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Mi madre y Villa Grimaldi


Mi madre Maria Julieta Ramírez Gallegos desapareció en noviembre de 1974 cuando me fue a visitar al lugar de detención de Tres ÁlamosÂ… Su «delito» hacer lo que toda madre hace cuando un hijo esta en prisión: ir a visitarlo. Si hubiera estado enfermo, ella habría ido al hospital.



Fueron muchos los testigos que la vieron, cuando tirada por los cabellos era arrastrada por los pasillos de ese lugar de detención. El que realizaba esta innoble acción era el Comandante Conrado Pacheco, que en aquella época era el responsable de Tres ÁlamosÂ…



Luego entregó a mi madre en las manos de la DINA, y nunca más se supo de su destino.



Saber que se solicita el desafuero de Pinochet para conocer más sobre la verdad de este horrendo suceso ha sido para mi una bendición del cielo… Todos sabemos que los desafueros de este dictador no llegan casi nunca al finÂ… Pero mi madre era muy católica, entonces porqué no tener la esperanza que este milagro se produzca de una vez por todasÂ…



Hay un dicho indígena que dice: «Un pueblo que no hace justicia a sus muertos, es un pueblo maldito y los pueblos malditos no tienen futuroÂ…» Hay que escuchar la voz de la sabiduríaÂ… Pienso que hay que ser responsable con las futuras generaciones: sino se hace justicia, qué moral podemos trasmitir a nuestros hijosÂ… Cómo podemos alarmarnos de que crezca la delincuencia en nuestro paísÂ… cuando hay una cantidad enorme de delincuentes mayores que después de haber robado, torturado, asesinado, están tranquilos paseándose por las calles de Santiago.



La vida le ha dado y le seguirá dando al Poder Judicial chileno oportunidades de mostrarse ante los ojos del mundo como una institución seria y responsable, que merezca el respeto internacionalÂ… Todavía no lo ha hecho y para un chileno que vive afuera y que lee los diarios extranjeros, duele que se trate a la justicia de nuestro país como corrompida y ausente de todo interés de hacer justicia por los crímenes que se cometieron durante la dictadura.



En mi país hay muchos delincuentes que, por delitos menores que los realizados por Pinochet, cumplen penas de prisión y la prensa los muestra en todos los medios con profundo desprecioÂ… Esta bien, pero de nada sirve cuando el delincuente mayor sigue tranquilo en su casaÂ…



En todo caso yo soy menos católico que la mamá y la verdad no necesito milagros, sino justicia.



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Oscar Castro Ramírez es actor y director del Teatro Aleph de Francia. Su madre, María Julieta Ramírez, fue vista con vida por última vez en el centro de detención de Villa Grimaldi.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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