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La DC ante decisiones trascendentales


En las últimas semanas hemos conocido una variedad de opiniones vertidas tanto por militantes de la DC (majadero es el caso de Marcelo Trivelli) como por personeros de la Concertación y obviamente también por los siempre contradictores de la derecha, acerca de que éste es un partido que está agotado o en una especie de crisis terminal. Lo que no han sido capaces de apreciar, objetivamente, dichas opiniones es que, si bien la Democracia Cristiana tiene efectivos periodos de crisis y descensos en el apoyo ciudadano, también es capaz de reposicionarse de manera significativa.



Lo antes señalado siempre va a estar condicionado por la conducción del Partido, lo que no implica necesariamente el nombre de la persona que está ejerciendo la Presidencia sino que fundamentalmente un cuerpo consistente de ideas y acciones que sean coherentes y eficaces para enfrentar la realidad nacional.



En efecto, la Democracia Cristiana ha venido recuperando sustantivamente el respaldo y la confianza de los chilenos. Ello porque la actual directiva ha desarrollado acciones concretas para enfrentar los aislados, pero no por eso menos importantes, casos de corrupción que han involucrado a personeros de la Concertación. Y ha establecido un nuevo diseño de la alianza concertacionista sobre la base de que, si bien la alternativa democratizadora más viable para chile es la Concertación, a la D.C. le cabe allí un papel protagonista. Es ése y no otro el sentido de que Adolfo Zaldivar haya instalado la preocupación sobre el actual estado de abandono en que se encuentran los sectores medios y la necesidad de corregir el modelo neoliberal para atender de manera eficaz a dichos sectores.



Hoy hablar de una «nueva Concertación» no es un mero cambio de imagen, puesto que la DC ha inaugurado la necesidad de contar con una nueva forma y fondo de entender a la Concertación de Partidos por la Democracia, tanto en aquellos aspectos éticos, teóricos como programáticos que deben primar para gobernar el país, nuevamente, a partir de marzo del 2006.



Que hay crisis no es novedad, diagnosticarla, permanente e interesadamente, tampoco. Lo importante es enfrentarlas y salir fortalecido de ellas. En eso la actual conducción de la Democracia Cristiana ha dado significativas muestras de la necesidad de mejorar la posición del partido en la sociedad chilena. Optimizar aquello es tarea de los dirigentes y militantes que se juntarán este fin de semana para ratificar los desafíos de conducir el país con Michelle Bachelet, sustentada en las nuevas ideas para un Estado más comprometido con la gente, especialmente con los más pobres y la clase media, y con parlamentarios demócrata cristianos capaces de diseñar y ejecutar dichas nuevas ideas.





Eduardo Salas Cerda. Abogado. Vicepresidente Región Metropolitana de la Democracia Cristiana.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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