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Chile: más ricos, pero más vulnerables

Si bien, para el resto del mundo lo que exportamos es ínfimo (0,4% de las importaciones del planeta), para nuestra economía el impacto es enorme.



¿Está el crecimiento económico de Chile inducido por las exportaciones?. Esta pregunta puede ser relevante para el destino de los chilenos, tanto porque dependemos esencialmente de lo que pase con nuestros socios comerciales como porque, de ser cierta esta aseveración, las políticas económicas son diferentes a las que tienen países con mucho menor proporción de producto hacia el exterior como, por ejemplo, Brasil.



Lo primero que cabe notar es que más de un tercio de lo que se produce en Chile tiene por destino consumidores externos. El año 2004 crecieron en 49% las exportaciones con respecto a 2003 alcanzando a 32.026 millones de dólares Ä„Y recién en el 2003 se festejaba haber superado los 20.000 millones de dólares!



Asimismo, las exportaciones manufactureras han aumentado considerablemente, pese a los temores que surgieron al momento de la firma de los Tratados de Libre Comercio, alcanzando a más del 50% del total de los envíos.

Ciertamente, el hecho de tener una estructura relativamente diversificada de exportaciones permite sobrepasar las crisis parciales de alguno de los socios de Chile en el comercio exterior. En términos regionales, los envíos a Estados Unidos pasaron de US$ 916 millones en 1990-92 a US$ 2.266 millones en 1999-2001 con un crecimiento de casi 150%. Estos resultados consignan a este país como el de segundo mejor desempeño de los destinos analizados después de Aladi. Por su parte, Asia y Unión Europea han crecido a ritmos menores, aunque experimentando importantes incrementos en valor.



Si bien, para el resto del mundo lo que exportamos es ínfimo (0,4% de las importaciones del planeta), para nuestra economía el impacto es enorme y, más allá de las bondades que se manifestaron en 2004, no puede dejar de inquietarnos el aumento de la vulnerabilidad país ya que vivimos en un proceso en que también se globalizan los desajustes y con impactos en cadena de difícil previsión.



Un estudio difundido por el Banco Central muestra que la demanda externa tiene un importante efecto sobre el volumen exportado en el largo plazo, resultando elástica para todas las regiones consideradas, con valores entre 2,3 y 4 por ciento para Estados Unidos, y entre 1,2 y 2 por ciento para el resto de las zonas. Esto evidencia que el desempeño exportador estaría fuertemente asociado al ciclo económico de nuestros principales socios comerciales.



Por su parte, los impactos exportadores como consecuencia de variaciones en el tipo de cambio real presentan valores de mucha menor significación por lo que las conocidas maniobras para bajar costos reales a expensas del medio ambiente o los salarios parecen jamás haber tenido justificación.



Con estos antecedentes y las estimaciones para 2005 de la economía mundial que hizo el FMI, parecería que todo marcha sobre hojuelas. Sin embargo, el miércoles pasado el presidente del FMI, Rodrigo Rato, en la U. de Columbia señaló los riesgos que se visualizan en la economía mundial por el persistente desequilibrio al cual nos lleva el déficit fiscal norteamericano y que ha hecho pensar a economistas reputados, como J. Stiglitz, que el dólar podría no ser más moneda de reserva.



Tal decisión, si fuese adoptada por algunas de las economías asiáticas (China y Japón especialmente que son los principales tenedores de la divisa norteamericana en este momento), podría provocar una seria crisis internacional. Una situación tal, dijo el Presidente del FMI, podría crear serias perturbaciones y volatilidad en los mercados financieros. Ante esta eventualidad, lo lógico será que EE.UU. intente frenar la «estampida» aumentando las tasas de interés internacionales con lo cual se crearían otros problemas, esta vez para las empresas endeudadas en divisas (recordemos que el sector privado chileno tiene más de 40.000 millones de dólares en créditos externos).

R. Rato alerta que, con un déficit de esta envergadura, «es poco probable que EE. UU. tenga un acceso al crédito tan fácil con las políticas actuales». En este contexto, las autoridades económicas chilenas tienen que evaluar la estructura de la canasta de la reserva monetaria internacional y ser prudentes en las estimaciones de la economía mundial.



Chile, pese a todo, está en un momento extremadamente favorable porque las variaciones en la demanda de cobre no cambian tan repentinamente; porque las nuevas exportaciones pueden sostenerse (vinos, salmones, maderas y pastas químicas) ante cambios menores de las economías receptoras; y, porque la estabilidad interna siempre permite mayor margen de maniobra que en situaciones de permanente crisis. Pero, como en todo, el triunfalismo imprudente no es buen consejero.



Rafael Urriola es economista



Análisis económicos anteriores:



Oportunidades y desafíos para la política social
(17 de enero de 2005)



Crecimiento, ¿para qué?
(3 de enero de 2005)



El trauma del empleo rezagado
(22 de diciembre de 2005)

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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