desnutrición y la mortalidad infantil elevada (80 niños muertos por mil nacidos vivos, antes de cumplir un año), además de las diarreas, bronconeumonias y enfermedades infecto-contagiosas como sarampión, difteria y otras. Por eso fue solemne y verdadero el compromiso del Dr. Allende: «en mi Gobierno, el único privilegiado será el niño chileno».



Política de Salud del Gobierno Popular



Los planteamientos doctrinarios básicos fueron:
1.- En un estado moderno, la Salud es un derecho de cada ciudadano y es deber del Estado proporcionarla.
2.- La Salud es un proceso dinámico, de equilibrio permanente del hombre con el ambiente que lo rodea. En el logro de la misma interviene decisivamente el nivel de vida, expresado en Vivienda, Salarios, Cultura y Educación.
3.- Consecuente con lo anterior, se postuló que el principal Recurso de Salud de un país es la Comunidad Organizada en pos de un mejor nivel de vida. Sus instituciones sanitarias serán órganos especializados al servicio de aquélla. Se planteaba, pues, la participación real de la población en los graves problemas de Salud Pública de un país subdesarrollado, es decir en las políticas a efectuar en la distribución de los recursos, en la educación sanitaria en pos del cambio cultural en Salud, en la política alimentaria y de saneamiento ambiental. Se planteaban líneas de acción diferentes a las tradicionales, alejadas de cualquier fatalismo sanitario que suponga esperar una alta tasa de desarrollo económico para, entonces, elevar significativamente la salud de los chilenos.



Empleando una política de masas en Salud, se movilizaron entre 1971 y 1972 miles y miles de estudiantes, pobladores, dueñas de casa, trabajadores de la salud (profesionales y no profesionales), en acciones sanitarias que calaron profundamente en la población chilena, educando, modificando hábitos culturales, priorizando prevención y fomento de la Salud, y optimizando curación y rehabilitación.



Se transformaron así las prioridades del sector pasando de una medicina intra-hospitalaria, esencialmente curativa y de alto costo, a otra que, sin descuidar la anterior, fuera «puertas afuera», abierta, ofensiva y en contacto con la comunidad organizada. Aquí destacó la Movilización Popular en Salud, con miles de voluntarios ayudando al equipo de Salud en diferentes campañas, entre las cuales destacan:



– La campaña de prevención de Diarreas Infantiles y Bronconeumonias. Esta fue tan eficiente que permitió que entre los años 71 y 72 se salvaran dos mil vidas infantiles, en comparación a las cifras históricas.



– Vacunaciones. Ä„En 1972 se entregaron un millón de dosis orales de vacuna contra la poliomielitis en un solo día a través de todo el país!

– El Programa Nacional de Leche. Se trabajó intensamente para hacer realidad el Programa Nacional de Leche prometido por el Dr. Allende y que se conoció como el Programa del Medio Litro de Leche para cada niño chileno.



Quien escribe estas líneas fue delegado ejecutivo en Salud en la provincia de Ñuble, y tuvo la satisfacción de ayudar a preparar en el verano de 1971 a 700 voluntarios poblacionales y campesinos que nos ayudaron a combatir las diarreas infantiles y a educar en el buen uso de la leche a través de toda esa provincia. En tres meses de trabajo en el verano del 71, descongestionamos el Servicio de Pediatría del Hospital de Chillán, el que en diciembre del 70, es decir, pocos meses antes, tenía niños afectados de diarreas graves hasta en los pasillos…y en cajas de cartón, a falta de camas. Ä„Intentábamos cumplir con la promesa del compañero Presidente!

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Variación cuantitativa del Programa Nacional
de Leche Chile 1970 – 1971 (1)
  1970 ( Frei) 1971 ( Allende) % variación
Kilos leche repartidos 17.111.368 47.256.546 + 185 %
Beneficiarios 1.210.000 3.046.257 + 154 %
(1) G.Solimano, “Programa Nac de
Leche”, Cuadernos Médico – Sociales Nº 4-Dic 1972.

 

 

Cómo no recordar esas jornadas positivas de «Creación de Salud», donde el empuje y el idealismo era tónica común de todo el equipo: desde la nutricionista que enseñaba en la población hábitos alimenticios, de la enfermera que curaba y enseñaba higiene en el campo o en la población, junto al educador sanitario, el médico que dejaba su consulta privada para ir a hacer atenciones gratuitas en campamentos y poblaciones sin que mediaran elecciones de por medio. No recuerdo otro país donde un 30% de los médicos se comprometieran voluntariamente, sin presiones, con la lucha por una Salud para todos, solidaria y de atención preferente a los más desvalidos. Se hizo sangre en la cultura colectiva chilena el derecho a una buena alimentación de nuestros niños. De hecho, el Programa Nacional de Alimentación Complementaria (PNAC) no pudo ser eliminado por la dictadura.



Naturalmente, todas estas acciones se vieron progresivamente entorpecidas por el mercado negro, el acaparamiento y por el criminal paro del transporte en octubre 72. Gracias a miles de voluntarios en salud, estudiantes de medicina y de otras carreras de la salud, profesionales sanitarios muchas veces de distinto signo, pero consciente de lo antiético que era intentar derrumbar el Gobierno del Dr. Allende usando la salud de los más pobres como instrumento criminal de presión, se derrotaron dos intentos de paralizar la Atención Médica en el país (Paro Médico de octubre del 72 y agosto del 73).



Finalmente, triunfaron los que veían en estas realizaciones el temido Servicio Único de Salud. «Con mano mora» derribaron el Gobierno Constitucional y persiguieron a médicos, estudiantes, trabajadores sanitarios con una fiereza increíble. Las temidas «listas negras» de los hospitales se transformaron en la práctica en sentencias de muerte, tortura o exilio para miles de los que laboramos en Salud. Los más desvalidos no sólo vieron desaparecer, torturar o encarcelar a muchos de sus seres queridos, sino que la contrarreforma en Salud, basada en la libertad en salud y la subsidiariedad del Estado, terminó con ese sueño de lograr una Medicina Solidaria y de nivel humano. Por ese sueño fueron asesinados 21 colegas nuestros a través de todo Chile, entre 1973 y 1986.



Debemos reavivar la memoria colectiva, y continuar destruyendo las mentiras y mitos que por años los golpistas, sus ideólogos civiles y la prensa conservadora han difundido entre las nuevas generaciones. Es el mínimo homenaje a los mártires que el sector salud tuvo.


* Ex-Subdirector Área Norte de Salud de Santiago y subdirector Hospital San José. Médico radiólogo y licenciado en Salud Pública.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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