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Campaña con rostro de mujer


Este fin de semana recién pasado viajé con la campaña de Michelle Bachelet a bordo del furgón destinado para la prensa. El viaje de campaña con la caravana de Bachelet era por Santiago y la Región de Valparaíso. Sin lugar a dudas fue una rica experiencia para este periodista salir de la oficina a la campaña. Fue una experiencia cargada de emoción, algo que no veía hace muchos años. La razón de esa emoción es la reacción de las mujeres en los lugares por donde pasaba la caravana de Bachelet.



Tras dejar atrás citas con la Masonería en Santiago y un ruidoso y tumultuoso encuentro con los trabajadores del servicio público agrupados en la Asociación Nacional de Empleados Fiscales, ANEF, partimos en el furgón de la prensa a las 14 horas del sábado rumbo al litoral central. Llegamos a Algarrobo antes que la candidata, ella llegó cerca de las 16 horas. Mucha gente la esperaba en la Playa Chica de Algarrobo para un breve paseo en camioneta junto a sus simpatizantes.



Ahí me tocó encontrarme en la primera de todas las paradas con mujeres trabajadoras, mujeres mayores, mujeres jóvenes, dueñas de casa que ven en Michelle Bachelet a alguien de su «propia clase,» alguien que es «igual a ellas.»



Atrasada llegó Bachelet, rápidamente llena de alegría y felicidad se subió a una camioneta para un paseo de campaña. Al llegar a la playa una mujer se acercó a la camioneta, para luego salir llorando de emoción luego de intercambiar dos o tres palabras con la candidata. Le pregunté por qué tanta emoción su respuesta fue muy elocuente: «ella es igual a mi, es una madre sola, es una mujer ‘aperra’a’ igual que yo, ya que he salido adelante sola con mi propio hijo a pura fuerza igual que ella.»



Luego agregó con convicción que «la amo, la amo.»



A un hombre que caminaba con su hijo de la mano seguido por su pareja con dos niñas también tomadas de la mano, una de ellas su hija, le pregunté sobre la importancia que ve en Michelle Bachelet y sobre todo como ejemplo para su hija. Me contó que con Bachelet presidenta, su hija «no tiene límites en su vida.»



Agregó que la única barrera de su hija es la que «ella misma se impone, ella debe estudiar y solo sus propias limitantes la pueden frenar.» Agregó que Michelle Bachelet «es un gran ejemplo para su hija.»



Tras dejar Algarrobo raudamente partimos hacia El Quisco. La misma recepción, fuerte en emoción y emotividad. Bachelet desbordante de alegría bajaba a la playa donde un escenario la esperaba, mientras caminaba era abrazada por mujeres, ellas las abrazaba, las besaba, se daban la mano.



Cuando Michelle Bachelet sube al escenario a saludar al público, saluda inclinada hacia abajo con un rápido movimiento de manos, similar a cuando uno limpia los vidrios. La gente le saluda de igual forma, sobre todo las mujeres.



El tema de la campaña sonando en cada parada: «…Estoy contigo Michelle.»



La caravana iba de punto en punto corriendo, cada parada no era más de 30 minutos con sólo 5 minutos para el discurso de Bachelet. A la gente no le importaba el atraso esperaba.



Pasado las seis de la tarde llegamos en caravana de autos a Casablanca, donde la situación era igual: la recepción muy emotiva, cargada de emoción. Mujeres jóvenes, madres, dueñas de casa, mujeres mayores y ancianas se volcaron a la calle con una fuerza y emotividad llena de esperanza, ya que se sienten interpretadas plenamente en Michelle Bachelet.



Cada vez que Bachelet menciona en sus discursos que será la primera mujer presidente de Chile, los aplausos y gritos salían de los más profundo de las mujeres que se emocionaban con la idea de tener a una de ellas en La Moneda.



Muchas mujeres durante el viaje me comentaban, tras preguntarle por qué apoyan a Michelle Bachelet, la respuesta era la misma: «es como una de nosotras, es una de mi misma clase, es una mujer trabajadora.»



Una mujer en Casablanca me contaba que Bachelet «fue una mujer torturada, fue exiliada. Ella salió sola adelante sin el apoyo de nadie igual que nosotras»



Ese es un capital político de Bachelet que nadie logra calcular. No se comprende el impacto que significa la candidata de la Concertación en la mujer chilena y particularmente en la mujer trabajadora; en la madre sola que saca adelante sus hijos sin apoyo alguno. Para la mujer media chilena, Bachelet es parte de ellos, la pueden ver tomando onces con ellas, conversando de igual a igual sobre los temas mundanos de la vida, sobre sus aspiraciones, o sus problemas del diario vivir compartiendo tazas de Nescafé, ya que es el café que les gusta.



Tras partir de Casablanca enfilamos a Viña del Mar, llegamos al sector Santa Inés de Viña del Mar. Santa Inés es una población de gente trabajadora, Bachelet iba a un encuentro con la comunidad evangélica de la V Región.



Mientras esperábamos la llegada de Bachelet, una mujer mayor se me acercó para preguntarme por qué no llegaba, pensó que venía en nuestro furgón. Le respondí que no sabía la hora de llegada, ya que la dejamos atrás en Casablanca. Luego de un largo rato de espera supimos que se había reunido con la alcaldesa UDI de Viña del Mar Virginia Reginato.



En la parroquia pentecostal oraban y entonaban himnos en espera de la candidata. Mientras que en la calle un gentío esperaba a Bachelet, como ya es la tónica en su gran mayoría mujeres. Cuando llegó Bachelet y se bajó de su Peugeot oficial, la mujer que me preguntó por ella, se le acercó y la abrazó con mucha fuerza y emoción. La candidata la abrazó de igual forma, otras personas se agolparon a saludarla, Bachelet las saludaba con el mismo calor que recibía de ellas, con besos, saludos de mano, abrazos y la siempre presente amplia sonrisa.



Luego del evento de varias rogativas con los evangélicos -de paso la parroquia se llenó con los vecinos, el senador Nelson Ávila el diputado Rodrigo Gonzáles y nosotros los de la prensa- Bachelet partió hacia el acto en calle Valparaíso de espalda a la Plaza Vergara de Viña del Mar.



Nuestro furgón llegó tarde, ya que no tomó el primer puente que nos dejaría justo en la plaza, tuvimos que recorrer al lado del estero Marga-Marga para llegar al puente de Avenida San Martín para cruzar hacia la calle Von Schröder para poder llegar a la calle Valparaíso.



Cuando llegamos el taco era descomunal, nos bajamos a varias cuadras del escenario, mientras corríamos con nuestros micrófonos, cámaras y libretas de apuntes el gentío era importante. En parte debido a que esa calle es siempre muy transitada, pero muchos llegaron a ver a Bachelet, mientras corríamos, escuchábamos a la candidata entregar su ya familiar discurso. Cuando llegamos al escenario ya tocaba una banda musical, la gente que se retiraba sería fácilmente un par de miles personas. Bachelet había partido dejando a la prensa rezagada.



Abordamos raudamente nuestro furgón y partimos tras Bachelet. La alcanzamos en Caleta Abarca, donde esperaba una larga caravana de automóviles rumbo a un evento multitudinario en Valparaíso.



En la larga fila de automóviles las banderas flameaban, las bocinas sonaban, el sol ya se había ocultado en el Pacífico era pasado las 9 y media de la noche. Bachelet iba a bordo de una camioneta acompañada del actor Francisco Reyes y el alcalde de Valparaíso Aldo Cornejo.



A tranco lento partimos rumbo a la Plaza Victoria de Valparaíso. La gente veía la caravana, miraba, hasta darse cuenta que era Bachelet en la camioneta y en ese momento el saludo era espontáneo y cargado de energía y alegría. En las calles de Valparaíso, la gente se aproximaba a la camioneta para estrechar la mano de la candidata.



Una vez que llegamos al lugar del acto, entramos tras las barreras hacia el costado del escenario donde tocaban los Blue Splendor música rock-and-roll de los años 50 y 60. Subí al estrado y con luces en contra estimé unas 6 a 8 mil personas, pero no podía ver un rincón de la plaza. Así que fácilmente serían 10 mil eufóricos simpatizantes. Bachelet llegó unos cinco minutos después.



Bachelet comenzó a hablar pasado las 10 de la noche, habló por unos 20 minutos, saludaba y con su ya típica sonrisa. Nuevamente las mujeres eran las que más sentían su mensaje. Cada vez que mencionaba que será la nueva presidenta de Chile los aplausos y gritos de las mujeres salían casi desde los más profundo de sus corazones.



Era el fin de la jornada y había que enfilar con hambre, mucha hambre ya que no almorzamos, rumbo a Santiago. Llegamos al punto de encuentro en el comando de la candidata pasado la 1 de mañana del domingo.



Es tal la simbiosis entre Bachelet y las mujeres, que es como si todas ellas son las candidatas a la presidencia, ella es una más de ellas y esa revolución se nota en la calle y sobre todo cuando Bachelet está con ellas.



En Chile se está produciendo una revolución cultural importante debido a la globalización. Pero ahora somos testigos a la revolución de la mujer común, la mujer chilena, la mujer trabajadora que además cuida la casa o es jefa de hogar con hijos sin otro apoyo más que su empuje personal.



Es la mujer que cocina, lava la ropa, se preocupa que sus hijos tengan oportunidades en la vida, se preocupa de su propio vestuario, sus tenidas que no combinan, el cabello que nunca está en su lugar. Pero a pesar de eso está ocurriendo un «empoderamiento» de la mujer trabajadora chilena, una liberación del nunca más, nunca más tolerar el autoritarismo del marido, los golpes, los abusos, la postergación de sus vidas.



Ese es el efecto, el capital político de Michelle Bachelet, que las élites no logran comprender. Ese efecto lo vi en la campaña, esas mujeres esperan con Bachelet presidente que sus vidas sean más justas, más solidarias, con mejores opciones de vida, sin discriminación, sin abusos de ningún tipo. Esas mujeres del Chile profundo esperan que Bachelet haga realidad sus sueños y esperanzas una vez que sea electa presidenta el 15 de enero. En caso de llegar a La Moneda, Bachelet deberá responder a esas sentidas esperanzas de la mujer trabajadora, dueña de casa, la mujer sencilla de nuestro país.



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*Jorge Garretón es un periodista independiente que trabaja para medios de habla inglesa de Estados Unidos, Canadá y Europa.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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