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Sonría, lo estamos filmando


Usted no se da cuenta, pero en este mismo momento podría haber una cámara filmándole. Cámaras de diferentes tipos vigilan nuestro comportamiento todos los días. Hay cámaras en casi todas las tiendas, en edificios públicos y privados, en todas las calles importantes y algunas no tan importantes, en los estadios de fútbol. He llegado a pensar que incluso las esconden en los baños. El gran hermano existe, su misión es controlar a la sociedad.



Hay cámaras visibles que dicen burlonamente «sonría, lo estamos filmando» otras examinan a los clientes y empleados en busca de irregularidades. También hay cámaras ocultas que todos saben que están, pero nadie sabe dónde. El material fruto de estas filmaciones generalmente es accedido por los altos mandos (jefes, gerentes, dueños, etc…)



Es importante ahora hacer una distinción entre cámaras de uso interno y privado, cuya instalación depende de la empresa o institución que las maneja, de las cámaras que se introducen en algún lugar para lograr captar imágenes con fines periodísticos. El uso de cámaras ocultas para realizar investigaciones periodísticas -a fin de cuentas- es un dilema ético. No existe una respuesta categórica sobre la validez de su uso. El límite es demasiado estrecho.



Personalmente creo que las cámaras ocultas con fines periodísticos, en algunos casos, son útiles. Por ejemplo, si un juez es grabado cuando recibe una coima por parte de un traficante, entonces sí parece correcto el uso de una cámara oculta. Es decir, en la medida que lo que se denuncia sea un acto de interés publico que atañe a toda la sociedad, el uso de este recurso límite parece válido y legitimo.



Por otro lado, si la misma cámara descubre la infidelidad de una dueña de casa con el lechero, no parece justificado ya que es un acto de carácter intimo y privado que no concierne al interés general de la sociedad.



En Chile hace rato que se utilizan las cámaras ocultas en reportajes periodísticos. Un equipo las utilizó al interior de las cadenas de supermercados. En otra ocasión se filmó furtivamente en una casa de traficantes mientras estos repartían la droga. También fue ampliamente utilizada cuando se desbarató una red de pedofilos (Red Paidos). En el caso del juez Calvo y ahora el caso del Senador Lavandero también se utilizaron cámaras secretas.



Las autoridades públicas bajo un régimen democrático sean estos ministros, parlamentarios, jueces e inclusive el propio presidente de la república están sometidos al escrutinio publico. Sus actos son -por definición- de interés publico. Las autoridades gozan de innumerables privilegios, pero también deben -aunque no les agrade- pagar un costo personal. Así son las reglas del juego. Quien gana celebridad y reconocimiento publico por un lado, pierde en privacidad e intimidad personal por el otro. Nada sale gratis.



El uso de la cámara oculta tiene sentido en la medida que el trabajo periodístico aporte antecedentes al interés general de la sociedad. Si no es así, constituye una herramienta poco ética y destructiva. Usted decida, mientras tanto sonría, lo estamos filmando.



Eduardo Yáñez Morel. Comité Pro-Defensa Ciudadana.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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