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11-M: Duele Madrid


11 de marzo. Luego del infame atentado, reunión del Consejo de Ministros y voz unificada del gobierno, el portavoz oficial Eduardo Zaplana declaraba «todo apunta a que la autoría corresponde a la banda criminal y terrorista ETA». El ministro del Interior, Angel Acevez, ante el cuestionamiento y la posibilidad de la participación de un grupo integrista islámico, denunciaba «una campaña de intoxicación miserable» y llamaba a no dar crédito a esa «estrategia de confusión y desinformación» que era parte del atentado.



En el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la delegación española insistió en que la declaración condenatoria incluyera una mención explícita al grupo ETA. George Bush y el Departamento de Estado solidarizaron con sus aliados de la guerra de Irak y al condenar el atentado se cuidaron de no mencionar a Al Quaeda y sí de dar un rol protagónico a ETA. Por su parte en CNN, Larry King en su programa no entrevistaba a alguien de la ONU, ni al embajador de España, sino a la ex esposa de Rock Hudson. El gobierno logró en las primeras horas instalar a ETA como el culpable.



Las cadenas internacionales de televisión mostraban junto a los velatorios y las manifestaciones de dolor, los carteles que decían ETA no, ETA asesinos, y un gran «Ä„basta ya!», que ponía el atentado como una pieza más de la historia del grupo vasco.



A las pocas horas, una carta llegaba a un periódico en Inglaterra, «cuya veracidad no puede ser comprobada», pero cuyos términos y léxicos el director del medio reconocía como similares a otras enviadas por Al Quaeda al cotidiano. Esta carta no fue suficiente para hacer emerger las dudas sobre los autores de la matanza en el gobierno español.



Al día siguiente, el Jefe de Gobierno, Pedro Aznar, seguía manteniendo su posición y explicaba que la firmeza y premura en la versión del gobierno se fundaba en una historia de atentados de 30 años y que lo normal era pensar que el atentado provenía de ETA.



Qué extraño que ni el Jefe de Gobierno, ni el vocero, ni el ministro del interior recordaran la activa participación de Aznar junto a Bush y Blair, encabezando la coalición que invadió Irak. Qué sospechoso, que en ese contexto, no hayan asociado las similitudes del 11-M con el 9/11: la similitud de las fechas, el golpe a un espacio vital de la ciudad y a ciudadanos inocentes, el uso del transporte público como blanco principal, la destrucción de 4 trenes (antes fueron 4 aviones), el número de participantes en el ataque debería ser similar (se habla de 13 bombas en los trenes de Madrid, un número similar al de los atacantes de los aviones de 9/11). La modalidad de golpear por sorpresa y en un momento de alta concentración de inocentes.



Es tan inaudito que un gobierno no haga esas asociaciones, que caben dos hipótesis. O se duda de la inteligencia y la capacidad intelectual básica de los gobernantes de una nación como España, o estamos frente a una de las estrategias de intoxicación miserable, de confusión y desinformación más deleznables realizadas por gobierno alguno, con un fin político-electoral.



Una vez más la mentira del poder en la seguridad del micrófono, otra vez las víctimas son los ciudadanos inocentes.



* Mauricio Tolosa es presidente de la Fundación de la Comunicología.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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