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La naturaleza del royalty pesquero y minero


Últimamente se ha planteado fuertemente la discusión acerca del royalty a los recursos naturales y, particularmente, se ha intentado difundir la idea falsa de que constituiría un nuevo tributo. Sin embargo, la naturaleza del royalty está muy lejos de ser un impuesto y existen sólidos argumentos para defender su aplicación en nuestro país.



En primer lugar, es el justo precio o remuneración que debe recibir el propietario soberano de los recursos naturales, como contrapartida del aporte que éste hace al invertir sus recursos en el proceso productivo. Así como el trabajador que es dueño de su fuerza de trabajo recibe un salario como retribución a su participación en la producción y el capitalista una rentabilidad por sus aportes de capital, los dueños de los recursos naturales, deben recibir una retribución justa y consistente con el aporte real que estos recursos hacen a la producción.



Hay que tener presente que, en el caso de la pesca, por ejemplo, no es menor el aporte de los recursos marinos a la industria pesquera, puesto que los barcos en alta mar o las instalaciones en tierra no tendrían un valor significativo si no fuera por la existencia del recurso pesquero. Una prueba de esto es que el precio de las acciones se ha más que duplicado con la aprobación de la Ley de Pesca que entregó por 10 años el 80 por ciento de las cuotas pesqueras a la industria pesquera, cuyos grupos más importantes son Del Río y Angelini. Sin embargo, gracias a la desinformación que hay en Chile, los recursos pesqueros se entregan gratuitamente a los conglomerados pesqueros, los que dicho sea de paso han acumulado enormes utilidades.



No es excusa argumentar el pago de patentes, dado que, sería absurdo que la industria del calzado, por ejemplo, exigiera no pagar por el cuero que utiliza en la producción de zapatos, debido a la patente industrial que paga al Estado para obtener la autorización de operar.



Otra característica del royalty inherente a su naturaleza, es la de sincerar los costos de producción, corregir las distorsiones en el mercado, e inducir comportamientos de eficiencia. La economía nos enseña que el rol de los costos y de los precios es promover una asignación eficiente de los recursos, es decir, asegurar que las inversiones se hagan en donde éstas sean realmente rentables, después de pagar los costos de producción.



Si los costos de producción son artificialmente rebajados, por ejemplo, gracias a la poderosa influencia de grupos económicos que logran acceso gratuito a los recursos naturales, permanecerán en la actividad volúmenes de inversión superiores a los que aconseja el criterio de eficiencia, puesto que, existirán utilidades artificialmente positivas. Al imponerse un royalty al uso de recursos naturales, efectivamente suben los costos de producción, pero es un aumento acorde con el costo real de producción, es decir, permitiría sincerar los costos reales de dicha actividad. Probablemente se reducirá la inversión en dicho sector, pero no sería sino la inversión ineficiente que debería reasignarse hacia otro sector productivo, donde sea capaz de obtener rentabilidades reales y no artificiales.



Una tercera característica del royalty dice relación con la sustentabilidad, lo que está estrechamente ligado a la eficiencia, ya que no son criterios contrapuestos. Al sincerar los costos de producción, no sólo se inducen comportamientos de eficiencia en los actores, sino también usos sustentables de los recursos naturales. Lo anterior debido a que al reducirse las inversiones artificialmente rentables, se reduce la sobre explotación y los niveles de extracción del recurso, ajustándose los niveles de producción hacia la producción capaz de pagar los costos reales, entre los cuales está el valor económico de la depreciación del capital natural.



Finalmente, la cuarta característica del royalty dice relación con la meta del progreso y del desarrollo de Chile. Mucho se ha argumentado que la aplicación del royalty a los recursos naturales amenazaría las posibilidades de desarrollo del país. Muy por el contrario, la forma de generar desarrollo a partir de los recursos naturales, es precisamente invirtiéndoles en el proceso productivo, pero, claro, debe estar recibiendo una compensación económica por ello. Al igual que un trabajador recibe un sueldo con el que provee alimentación, salud, vivienda, educación y abrigo a su familia, un país debe recibir un pago por aportar sus recursos naturales a la producción, con lo cual podrá proveer educación, salud, infraestructura, investigación y desarrollo a sus habitantes.



El royalty es, entonces, una modalidad eficaz, clara, consistente y eficiente de avanzar hacia una sociedad más desarrollada, que sea capaz de enfrentar el desafío de la pobreza y la desigualdad.







*Marcel Claude es vicepresidente de Oceana, Oficina para América del Sur y Antártica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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