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El suma y sigue de la contaminación ambiental


Recién se inicia el invierno y la ciudad de Santiago ya ha sufrido una serie de episodios críticos por el empeoramiento de la calidad del aire. Si bien es cierto que las contigencias ambientales llegaron casi un mes más tarde y han sido menos con respecto a 2003, en lo que va del año se han decretado ocho alertas, una preemergencia y el modelo predictivo ha fallado al menos en tres ocasiones. En una de ellas se constató la existencia de una preemergencia, ya que dos de las siete estaciones de monitoreo registraron valores que superaron el nivel trescientos, exponiendo a graves consecuencias la salud de la población.



El momento más crítico se vivió entre el 12 y el 16 de junio, cuando se registraron cinco alertas consecutivas, sin que las medidas tomadas por la autoridades ambientales y regionales -restricción vehicular, restricción a las industrias, entre otras- surtieran efecto alguno. El respiro llegó de mano de la lluvia que, aunque débil, logró la disminución del material particulado (PM10), aplacando los niveles de contaminación del aire de la capital.



En los últimos 14 años, la cantidad de material particulado fino (PM2,5) se redujo en 50%, gracias a medidas como las transformaciones de la ciudad a gas natural y al uso de automóviles catalíticos, permitiendo un real avance en mejorar la calidad del aire. Sin embargo, desde 2002 la disminución de la contaminación de la capital se ha estancado.



Esta situación es bastante grave, pues desde 1997 los episodios sobre la norma iban en descenso progresivo en casi todas las categorías, situación que se revierte a partir de 2001. De hecho, durante el año pasado sólo disminuyeron las preemergencias, pero en general la calidad del aire, en las siete estaciones de monitoreos, presentó concentraciones superiores a las registradas en los dos años anteriores.



El gobierno hace su gran apuesta en dos proyectos: la Ley de Bonos de Descontaminación y el Plan Transantiago. Con ellos se espera terminar con las preemergencias para 2005. Sin embargo, cada una de estas iniciativas ha tenido que sortear diversas dificultades.



Mientras el primero se encuentra entrampado en la discusión parlamentaria, pues algunos de sus miembros han condicionado su voto a la creación de una institucionalidad ambiental mucho más fuerte (Ministerio de Medio Ambiente), el segundo ha sufrido una serie de modificaciones. Se llegó a hablar del inicio del Transantiago sin Metro. Sin embargo, en los últimos días el Presidente de la República, Ricardo Lagos, dio todo un vuelco, sacando del Directorio del Transporte -ente que impulsa el reordenamiento del transporte en la capital- a Fernando Bustamante, presidente de Metro. Con este cambio se pretende reimpulsar Transantiago, plan emblemático que ha logrado el acuerdo de todos los sectores y con el cual se espera disminuir los niveles de contaminación de la capital, cumpliendo con las metas del Plan de Prevención y Descontaminación para la Región Metropolitana. Recordemos que, según el último inventario de emisiones, el transporte es el principal responsables de la mala calidad del aire de la ciudad.



No obstante, las actuales disposiciones para combatir la contaminación no aseguran por sí solas que en la práctica la ciudad pueda dar un salto cualitativo hacia la descontaminación. Se requieren de nuevas fórmulas para disminuir los índices y que lo logrado no se revierta.



La solución sólo se dará si se disminuye la carga de la cuenca de Santiago y se gestiona de manera integral la ciudad. ¿Qué significa esto? Fundamentalmente disminuir su población y sus actuales niveles de actividad económica, así como la creciente expansión horizontal de la ciudad y el consecuente distanciamiento entre los hogares y el trabajo. Sólo con medidas estructurales de este tipo lograremos lograr un avance en mejorar la calidad del aire de la capital. De lo contrario, año tras año seguiremos viviendo crisis ambientales.





*Por Paola Vasconi es coordinadora del Programa de Medio Ambiente
de la Fundación Terram.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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