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No a la LOCE, sí a la PDD


Este año será recordado como el año en que Chile descubrió a sus «pingüinos». El primer semestre del curso los colegiales pusieron a todo el país a discutir sobre la LOCE y empezamos el segundo semestre con la Píldora del Día Después para mayores de 14. Filósofos, psicólogos, pedagogos, obispos, médicos, químicos farmacéuticos, líderes de opinión y analistas de todos los anteriores, hablan y comentan con rostro ceñudo y discurso docto sobre las tremendas repercusiones éticas, sociales, nacionales y globales que nos traerá la PDD.



Les aplaudimos, merecidamente, por habernos mostrado el problemón que tenemos con la educación y la propia Presidenta tuvo que salir en su primera cadena nacional dando comprensión y promesas para sus demandas calificadas de justas por moros y cristianos. Todo Chile, derecha e izquierda, curas y laicos, gobierno, oposición y sindicatos, se rendía a sus pies y presumía de la madurez demostrada por unos muchachos guiados por unos líderes en cuyas fotos se disputaban apariciones los políticos de todos los colores. La potencia de sus demandas botaron a un ministro y hoy tenemos a esos adolescentes sentados en una comisión presidencial codeándose con los sabios nacionales para diseñar la educación del futuro.



Lamentablemente algunos catones de la moralina nacional, iluminados que tienen bajo custodia la raya que no hay que transgredir, todavía creen que cuando los mayores van a hablar de sexo los muchachos deben salir la calle a ver si está lloviendo.



Las muchachas que nos han encandilado con su protesta, junto a los muchachos, y a las que les estamos pidiendo propuestas para la educación de Chile ¿no son las mismas que llegado el caso deberían tomar la PDD? ¿Las creemos maduras y responsables para denunciar los atrasos de la educación que les damos pero son ignorantes y tontorronas cuando les llama el sexo?

Parece que, de vez en cuando, este país tiene la necesidad de mostrarse así mismo hasta donde ha calado la hipocresía en su ADN nacional. Porque el enjundioso debate que se hace sobre el día después es una chilenísima manera de eludir el debate sobre el día anterior que es de lo que en realidad están todos discutiendo. ¿Qué es lo malo: el día antes o el día después? Si es importante que la familia intervenga el día después ¿Por qué no es mejor que intervenga el día antes? Pero que intervenga no para amarrar a los chiquillos en sus piezas porque lo más probable es que ni ellos sepan cuando será para ellas el «día anterior», sino que por ejemplo para decirles a los muchachos que si se van de carrete o a la toma del liceo no se olviden del condón para el caso de que la naturaleza explosiva de sus años los sorprenda en una esquina alejada de la mano de la iglesia o de la beatifica protección del alcalde de La Florida.



Podríamos pedir al INE que nos haga una encuesta para conocer el siguiente dato nacional: ¿a qué edad perdieron la virginidad las madres de las niñas que hoy tienen 14 o 15 años? Yo apostaría a que el promedio rondaría por los 16 años. O sea que la mitad la habrá perdido a los 18 y la otra mitad a los 14? Si la mitad de las mamás lo han hecho ¿porque no lo pueden seguir haciendo la mitad de las hijas?



Para algunos ingeniosos del «chuteo pa’delante» la gran solución de la polémica está en que se fortalezca la educación sexual en los colegios ¿Qué pensarán los muchachos cuando escuchan tamaño desatino? ¿Acaso no acabamos de asumir que no les estamos dando una educación de calidad? ¿De donde vamos a sacar buenos educadores sexuales si estamos escasos hasta de educadores para caligrafía? Supongo que esta propuesta trae de la mano la idea de que los curas son las personas indicadas para educar a nuestros jóvenes en su sexualidad. Para ese viaje no hacían falta tantas alforjas.



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Enrique Sepúlveda, abogado.






  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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