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Los correos electrónicos del caso GATE


Diversas opiniones han generado las pesquisas de la ministra en visita Gloria Ana Chevesich en la Unidad de Concesiones del MOP. La mayor discusión pública se ha dado por la acción de la jueza de decretar la incautación de los correos electrónicos de los funcionarios, y los respaldos de los correos desde el año 1.997 hasta el 2.000.



La polémica pública y el amplio debate producto de esta acción, tiene su sustrato en algo radical: la intimidad de las personas y el derecho a mantener comunicaciones privadas y protegidas en su intimidad, más aún si son personas que están padeciendo la incautación de su correspondencia, y además son terceros no involucrados en el proceso que se sigue.



Se suma a eso que la opinión pública se pregunta por el límite: ¿cualquier trabajador está afecto a que le graben sus mails?; si la organización tiene un proceso judicial, del cual no es parte ese trabajador (o no está involucrado), ¿todos sus mails pueden eventualmente estar sometidos al escrutinio de terceros, sin protección alguna de su privacidad?



Hagamos un simple ejercicio derivado de esta diligencia: si asumimos que son unos 200 funcionarios habilitados para usar el mail, los que envían y reciben en promedio unos 50 mails al día. Cuatro años es el período de la diligencia, se debería revisar unos 8 millones de mail. Desconozco si hay archivos adjuntos. Aún cuando fuera sólo un millón de mails, significaría leer un cuaderno de cerca de un millón de hojas. ¿Es factible en la práctica la diligencia?



Naturaleza de los «e-mails»



El correo electrónico o «e-mail» es el servicio de la Internet más ampliamente utilizado (más que el World Wide Web). Al enviar un correo electrónico, se crea un archivo que se transmite y entrega en el buzón electrónico de la persona a la que se dirige. Es un tipo de comunicación entre personas definidas.



Se usa también para transmitir archivos adjuntos que contienen información como documentos, programas o datos multimedia. Se puede acceder a este servicio a través de los servidores de correo. Muchos servicios de correo son abiertos (como el servicio de mail del www.Yahoo.com o www.Google.com), pagados o gratuitos; muchos también son servidores de las empresas, de los servicios públicos o los ministerios, donde típicamente se usa el nombredelusuario@nombredelaempresa.cl.



Lo primero que hay que tener por antecedente es que este servicio es el «Servicio Top» dentro de una industria que ha tenido el mayor crecimiento en poco tiempo en la historia de la humanidad. En 14 años ha logrado tener el número de usuarios que la televisión o la radio demoraron décadas. Ä„ La Internet ha pasado de 15 a 1.500 millones de usuarios en 14 añosÄ„ Las empresas y gobiernos han debido adaptarse rápidamente. Muy pocos han generado normativas claras conocidas por todos para el uso de este tipo de servicios. Primer tema, entonces, no todos los trabajadores disponen de un «manual» que circunscriba el contenido de este servicio a cuestiones estrictamente laborales.



Tampoco los usuarios del MOP habían sido advertidos que todos sus mail podrían ser leídos por resolución judicial, o por terceros (pero aún si no están involucrados en ningún delito o falta alguna). Siempre (por lógica racional, por uso y por costumbre) se ha considerado que los mails son un instrumento de comunicación de distintos asuntos, tanto privados como institucionales. Los usos y costumbres generan hábitos, y estos son nuestra camisa de hierro que hace que tengamos acciones típicas dentro de un marco que creíamos consensuado.



Ese marco es y tiene que seguir siendo el adecuado. Los mails son comunicación entre personas, y si están abiertos al mundo, están abierto a los amigos, a los parientes, a los hermanos, al cónyuge, etc. En ese dominio fluyen todo tipo de comunicaciones, tanto institucionales como íntimas. Sino, que se establezca pública y legalmente que en los e-mails no se puede escribir un pensamiento, un poema, una comunicación que exprese sentimientos, que pretenda seducir, encantar, que exprese temor, enojo o cualquier dimensión de la emoción humana, sino solamente cuestiones laborales.



Es importante distinguir una cosa. No se puede hablar del correo electrónico como un servicio «esencialmente público». Menos se puede argumentar que dado esto, se pueden abrir los e-mail de las personas por terceros ajenos. La falacia del antecedente se da por tres cosas: Primero, este servicio puede perfectamente circunscribirse a una Intranet o a una Extranet. Una Intranet es una red privada, segura y cerrada, pero basada en la tecnología Internet (protocolo IP, http, XML, etc..). Es decir, es en apariencia idéntica a la Internet. Las Intranets son usadas por empresas, gobiernos, y proporcionan recursos de la organización «sólo» para los empleados. Se puede programar el «servidor de correo electrónico» para que no deje entrar los mails que vienen fuera de la Intranet, y disponer de correos electrónicos como un servicio cerrado y privado. Segundo, aún cuando se abra el servidor de correo a los 1.500 millones de usuarios del mundo, es un servicio corporativo abierto a la Internet, pero no necesariamente un «servicio esencialmente público», toda vez que siempre se pueden programar restricciones a los mensajes que vienen del exterior, como los SPAM o correos no deseados. Tercero, una cosa es que los mail sean abiertos a todos los usuarios del mundo, y otra cosa bien distinta es que estemos en presencia de un servicio donde las comunicaciones entre las personas sean públicas.



Sin embargo, y volviendo al caso del MOP, estamos en presencia de un servicio que la organización puso a disposición de los trabajadores, pero abierto a la Internet. Para ello, los usuarios seguramente contaban con un sistema de claves de acceso. Eso significa que la organización tácitamente les entregaba herramientas para resguardar la privacidad e integridad del servicio. El estar abierto al mundo significa que no existen restricciones para recibir o enviar correos a cualquier punto de la geografía mundial, y, por lo tanto, recibir mail de cualquier naturaleza. Desde luego, los de la «Intranet» del MOP, con los temas propiamente del trabajo diario. Pero, además, se pueden recibir mail de un familiar, de un amigo, de una novia, o de una actividad anexa al trabajo. Cuando fueron creadas las casillas para los trabajadores, jamás se pensó que pudieran ser leídos por personas distintas a quien envía y recibe.



Desconozco si existió en el MOP una normativa clara para regular el servicio de correo electrónico, donde se reglamenta el uso del servicio, y se establecen prohibiciones como ejecutar archivos personales, jugar, ir a las galerías de chistes, etc, o usar los mail gratuitos bajo dominios anónimos (por ejemplo, donjuandemarco@yahoo.com) para enviar mail injuriosos o vejatorios de las personas. Todas estas normativas, sin embargo, son siempre creadas para defender el respeto, la protección de la vida privada, de la honra y el derecho al secreto de las comunicaciones, y no para desamparar a las personas en su privacidad.



La Defensa de la privacidad, la inviolabilidad de la correspondencia y comunicaciones privadas, está garantizado en la Constitución Política. Sólo puede registrarse la correspondencia en los casos y formas determinados por la ley. Por ejemplo, de las personas que son parte del proceso penal. No me parece adecuado analizar 1, 10, 15 o más millones de e-mails con comunicaciones entre personas, de distintos contenidos y grados de intimidad, que no están implicadas en caso alguno, ni siquiera como testigos.



Al hablar de defender el derecho a la privacidad, a los mail íntimos, estamos hablando de proteger aquello que es exclusivamente personal, aquello que sólo por decisión autónoma de la persona humana se puede revelar. Una sociedad que no protege este derecho humano básico cae en lo más anacrónico, autoritario y vejatorio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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