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Y Adolfo tenía razón…

Son muchas las tareas que deberá acometer un nuevo gobierno de la Concertación, y que la Democracia Cristiana, desde su propia visión e inspiración, debe contribuir a forjar.


Algunos éramos escépticos respecto de los resultados que tendría la estrategia adoptada por la mesa directiva del Partido Demócrata Cristiano (PDC). Sin embargo, a la luz de las cifras obtenidas en la reciente elección municipal, debo reconocer que nos equivocamos. Es bueno reconocerlo para el prestigio de la política y para una adecuada convivencia al interior de los partidos políticos.



La actual conducción partidaria tuvo al menos tres aciertos importantes: concentró la estrategia política en afirmar la identidad específica y el espacio del PDC dentro de la Concertación, para recuperar el electorado de centro que había emigrado hacia otros sectores, especialmente a la UDI. Condenó y castigó ejemplarmente las incorrecciones de algunos militantes y dirigentes, destacando la transparencia en el accionar político. Privilegió a una nueva generación política, con un nuevo estilo, más cercana a los problemas de la gente, más transparente, que obtuvo por ello un reconocimiento a la calidad, abnegación y vocación de servicio, como ocurrió, entre otros, en el caso de los alcaldes electos, Claudio Orrego y Alberto Undurraga.



Estos y otros factores, detuvieron la caída electoral que el PDC venía experimentado en los últimos diez años y permitió el aumento de algunos puntos porcentuales.



En política si no se actúa oportunamente se puede perder el tiempo. La política requiere ideas, propuestas y liderazgos que se encarnen adecuadamente en una determinada coyuntura histórica. Las maniobras de corto plazo pueden rendir frutos, pero éstos son efímeros si no se sustentan en concepciones y visiones de largo aliento. Estos, deben enmarcarse en ideas y estilos renovados de acuerdo a las nuevas realidades que convoquen a las grandes mayorías a una misión y tarea común. No hay acción política sin ideas que la fundamenten.



Hace catorce años que el PDC no realiza un congreso, que es la máxima instancia para definir sus propuestas e ideas programáticas. Por diversas circunstancias, el último intento se postergó indefinidamente.



Es evidente que no existe el tiempo suficiente para realizar lo que sería propiamente un congreso partidario. Pero, el país requiere y espera propuestas renovadas del Partido Demócrata Cristiano y de la Concertación. En estos catorce años son muchos los cambios que han experimentado el mundo, América Latina y nuestro país. Así, por ejemplo, Chile ha firmado tratados de libre comercio con Europa, Estados Unidos, casi todos los países de América Latina, los países del Asia. Ello plantea desafíos colosales para la nueva estrategia de desarrollo del país en el campo de la innovación, la educación, la tecnología y la institucionalidad.



Se requiere avanzar hacia un nuevo esfuerzo exportador con una nueva institucionalidad que lo sustente, que articule adecuadamente los sectores público y privado, y especialmente a las pequeñas y medianas empresas, con el fin de que puedan competir eficazmente en el nuevo escenario internacional. Chile requerirá también un esfuerzo consensuado y sostenido para reducir las nuevas y viejas desigualdades. En fin, son muchas las tareas que deberá acometer un nuevo gobierno de la Concertación, y que la Democracia Cristiana, desde su propia visión e inspiración, debe contribuir a forjar.



Para ello, es indispensable convocar a todos los actores sociales, a un proceso de análisis y discusión que culmine en propuestas específicas para cada región y comuna. Este debería ser un debate ciudadano no solamente con los militantes o simpatizantes del PDC, sino que debe estar abierto a todos aquellos que tengan ideas y propuestas. No resultan suficiente las definiciones de carácter general. Se requiere tomar en consideración las complejidades y diversidades de las diferentes regiones y comunas del país.



Esta tarea debería realizarse en los próximos meses. Todavía se está a tiempo. Si lo hacemos y se hace bien, el país volverá a confiar en el PDC y en la Concertación y podrá apreciar que no se está en una mera disputa por el poder, sino que efectivamente se han diseñado propuestas específicas para solucionar los nuevos problemas que Chile deberá enfrentar. Si lo hacemos, no habremos perdido la oportunidad histórica de encabezar la posibilidad cierta de alcanzar el desarrollo para Chile con justicia y equidad.



Carlos Eduardo Mena Keymer. Ex Embajador de Chile en Brasil
Director del Instituto Chileno de Estudios Humanísticos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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