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Foro Social : La democracia en debate

En parte, esto refleja que tenemos en la sociedad chilena una nueva escena social que desconocemos en la profundidad de su complejidad, y por otro lado se ha consolidado históricamente una maquinaria compleja y eficiente de instalación de la modernización capitalista.


Pareciera que la inexistencia de un proyecto político alternativo ha implicado que la sociedad civil se fragmente en multitud de lecturas, y adopte posturas reactivas y defensivas ante las formulaciones dominantes o ante los efectos que generan las políticas dominantes. Es por ello que al interior de los sectores de la ‘sociedad civil’ hay tantas lecturas históricas de la transición como posiciones en relación al Estado, al Mercado, a la misma Sociedad Civil, al mundo popular o a la coyuntura internacional.



Uno de los principales temas que abordará el Foro Social Chileno, al que convocan más de 200 organizaciones ciudadanas es la democracia. Análisis a la transición, diagnósticos, críticas, propuestas y desafíos para su profundización o democratización estarán presentes, a partir de las más diversas lecturas históricas y políticas, en las actividades que se inician este 19 de noviembre.



Que la democracia y junto con ella la participación, sea asumida como tema de debate por la sociedad civil, adquiere una particular importancia en la actual coyuntura política. Desde diversas instancias, pero también desde sectores ligados al ámbito de la política, se considera que luego de tres gobiernos democráticos administrados por la Concertación, se hace indispensable un cambio de rumbo en estas materias. Ante la realidad de nuestro país, ha ido creciendo en estos círculos la conciencia de la urgente necesidad de profundizar la democracia.



El propio debate que se ha anidado en los ámbitos de la Sociedad Civil considera que algunos de los problemas más apremiantes que vive nuestro país están asociados con la debilidad y déficit de la democracia. Variadas señales dan cuenta de aquello: una persistente y aguda desigualdad social que compromete el ‘pacto social’ sobre los que se basa toda convivencia democrática, una agenda pública marcada casi exclusivamente por los temas del crecimiento y del desarrollo pero donde han estado prácticamente ausente los temas de la democracia y la participación social, un creciente cuestionamiento de la ciudadanía respecto a las instituciones nacionales, una pérdida del sentido de pertenencia nacional que recogen los Informes de Desarrollo Humano del PNUD, como el propio desinterés de la juventud a inscribirse en los registros electorales y elegir a las autoridades públicas.



Este debate que a la vez es un dilema, desde la Sociedad Civil se enfrenta reconociendo ciertos límites: la inexistencia de una sociedad civil organizada y empoderada en su condición ciudadana; los límites propios de un Estado críptico e impermeable a los requerimientos de las Organizaciones de la Sociedad Civil; la ausencia de un proyecto político que de contenido al malestar y a los deseos de construcción de «otra» sociedad; y los límites propios de nuestro sector de las ONGs, que ha sido permeable a la influencia de temas de moda impuestas por la Cooperación Internacional, a la necesidad de encontrar financiamientos, que venidos del Estado son más condicionados, lo que ha impactado en la misión, el rol y las estrategias de las ONGs.



Pareciera que la inexistencia de un proyecto político alternativo ha implicado que la sociedad civil se fragmente en multitud de lecturas, y adopte posturas reactivas y defensivas ante las formulaciones dominantes o ante los efectos que generan las políticas dominantes. Es por ello que al interior de los sectores ‘sociedad civil’ hay tantas lecturas históricas de la transición como posiciones en relación al Estado, al Mercado, a la misma Sociedad Civil, al mundo popular o a la coyuntura internacional.

Las orientaciones a la acción que predominaron en el pasado se han visto cuestionadas. Si buscamos los sujetos populares del pasado, lo más probable es que no los encontremos; si buscamos las luchas políticas del pasado, lo más probable es que tampoco estén donde creemos.



Algunos consideran que por primera vez estamos ante la posibilidad real de reconstruir una real autonomía del pueblo, ahora libre de las ataduras de las ONGs y de los partidos (Salazar). Otros, que surgen territorios populares productivos, que establecen gérmenes alternativos a la dominante lógica de la globalización transnacional. Y las múltiples escenas que se presentan en la ciudad, manifiestan una presencia enigmática pero sostenida de lo popular.



Esto ha implicado un hecho esencial, que la categoría histórica que pensaba en la existencia de un pueblo, clase, ya no sea tan claro como el que fuera construido desde los albores del siglo XX por los mancomunalistas, sindicalistas y partidos. Lo que existe es una amplitud de intereses que no se tocan o que incluso colisionan entre sí. Es la llamada individuación o «multitud».



Entonces la tarea para los grupos que piensan en otra modernización posible es de enorme magnitud. Hoy tenemos una situación que desconocemos respecto a lo que realmente incita a la gente a participar en asuntos públicos, con movimientos que muchas veces no responden a las lógicas a las que estábamos acostumbrados, con una escena pública que amplifica el mapa de incidencias. Existe una variedad de expresiones, fragmentadas, que debemos conocer más.



En parte, esto refleja que tenemos en la sociedad chilena una nueva escena social que desconocemos en la profundidad de su complejidad, y por otro lado se ha consolidado históricamente una maquinaria compleja y eficiente de instalación de la modernización capitalista.



El problema que de partida se presenta para un sector que ha cambiado como el nuestro, dice relación en cómo se actúa y se propone a partir de lo real y no de lo imaginario; a partir de la situación concreta en que se encuentra la estructura social, económica y política del país. Y cómo podemos, a partir del reconocimiento de esas limitaciones y condicionantes, plantearnos el problema del cambio de las estructuras que reproducen la injusticia en nuestra sociedad.



El tema, entonces, es cuál es el alcance y posibilidades del «cambio» en este nuevo contexto, entendiendo cambio como el avance hacia una sociedad más justa y democrática. Su relación con la cuestión del poder y con la llamada «incidencia», ¿cuales son los alcances de ésta? , ¿dónde tenemos que incidir?, ¿con quién?



Se trata de un itinerario que no es tan distinto del que probablemente ha debido transitar lo que se denomina como «lo popular», en un deambular pleno de aprendizajes.



Por ello, nuestra tarea es racionalizar esos aprendizajes para poder llenar de contenidos una propuesta de profundización de la democracia, «democratizar la democracia»; avanzando en temas como Democracia Social; Gobernabilidad asociativa; Territorios culturales populares y Economía social.



Esto último se torna en una cuestión prioritaria para la sociedad civil si entendemos a la democracia como una dinámica social que se encuentra en constante movimiento y en transformación, y por ello no debe ser reducida exclusivamente a una lógica institucional, particularmente en el caso de Chile. Ello no implica que las cuestiones «institucionales» no sean importantes especialmente en el caso chileno, donde a lo menos se requiere reconstruir la arquitectura de legitimidad de la Constitución de 1980, mediante una nueva Constitución promovida por una Asamblea Constituyente, en la cual se exprese la soberanía popular.



Pero la democracia debe ir todavía más lejos, entrar en la cuestión económica, social y cultural, lo que relaciona directamente el debate sobre la democracia con el debate sobre el desarrollo, en cuestiones tan concretas como la equidad en un país tan desigual, en asuntos de derechos elementales que pueden ser concebidos como los derechos económicos sociales y culturales.



El Foro Social Chileno será una oportunidad para poner en la mesa estos diálogos y reflexiones que hasta ahora se han dado en determinados círculos. También para contextualizarlo en la realidad latinoamericana, y por ello llegarán a Chile destacados pensadores y activistas de la región como Aníbal Quijano, Emir Sader, Carlos Aguilar y Eduardo Ballón. Porque mientras ocurra la Cumbre APEC, un sector de la ciudadanía estará trabajando en generar propuestas para un Chile más justo, solidario y democrático.



Miguel Santibáñez, Director Asociación Chilena de ONGs Acción.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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