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La insistencia verbal de Aznar


Menos mal que no anduvimos demasiado lejos ni desandados cuando dijimos, el domingo pasado, que era posible que tras la insistencia verbal de Aznar, para culpar a ETA, así sin más ni más, se podía esconder algún propósito de alterar la verdad.



Los españoles de hoy, más rápidos de pensamiento que sus ex colonias, fueron oliendo la cosa y respondieron con el arma de las urnas, produciendo un cambio político del todo inesperado. Si pues: nadie decía 5 días antes que José Luis Rodriguez Zapatero iba a ser elegido presidente del gobierno español.



Sea entonces el primer homenaje para los españoles y españolas que reaccionaron en modo debido y desbarataron un juego del que parece estar contagiando la política de países serios, a partir de las mentirillas que le han ido descubriendo a Bush y a Blair.



El segundo elemento que propongo como tema de reflexión, es el significado y proyección de este golpe brutal, aparentemente propinado por Al Qaeda a la Europa unificada. Recuerdo hace muchos años un desayuno con Fidel Castro, durante su visita a Santiago de Chile, quien al ser consultado sobre la diferencia entre un terrorista y un revolucionario, dijo algo más o menos así: «si tú lanzas una bomba y te va mal, y los efectos políticos son nulos o negativos… eres un terrorista; pero si esa bomba es exitosa, genera efectos políticos y ayuda a cambiar una situación… entonces eres un revolucionario».



Bueno, si aceptamos estas premisas, dichas por alguien más que experto en la materia, tendríamos que concluír que Al Qaeda o los autores finales de los atentados de Madrid, encajan perfectamente en la categoría de revolucionarios.



Han generado un cambio en el gobierno de España y, de acuerdo a las primeras declaraciones, van a generar un cambio en la distribución de las fuerzas dentro de Europa y finalmente un cambio en la composición de la coalición de fuerzas militares que ocupan Irak, bajo el liderazgo norteamericano. ¿Que tal? Creo que el Che Guevara se hubiese soñado una coyuntura de este tipo.
El triángulo Londres-Madrid-Roma se rompe y se prevé más bien un eje Madrid-Paris-Berlín, mientras el Secretario Powel, desde Bagdad, usa un lenguaje de gladiador romano viejo, para pedir que nadie se retire.



Sharon y sus locuras pasan a ser algo así como un orzuelo en la política de las potencias, mientras la figura de Bin Laden crece y los medios occidentales libres no vacilan en decirlo.



En suma, Bush ha logrado desvirtuar de tal modo la opción política de los demócratas, a nivel global (y por suerte no las del Partido Demócrata de su país), que los naipes están mucho más difíciles que antes. Él y sus socios obsesionados por el tema energético están dispuestos a barrer la política, a fin de que sean las fuerzas reales (¿dinero más tanques?) las que diriman la situación.



En este sentido, Bush podría ser homologado, en su capacidad revolucionaria, al mismo Al Qaeda, el enemigo que juró destruír.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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