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Comercio con China y el modelo económico latinoamericano


El modelo latinoamericano de desarrollo vigente, fue uno de los ejes centrales de discusión en el Foro Social realizado en Caracas, Venezuela, durante este año. Existe coincidencia en la forma de desarrollo basada en los recursos naturales con la profundización de las desigualdades y conflictos sociales.



Dentro de este contexto, el nuevo rol de China en el comercio mundial plantea fuertes discusiones ya que, a pesar de los matices, hasta ahora ese país ha provocado la profundización del modelo exportador primario latinoamericano.



Pese a que los ejes de las relaciones económicas de América con el mundo han cambiado permanentemente a través de la historia, nuestra economía se ha basado en la extracción de distintos recursos naturales: oro, plata, cobre, caucho, azúcar, etc. Primero el intercambio fue con Europa, luego con Estados Unidos y ahora Asia, pero con una constante base de especialización productiva centrada en riquezas naturales.



En esta constante se incorpora China como un actor relevante dentro de la economía americana. Cada vez son más los productos americanos que se dirigen hacia China y al mismo tiempo, mayores son las inversiones de los chinos en América.



Lo cierto es que China, desde el punto de vista político, aparece como un país que siempre ha tenido un discurso económico que asume su desvinculación con los países desarrollados. Ha mostrado recurrentes señales de rechazo a las políticas económicas norteamericanas y ha hablado a favor de los países más pobres. De hecho, China es parte del G20 que incluye a un grupo importante de naciones en vías de desarrollo que pretenden presionar al EEUU y a la Unión Europea para que reduzcan los subsidios agrícolas a las exportaciones. En resumen, políticamente hablando, China se perfila como país similar a los de América o África.



Desde dicha perspectiva, profundizar las relaciones económicas con un país tan grande y que además comparte las demandas de los países del sur, es un aspecto geopolíticamente atractivo. Es un cambio en la correlación de fuerzas económicas y políticas que aleja a América de sus permanentes socios económicos.



Sin embargo, cuando miramos la estructura de intercambio comercial y de inversiones entre China y América, podemos apreciar que el comercio basado en recursos naturales no cambia en absoluto, de hecho, se profundiza aún más.



China demanda exclusivamente recursos naturales desde América y las inversiones que realiza en la Región están asociadas también a estos. Un ejemplo es el caso chileno, donde del total de los productos importados por China desde Chile, el 97,4% corresponden a recursos naturales, en tanto el 99,4% de lo que Chile importa del país asiático son productos manufacturados. Asimismo, las inversiones impulsadas por ese país en Chile corresponden a acuerdos con CODELCO para asegurar su acceso al metal rojo. Este comportamiento se repite en Argentina, Bolivia, Brasil, Venezuela y un largo etcétera.



Las relaciones con China serán trascendentales, en los próximos 50 años para los países orientados al comercio exterior. Por lo tanto, la solución no es desconocer los vínculos con este país, pero dado que cada vez son más evidentes los impactos del modelo exportador primario, es necesario tener una discusión sobre la forma como se está diseñando la relación con China y la influencia en la profundización del modelo de desarrollo actual ya que está relación marcará el futuro de nuestras relaciones comerciales.



Fortalecer el modelo actual es anclar las posibilidades de un desarrollo de la Región alejado de la dependencia total de los recursos naturales y de los impactos sociales, culturales y económicos que esta situación trae.





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Sebastián Ainzúa Auerbach, es coordinador del Programa de Economía y Globalización de la Fundación Terram

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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