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Derechos de las mujeres, responsabilidad de todos y todas


Este 8 de marzo de 2006, cuando nuevamente conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, sin lugar a dudas, para nuestro país tiene una connotación diferente: por primera vez se celebra con una mujer como Presidenta.



Si bien este hecho es emblemático, también lo es recordar a muchas mujeres de Chile y el mundo que han trabajado incansablemente, incluso a riesgo de perder la vida, por el reconocimiento histórico de sus derechos.



Esta fecha, según los estudiosos del tema, anida diversas interpretaciones. Donde la realidad, en muchas oportunidades, se confunde con el mito.



La historia nos relata dos sucesos ocurridos en Nueva York. Un 8 de marzo de 1857 una marcha de obreras textiles recorrió los suburbios ricos de la ciudad para protestar por las miserables condiciones de trabajo. El segundo evento tuvo lugar en 1908. Durante una huelga de obreras textiles, en demanda de mejores sueldos, y una jornada laboral de catorce a diez horas, habrían muerto 129 obreras quemadas. Como una manera de recordar y no olvidar estos hechos, la Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas, que tuvo lugar en Copenhague, Dinamarca, el 27 de agosto de 1910, estableció el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.



Para nuestros días, esta fecha, es cada vez más una ocasión para reflexionar sobre los avances conseguidos, exigir cambios y celebrar los actos de valor y decisión de mujeres comunes que han desempeñado una función extraordinaria en la historia de los derechos de la mujer.



Según las cifras entregadas por Naciones Unidad, la realidad de la mujer en el mundo sigue siendo dramática. «El 60% de los pobres del mundo son mujeres. Entre tres y cuatro millones de mujeres son golpeadas cada año en el mundo. La participación de las mujeres en todas las sociedades y ámbitos de la vida no ha garantizado su reconocimiento, ni tampoco mejoras en su calidad de vida. No pueden participar plenamente en la vida económica y pública; tienen acceso limitado a las posiciones de influencia y poder; sus opciones laborales son más estrechas y obtienen menores ingresos que los hombres, desempeñando el mismo trabajo. La feminización de la pobreza es un fenómeno creciente. En países con economías en transición, las mujeres se han convertido en las mayores víctimas del desempleo, con una tasa del 14 por ciento en comparación con el 9 por ciento de los hombres. En la actualidad, las mujeres constituyen el 40 por ciento de adultos infectados por SIDA en el mundo, etc.».



La Carta de las Naciones Unidas, firmada en San Francisco en 1945, fue el primer acuerdo internacional que proclamó que la igualdad de los sexos era un derecho humano fundamental. Es destacable este esfuerzo internacional, empeñado en mejorar la condición de la mujer en todo el mundo.



Y esto fue ratificado el 25 de junio de 1993, en Viena, mientras se realizaba la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: «Los derechos humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales. La plena participación, en condiciones de igualdad, de la mujer en la vida política, civil, económica, social y cultural en los planos nacional, regional e internacional y la erradicación de todas las formas de discriminación basadas en el sexo son objetivos prioritarios de la comunidad internacional».



En Chile, la Presidenta electa, consciente de la falta de igualdad de acceso de las mujeres a cargos públicos, en su campaña prometió resolver esto: «En lo político, conformaremos un Gobierno paritario entre hombres y mujeres en los cargos de designación presidencial». Y hasta el momento así lo ha hecho, nombrando igual cantidad de hombres y mujeres en los cargos de gobierno.



Si bien es valioso y destacable lo impulsado por la Presidenta electa en su administración, dando de verdad una mayoritaria participación de las mujeres en los espacios de poder, lo cierto es que aún hay mucho que avanzar. Una real participación femenina tiene que ver con derribar cualquier acto de poder y discriminación hacia la mujer, sea esta económica, política o religiosa. Lamentablemente aún existen muchas desigualdades que impiden un equilibrio entre ambos géneros.



No cabe dudas que cada año que recordemos el Día Internacional de la Mujer, será siempre un llamado de atención que nos invita a hombres y mujeres a trabajar por una sociedad de la inclusión, donde podamos interactuar con la naturaleza en un espacio de equilibrio y conformidad para todos y todas. Y así parece entenderlo también Kofi Annan, Secretario General de la ONU, quien señala que «los derechos de las mujeres son responsabilidad de toda la humanidad» .



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Dagoberto Pérez Urrutia es periodista de la Corporación Convivir, VIII Región (dperezurru@yahoo.com)

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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