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Equidad y viviendas sociales


«Al fin, tía, voy a tener mi pieza solo» dice Nelson (14) que dormía con su hermana Rocío (12) y su hermano chico Pedro (2 años); Nelson y Pedro dormían en la misma cama y Rocío en la otra. Ä„Qué poco les duró su sueño! Nelson y Rocío lloraban con nosotros: «Ä„no queremos perder a nuestros amigos ni a ustedes, hemos estado juntos desde chicos, Tía, ayúdenos!»



«A mí el departamento me lo entregó un vecino, cómo si fuéramos cosas nos designaban departamentos. Se imaginan la rabia con el vecino que nos designó a un tercer piso, cuando lo único que pedíamos era que nos tocara en un primer piso por los niños y los animales». (Volcán, Puente Alto)



Las organizaciones de la Sociedad Civil (ONG’s, Fundaciones, entre otras) más que intervenciones sociales intentamos acompañar a la comunidad local en el mejoramiento de su calidad de vida y en la generación de condiciones que permitan superar la falta de equidad que los «caracteriza». Estamos convencidos de que las viviendas sociales no favorecen los procesos de mejoramiento de la calidad de vida sino que más bien facilitan la inequidad.



La experiencia vivida por los pobladores de Peñalolén y por buena parte de los habitantes del Volcán (I-II-III) de la Comuna de Puente Alto, deja en evidencia que el «beneficio» de una vivienda social desencadena procesos de empobrecimiento y no soluciones dignas y definitivas.



Al escuchar a los pobladores se evidencia que «el remedio ha sido peor que la enfermedad». A mitad de agosto del presente año, en una reunión de cerca de 400 pobladores en el Volcán II se conversaba la posibilidad de demoler todo el Volcán II para construir viviendas definitivas. Hablamos de 1.200 departamentos que han sido reparados más de tres veces. Nuevamente pasar por la experiencia de dejar la población y esperar que se construya, ahora sí, algo definitivo.



¿Dónde quedan los derechos urbanos, que supuestamente todos los ciudadanos tienen y deben exigir? ¿Los beneficiados con viviendas sociales participan en igualdad de condiciones de dichos derechos? Hablamos de pertenencia a un barrio, de participación en el diseño y gestión de políticas urbanas, de espacios públicos bellos, seguros y de fácil acceso; de medios de transportes cercanos y accesibles, entre otros.



La comprensión de lo que ha sucedido y está sucediendo con las viviendas sociales, abre un sin fin de interrogantes ¿cómo explicar ésta falta de visión, cómo entender procesos tan inhumanos a la hora de la construcción y de la designación de las viviendas y sus habitantes?



¿Dónde está el verdadero interés por el deterioro de la calidad de vida de un grupo no menor de personas en el país? ¿Será que el criterio de eficiencia obstaculiza la visión de largo plazo que las viviendas y la futura comunidad necesitan y exigen?



Las organizaciones que trabajamos en lo cotidiano con las comunidades que han vivido y viven situaciones como las antes descritas, no buscamos culpables ni pensamos que la comunidad es víctima de determinas intervenciones.



Vivimos en la complejidad de lo local y desde ahí, estamos convencidos cada vez más, que en éste tipo de procesos la comunidad local debe ser protagonista. La participación y el compromiso de los pobladores son un desafío que no se puede soslayar.



Esto supone y exige:



ˇ No depender de la contingencia política para terminar o entregar las viviendas.



ˇ Cercanía de quienes diseñan la política social con los pobladores, no sólo por medio de diagnósticos sino por medio de la generación de procesos participativos y de empoderamiento local.



ˇ Respetar los ritmos y facilitar la participación.



ˇ Confiar en las capacidades de la comunidad.



ˇ Un cambio de mentalidad y visión que hace reconocer a las personas como sujetos de su historia y no como simples objetos destinatarios de un beneficio.



ˇ Reconocer a todas las personas en igualdad de derechos urbanos.



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Mónica Koppmann y Dante Gasic. Grupo Equidad, socios de Fundación Avina.




  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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