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Discapacidad: Cesantía extrema


En nuestro país hay 1.625.000 personas con discapacidad (PCD) en edad de trabajar. Sin embargo la cesantía afecta al 90% de estos, y un 9% realiza un trabajo informal como vendedores ambulantes o parte del tiempo. Sólo el 1% trabaja formalmente en el mercado laboral. Si sentimos realmente estas cifras, no tenemos mucho que celebrar el 1 de Mayo.



Las acciones que se han intentado llevar a cabo desde la CUT (Central Unitaria de Trabajadores) y desde el gobierno, con el fin de investigar y mitigar en parte este flagelo, se encuentran hace un buen tiempo congeladas. Se sigue diagnosticando y estudiando, lo cual deja en evidencia cierta incapacidad de bajar a tierra acciones prácticas y efectivas para la inclusión laboral.



No se trata tan sólo de hacer llamamientos para que el sector empresarial en Chile contrate a personas con discapacidad, acciones que resultan del todo ingenuas. Vivimos en una sociedad neoliberal y de libre mercado donde, al momento de contratar, una persona después de los 34 años es muy vieja para trabajar y/o tiene demasiada experiencia.



En dicho contexto de valores, las personas con capacidades especiales o con discapacidad se llevan la peor parte. ¿Quién desea contratar a una persona ciega, sorda, esquizofrénica o en silla de ruedas?, ¿Ha visto usted en el periódico un aviso de alguna empresa que requiera este tipo de personas? La verdad es que en mis 20 años de trabajo en el ámbito de la discapacidad no me ha tocado verlo.



He visitado empresas, organismos públicos y privados con el objetivo de realizar cursos y educar en el ámbito de la discapacidad, ya que algunas veces existe la intención de contratar 1 o 2 personas, no obstante se choca con una pared: la falta de conocimiento al respecto. Y es lógico, el empleador no tiene por qué ser experto en discapacidad, para eso están quienes trabajan a diario este tema específico.



La voluntad. En una primera etapa, a quien contrata le cuesta asimilar la importancia de la capacitación profesional dirigido al área donde se pretende integrar al trabajo a PCD. Resulta fundamental la inversión en este sentido, para cumplir debidamente con las expectativas del proceso. Es necesario que se destine tiempo y recursos previo a la inducción del personal con discapacidad, sea que se quiera contratar a una, dos o diez personas. Luego esta inversión se recuperará con creces.



Cabe señalar en este sentido, que las oficinas de personal o departamentos de recursos humanos están conscientes de que, si no hay una debida preparación guiada por expertos, hay decepción tanto del empleador como del postulante al cargo. Y esto es importante, porque dicha decepción o fracaso fomenta el mito de que las personas con discapacidad no pueden trabajar, cumplir horarios ni metas.



La responsabilidad del éxito del proceso es compartido y debe ser guiado por un profesional en la materia. Desde la entrevista personal, pasando por la postulación, la selección, contratación e inducción de la persona. Existen muchos expertos en recursos humanos, pero muy pocos expertos en discapacidad que trabajen orientando cada etapa del proceso.



La realidad nos indica que una mujer o un hombre portador de algún tipo o grado de discapacidad cuida el doble su empleo, sabe que le costará mucho encontrar una nueva oportunidad. Es más puntual, ya que por lo general ayuda a prender y apagar la luz de la empresa. Han demostrando hace largo rato que son capaces de cumplir una función específica, sacando a relucir sus capacidades por sobre las limitaciones.



Por ejemplo, una persona con un grado de esquizofrenia o una depresión bipolar debidamente tratada, puede capacitarse y desempeñarse perfectamente en diversas actividades, sin embargo la discriminación y los mitos impiden muchas veces el desarrollo laboral de estas personas. La virtud de la vida nos enseña a vivir con las diferencias y aprender de ellas.



Derribar las barreras y los mitos, errores y falta de conocimientos técnicos quienes tienen la responsabilidad de contratar es uno de mis desafíos y el de la Fundación Nacional de Discapacitados. Para la Fundación, el principal desafío es poner en el tapete la problemática de la discapacidad, poner una semilla de conciencia que pueda ayudar a realizar los grandes cambios en materia de sociedad y discapacidad.



«¿Porqué me dicen minusválido?, ¿quiere decir que valgo menos?», me decía durante la semana un potencial trabajador.



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* Alejandro Hernández es presidente de la Fundación Nacional de Discapacitados y defensor de los Derechos Humanos

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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