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Segunda vuelta: sin nerviosismo ni rencores


En política no está muerto quien vive. Esto debe ser quizás el lema principal de Piñera después de los resultados del 11 de diciembre. Cuando irrumpió como candidato, su rival de la Alianza, Joaquín Lavín, lo tomó apenas como un aporte a su propia candidatura, sobre todo, con la seguridad del apoyo de los pobres que creó el equipo «duro» de la UDI desde la escuela del «maestro» Jaime Guzmán. La estrategia UDI hizo agua. No basta con los pobres, porque, entre otras cosas, durante la Concertación hay muchos menos pobres. Para algunos, la UDI se pasó de revoluciones en su «leninismo». Hoy no basta con convencer a los pobres sino hay que convencer a una sociedad diversa, emergente, que expresa una multiplicidad de demandas. Este error, le significa a la UDI, ni más ni menos, que está en juego el liderazgo de la derecha para los próximos años.



Pero esto no explica la votación de este 11 de diciembre. Si se consideran las votaciones para diputados, la Alianza obtiene sólo 39% de los sufragios, mientras que la Concertación alcanza a 51%. ¿Esto significa que los votos no son traspasables? Ciertamente no lo son, porque cada candidato debe hacer su «pega». Si el comando de un candidato presidencial no hace lo suficiente, los aspirantes a representaciones a diputados y senadores, generalmente con mayores vínculos territoriales, harán sus campañas con lo que creen conveniente. Si esto es así, podríamos concluir que los candidatos de la Concertación a senadores y diputados fueron más listos en entender las aspiraciones ciudadanas que lo que creía el comando de Bachelet que, digámoslo, dio por resuelta la contienda electoral basado únicamente en el carisma de la candidata.



En numerosas oportunidades los representantes del comando señalaron que la presencia de los políticos podía, más bien, lesionar el ya suficiente apoyo ciudadano que expresaban las encuestas. Sin embargo, todos sabemos que las campañas políticas son propias de quienes participan en política. La ciudadanía expresa voluntades y adhesiones pero no hay razón para creer que puedan crear técnicas, métodos y estrategias para hacer campañas. En conclusión: el reforzamiento sucedido después del domingo 11 apunta en la dirección correcta.



La segunda vuelta actual es un escenario extremadamente parecido a lo ocurrido en la segunda vuelta de Lagos. Una vez más, hay quienes no logran comprender por qué, pese a los logros del Presidente Lagos (antes, del Presidente Frei), la gente persiste en otras líneas ideológicas. Esto se debe a que, hoy la gente cree que lo que hace el gobierno es un derecho Ä„Bienvenido sea! Ä„Para eso los elegimos! Y eso es un derecho que va más allá de quien gobierna. En concreto, lo hicimos bien Ä„pero hay que decir también qué haremos mañana!



En consecuencia, lo que define posiciones son las propuestas concretas. Piñera dijo que daría sueldos o jubilaciones a las dueñas de casa. Ä„Lo dijimos!, es una demagogia que incluso podría reducir los actuales beneficios de quienes hoy reciben los PASIS. También es cierto que dice que los «viejitos» no son respetados y no podemos contestarle con que no somos demagogos. Hay que proponer medidas concretas que, por lo demás la propia candidata ha explicado -al menos en sus líneas gruesas- y que consisten en un monto mínimo garantizado para los pensionados (los estudios de costos existen y los fondos también). En la segunda vuelta Piñera exacerbará las ofertas demagógicas… sólo con propuestas concretas y orientadas a quienes reciben poco del «chorreo económico» se puede competir. Por ejemplo, reduciendo o eliminando las cotizaciones a Fonasa de los adultos mayores que perciben menos de un salario mínimo: costo aproximado 30 millones de dólares. Una migaja si se considera que el superávit fiscal será de más de 3.000 millones de dólares.



El comando de Bachelet se renovó de manera importante y unitaria asumiendo gente que tiene experiencia en campañas políticas; colocando como «puntas de lanza» a quienes demostraron saber ganar votos en campañas como son la mayoría de los senadores y diputados elegidos este 11 de diciembre. Sin embargo, lo que va a definir la elección es que cada uno de los militantes de la Concertación hagan, una vez más, ese trabajo personal con quienes tienen relaciones permanentes. En definitiva, con sentido común (que como majaderamente se dice, es poco común) Bachelet debiera ganar en segunda vuelta, pero cada uno debe hacer lo suyo.



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Rafael Urriola es economista y militante del PS.



  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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