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Ley de Bosque Nativo: El empecinamiento del Presidente


Dentro de las múltiples promesas contenidas en el programa presidencial de Ricardo Lagos, la promulgación de la Ley de Bosque Nativo era una de las más sentidas por quienes tienen sensibilidad ambiental. Ahora, en los últimos meses de su gobierno, el jefe de Estado pareciera querer cumplir con este anuncio, pero las condiciones actuales hacen que ese empeño sea al menos contradictorio.



Este proyecto, que inició su tramitación hace catorce años, fue pensado como una iniciativa legal que promovería la recuperación y el fomento del bosque nativo, a través de la bonificación al manejo de las superficies forestales que se encuentran en gran medida en manos de pequeños propietarios. Pero, a través del tiempo, el proyecto ha tenido cambios importantes y sin lugar a dudas hoy no cumple con los objetivos para los cuales fue ideado. Lo más preocupante es que eso parece no importarle al Gobierno ni al Presidente, pues en su afán de cumplir con la promesa realizada, cada vez les importa menos el contenido o con quienes se establecen alianzas para promulgar una ley que, de fomento y recuperación de bosque nativo, ya sólo está conservando el titulo.



Es así como, en el Senado, hemos sido testigos de la forma en que se establecen las alianzas para sacar adelante la «promesa ambiental» más emblemática del presidente Lagos: agrupando a los sectores más neoliberales de la Concertación con la UDI. La consecuencia es que, al igual que otras veces, la discusión se ha polarizado y el proyecto una vez más quedó entrampado en las comisiones unidas de Medio Ambiente y Agricultura del Senado.



La división entre dos sectores es clara, firme y evidente. Por una parte están los que quieren sacar adelante este proyecto a cualquier precio, con una visión que obedece a una lógica productivista de corto plazo, en que ven que el bosque es un conjunto de palos a sustituir por otros cultivos que den dinero en el mas corto plazo posible, sin importar que esto traiga miseria en 5 o 10 años más. Lo llamativo es que este sector lo conforman el Gobierno y parlamentarios de derecha elegidos y designados.



En el otro bando están los que quieren sacar un proyecto que cumpla con los objetivos para los cuáles fue ideado, los que están dispuestos a escuchar y considerar las opiniones de los científicos, académicos, expertos y personas que viven en las zonas involucradas. Este sector está representado por un senador claramente ambientalista de la Alianza (Antonio Horvath) y algunos parlamentarios de la Concertación. Para decirlo más claramente, este proyecto genera alianzas diferentes a las tradicionales, no existe la típica división entre el oficialismo y la derecha, sino una lógica política transversal que obedece a otros intereses.



En ese contexto, resulta muy curiosa la alianza Gobierno-Derecha, sobre todo cuando existe una opinión generalizada de que el proyecto es malo y, dado el escenario actual de campañas políticas, no existe la tranquilidad para legislar en una materia de tanta relevancia para el país.



¿Cómo es posible que faltando cuatro meses para que concluya su mandato, el Presidente siga intentado por todos los medios promulgar una pésima ley que lleva catorce años en el parlamento? ¿A que lógica política obedece esto, que es lo que quiere lograr? Es difícil encontrar respuesta para esto.



Pero el Gobierno insiste y sigue adelante con la urgencia del proyecto. Al parecer, lo único que realmente importa es tener una ley que se llame de recuperación y fomento del Bosque Nativo, independiente de que en su contenido permita y promueva todo lo contrario, es decir la tala y sustitución de las superficies forestales de nuestro país. Lo que importa es aprobarlo, es «cumplir».



Tampoco pareciera importarle a Lagos la opinión que tiene la candidata presidencial de su propio bloque y la de otros dos candidatos a la presidencia de la República, quienes han expresado públicamente que el proyecto es malo y que debe ser reformulado ¿Habrá pensado el presidente o alguien del gobierno que le está dejando una herencia política indeseable a la próxima administración? Si este proyecto se aprueba tal como está formulado, no solo será una mala ley, sino que también será fuente de conflicto y de demandas internacionales ¿Tendrá claro el Gobierno que su proyecto no respeta las recomendaciones de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico OCDE?



Realmente resulta insólita, por decir lo menos, tanta tozudez.



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Flavia Liberona, coordinadora Red Bosque Nativo.








  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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