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Salmonicultura y agricultura, una relación peligrosa


Las tentativas de sustituir el alimento de salmones por proteínas vegetales se ha divulgado por muchos años. En Chile, la industria salmonera, con perspectivas de crecimiento de un 10% anual, durante los próximos diez años, apuesta a que los cultivos de los principales sustitutos, trigo, lupino y canola de raps, desplacen la actual preponderancia que tiene la harina y aceite de pescado en la producción de alimento para salmones, y que alcanza al 60%.



Sin embargo, poco se habla de los efectos nocivos sobre los propios salmones, relacionados con la tasa de crecimiento y sobre el sistema inmune del pez. Se ha demostrado científicamente que la tasa de crecimiento disminuye cuando se sustituye más del 25% de la proteína que entrega la harina de pescado. Los efectos de la sustitución de aceite de pescado, por aceite vegetales (ricos en ácidos grasos), compromete el sistema inmune con la probabilidad de contraer enfermedades y mortalidad de los salmones.



Las proteínas vegetales son más bajas en energía y contenido de aminoácidos digeribles que los encontrados en la harina de pescado, y puede no ser posible mantener a los salmones con dietas vegetales por mucho tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que el salmón es un pez carnívoro y que para producir un kilo de salmón cultivado se requieren entre 3-5 kilos de harina y aceite de pescado. Aunque este factor de conversión puede variar en la utilización de proteínas y aceites vegetales, esto no aumentará la cantidad de proteína generada por el cultivo, ya que el salmón consume más proteína de la que produce.



La sustitución de alimento debe considerar, además, la necesidad de más alimento que el requerido habitualmente con la consiguiente mayor pérdida de nitrógeno (producto de la baja asimilación), que es finalmente liberado al medioambiente. Frente a este problema, es importante evitar la sustitución en áreas vulnerables a la contaminación del nitrógeno (factor limitante) o donde la corriente de las aguas es lenta, como ocurre por ejemplo en las bahías y fiordos interiores.



Tema aparte es la seguridad alimentaria. La industria pretende utilizar vegetales como sustitutos de la dieta del salmón, pero ¿cuántos de estos vegetales se encuentran modificados genéticamente? Estamos consumiendo transgénicos sin saber qué pasará y con la incertidumbre científica al respecto, sabiendo que los mayores cultivos agrícolas en el mundo de origen transgénico son soya, maíz, raps y trigo.



Los cambios en los intereses de la investigación deben enfocarse desde el desarrollo de la producción a la integración: la mayor parte de la investigación actual se encuentra enfocada en producir más salmón en menos tiempo y con menor cantidad de alimento. Desde la óptica de la sustentabilidad, lo óptimo es que el mayor desarrollo tecnológico no llevara simplemente a una mayor producción, ya que el cultivo de salmón es una pérdida de recursos. El desarrollo de nuevos modelos, para reutilizar los desechos en cultivos integrados, es una parte clave para la solución del problema ambiental que genera actualmente.



Si esto último no fuera así, que seguirá luego para los genios de la salmonicultura… ¿un supersalmón?



*Cristián Gutiérrez y Mario Painevilo pertenecen a Oceana, Oficina para América del Sur y Antártica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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