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La Concertación y la Alianza


Siguen los «dimes y diretes» al interior de la Concertación. Si no es un problema, es otro: MOP Gate, el royalty, el tema del Auge, las reformas constitucionales, las candidaturas municipales, etc.



Al interior de la propia Concertación, muchos piensan que está llegando el fin de esta coalición política, porque se quedó paralizada en otro momento de la historia, cuando sus integrantes se unieron a temas que hoy son del pasado y no de futuro.



Como contraparte, la Alianza por Chile hoy está expresándose de una manera diametralmente distinta. Los conflictos se han superado y espero que definitivamente, los «causa conflictos», los hombres que muchas veces intentaron supeditar los proyectos nacionales a sus propios proyectos personales, estén quedando en la penumbra y en el olvido. Me alegro por esta realidad, porque implica aliviar una situación que la mayoría de la ciudadanía miraba con recelo y desconcierto.



Por supuesto que estos desencuentros al interior de la Alianza tuvieron sus efectos, siendo los más claros los resultados de las últimas encuestas, donde la Ministra Bachelet prácticamente empata con Joaquín Lavín. Sin embargo, esta situación será transitoria y temporal, porque a partir del reordenamiento de la Alianza, podemos augurar su consolidación definitiva para ganar los comicios municipales de este año y luego las parlamentarias y la presidencial que se avecinan.



La Alianza por Chile presenta una visión absolutamente coherente y unida en todos los temas nacionales. Sus discrepancias se originaron sólo por personalismos, formas de acción y estilos de algunos de sus dirigentes, pero nunca por visiones contrapuestas en los temas de mayor trascendencia. Por lo tanto, hubo en la Alianza por Chile discrepancias de formas, hoy ya superadas, pero nunca existieron diferencias de fondo entre sus componentes.



Distinta es la situación en la vereda del frente. En la Concertación sí podemos observar diferencias muy de fondo, problemas incluso valóricos. Una vez que terminó el ciclo político del gobierno militar, que unía a la Concertación en su contra, los partidos que la conforman han dejado ver las grandes diferencias que tienen entre sí en sus proyectos de futuro. Las fisuras se transforman en grietas insalvables y éstas, a su vez, en confrontaciones y desavenencias que no son de estilo, sino de principios. Y ésas, no tienen remedio.



A ello hay que agregar un tema de suyo delicado y serio. El desvío de las platas MOP GATE a campañas políticas, reviste un inusitado y grave escenario que debemos dejar en manos de la justicia, para que las «instituciones funcionen».



Por eso, quienes hoy se alegran por tener una buena nota en una encuesta que no es más que el reflejo de un determinado momento y, por lo tanto, cambiante, se lamentarán próximamente al constatar cómo Joaquín Lavín y la Alianza por Chile irrumpe en las preferencias de la ciudadanía y se consolidan como ganadores.




*Sergio Romero P. es senador.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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