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Diario Siete: Respuesta a María Olivia Mönckeberg


Lamento la columna de opinión publicada por María Olivia Mönckeberg en la edición de «El Mostrador» del día martes 24 de mayo. Su argumentación me parece equivocada y no fundada en hechos sino en apreciaciones, algunas de las cuales son enteramente subjetivas y otras ajenas a la verdad.



Efectivamente, la sociedad periodística que está en el origen del «Diario Siete» tiene un capital compuesto en un 50% por Copesa, empresa cuyo accionista mayoritario es Alvaro Saieh y el restante 50% por «algunas personas de la Concertación encabezadas por Genaro Arriagada». Pero lo que María Olivia no puede dejar de agregar es que el pacto de accionistas de esa sociedad entregó el manejo de la línea editorial del periódico al grupo que yo encabezo.



Ese hecho, claro y macizo, el artículo que comento lo omite. Debo decir, además, que Alvaro Saieh respetó rigurosamente ese acuerdo; que recibió con consideración y respeto los nombramientos de Mónica González y Alberto Luengo como Directora y Subdirector, personas a quienes nadie podría calificar de derecha; que Alvaro Saieh jamás interfirió en la línea editorial del diario, ni jamás llamó para dar instrucciones o exigir rectificaciones ni a la dirección, ni a los editores ni a periodista alguno. Me es una obligación, precisar estos hechos pues sería muy injusto atribuirle a Alvaro Saieh una conducta ajena a lo que fue nuestro pacto editorial.



María Olivia está en pleno derecho de discrepar de la línea editorial del diario y a sostener que, a pesar de que «pudo abordar temas de derechos humanos y los referidos a la contingencia política con alguna amplitud mayor que los otros medios convencionales…» «ella (la línea editorial) tenía límites evidentes». Toda línea editorial tiene límites pues es un punto de vista lo que significa una perspectiva y un modo de juzgar y mirar las cosas. En eso no hay nada malo y no altera para nada la consideración que tengo por María Olivia saber que ella en muchos campos juzga y aprecia de manera distinta que el «Diario Siete». Pero lo que me parece ofensivo, además de falso, es suponer que ello se debió a un compromiso para sostener el sistema de poder existente.

Finalmente lamento un tipo de argumentación que no se funda en hechos sino en suposiciones que ubican a todos, salvo a uno mismo, en la condición de malévolos, ingenuos o ineptos. Acorde a ese artículo, los que del lado de la Concertación fuimos a la creación del «Diario Siete» nunca vimos algo «que era inviable desde la partida», cometimos «un error político y comunicacional grande… una apuesta fallida y hasta engañosa para el público»… «una alianza absurda e insólita».



Por otra parte, Saieh es presentado con feos rasgos pues, nos advierte Monckeberg, «conociendo un poco quién es Alvaro Saieh y lo que representa…» «Saieh y su gente» se nos dice no sólo «no se jugó por entero por el buen resultado (del diario)….» sino que tomando pie en un hecho absolutamente falso (que Alvaro Saieh tuviera algo que ver en la decisión de cerrar la revista «Siete más Siete») termina en una insinuación moralmente grave: «No es descartable» que Saieh, al momento de iniciar la sociedad, tuviera ya previsto el cierre del diario.



En rigor, por un puro asunto de justicia, debo decir que durante todo el tiempo de nuestra sociedad con Alvaro Saieh, he encontrado un socio abierto, colaborativo, leal, que ha puesto lo mejor al servicio de un proyecto que, siendo común, no era obviamente el que políticamente mejor lo interpretaba, lo que hace más loable su aporte.



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Genaro Arriagada Herrera. Presidente Directorio «Diario Siete»






  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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