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El final de la transición: balance 2004 y proyecciones 2005


Justo un año atrás, haciendo el balance del año que despedíamos, escribí una columna destacando el 2003 como el año en que habíamos logrado correr el cerco. No me equivoqué, a juzgar por los más importantes hechos de este año que está al borde de terminar y que confirman la progresión de nuestra sociedad desde su fase adolescente a la adultez.



Consolidación de las candidatas mujeres y de una agenda social por la igualdad



Las dos mujeres que se perfilaban durante el 2003 como las favoritas de la opinión pública -si bien no de las elites políticas- en el transcurso del 2004 han consolidado su liderazgo ciudadano y ganado peso en su liderazgo político, con mayor aceptación por parte de las elites que pasaron del estupor y la inicial reticencia, a la resignación y a una creciente adhesión cada vez más entusiasta. Escuchar la voz del pueblo, parece ser la consigna de un número cada vez más grande de dirigentes y actores políticos que respaldan a Alvear y Bachelet como posibles candidatas presidenciales de la Concertación y, con grandes posibilidades, como presidentas de la república. De modo que, aún si las mujeres en Chile siguen teniendo las más bajas tasas de participación laboral de América Latina, si bien las discriminaciones salariales acompañan su vida laboral y aún cuando acceder a los espacios de poder y de toma de decisiones sigue siendo limitado y difícil para las mujeres, la necesidad de validar a las instituciones políticas propias de la democracia y de legitimar su papel ante la ciudadanía, ha permitido que la demanda por la igualdad de género alcance su mayor recompensa, al menos, simbólica. Haber roto una de las expresiones más rígidas de la desigualdad, allí donde se combinan factores estructurales de difícil remoción y factores culturales con fuerte carga valórica, constituye una potente señal de la nueva agenda social por la igualdad que ha comenzado a instalarse y que será parte del debate público del 2005



Crecimiento económico, inserción e imagen internacional de Chile



Con igual fuerza el año 2004 muestra a Chile, después de jugar el emblemático papel de David frente a Goliat durante el 2003 a propósito de la guerra con Irak, consolidando, no sólo su inserción, sino su imagen internacional con una exitosa reunión de los países integrantes de la APEC en Santiago. Ciudad visitada por los principales líderes mundiales, la cumbre APEC incluyó la presencia de la figura más cuestionada y controversial, pero más poderosa del mundo, el presidente norteamericano Bush, el mismo que intentó hacerle un desaire al presidente Lagos cuando la firma del TLC y que, para disfrute de los ánimos independentistas locales, fue tratado como un invitado al que se pone en su lugar por el dueño de casa. Habiendo logrado remontar durante el 2004 la situación previa de desaceleración económica, con una previsión aún más optimista de crecimiento para el 2005 y teniendo de legado una encomiable estabilidad económica que le ha permitido a Chile soportar las turbulencias económicas mundiales con los menores costos de América Latina, la inserción chilena adquiere, junto con la consolidación de acuerdos y tratados que comienzan a mostrar sus frutos en la economía nacional, nuevas proyecciones, especialmente políticas, como se advierte en la reciente firma de la Comunidad Sudamericana y en la audaz candidatura del ministro del Interior, Insulza, para encabezar la OEA a partir de mediados del 2005.



Nueva cultura por los derechos humanos



Si en el 2003 la conmemoración de los 30 años de la muerte de Salvador Allende fue la válvula de escape para exhibir en todos los medios de comunicación el cúmulo de evidencia gráfica sobre la violencia de estado ejercida por la dictadura, el 2004 ha sido el año del reconocimiento de las responsabilidades institucionales en tales hechos por parte de algunos de sus principales actores involucrados, gracias a la inicial declaración de Cheyre, así como de los dramáticos consecuencias que ello tuvo para millares de hombres y mujeres presos y torturados durante el régimen de Pinochet, víctimas sobrevivientes que han convivido anónimamente con todos nosotros y que por fin adquieren rostros, nombres y voz con el Informe de Prisión Política y Tortura preparado por la Comisión presidida por Valech. La reparación -más simbólica que material- por los daños físicos, sicológicos y morales a las víctimas directas, la creación de un Instituto de los Derechos Humanos destinado a mantener viva la vigencia y difusión de todos los derechos humanos, la inclusión en la malla curricular de estos contenidos como enseñanza obligatoria en las escuelas y el tratamiento en el sistema judicial de todos los juicios para acompañar con las sanciones legales debidas el persistente develamiento de la verdad, permite que Chile se ponga pantalones largos y adquiera respetabilidad internacional, esta vez en el plano ético-político.

Proyecciones: el cierre de la transición



En estos tres principales hechos que condensan el recorrido del año 2004 se inscriben las que serán las más importantes proyecciones del 2005, año marcado por las elecciones presidencial y parlamentarias que ocurrirán a su término.



Chile, parte de la comunidad de naciones libres, deberá enfrentar su entorno más inmediato, América Latina, especialmente en el área sudamericana, y resolver de manera armoniosa la doble integración económica y política que demanda la lógica que hoy gobierna las relaciones internacionales. Integración energética y física, acorde con una integración social propia de los flujos migratorios en fronteras, requiere acuerdos políticos de cooperación para equilibrar con los mismos derechos a países de pesos y tamaños desiguales.



La sociedad chilena ha asumido, finalmente, que los derechos esenciales de las personas, aquéllos que la declaración universal de los derechos humanos ha tratado de consagrar desde mediados del siglo pasado, son inalienables, un patrimonio de todos. Partiendo por el básico derecho a la vida y a la integridad personal, pero pasando también por los derechos económicos, sociales y culturales, el debate del 2005 tendrá, como nunca antes desde el retorno de la democracia, ese sesgo que algunos sintetizan como igualdad de oportunidades, otros como equidad, y tantos más como seguridad y protección, pero que en definitiva es la construcción de una sociedad de ciudadanos, con igualdad de derechos.



Y, finalmente, la probable figura de una mujer como candidata presidencial del bloque mayoritario, así como es demostración de los cambios modernizadores vividos por nuestro país, por la otra instala una nueva agenda pública basada en la transparencia, el fin de los privilegios, la diversidad, el reconocimiento a los méritos y el esfuerzo, constituyéndose en valores cruciales para la construcción de una sociedad basada en relaciones de confianza, cuya máxima expresión debiera ser una nueva Constitución política que cierre sólidamente nuestra larga y casi extinta transición.



Clarisa Hardy. Directora Ejecutiva Fundación Chile 21.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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