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Omisiones en campaña contra salmonicultura


El director y uno de los economistas de la ONG Terram publicaron sendos escritos sobre la salmonicultura chilena en medios de comunicación electrónicos y en papel del país. Se suman a la campaña que dicha ONG junto a similares del país y del extranjero llevaron a cabo la semana pasada para desprestigiar a esta industria nacional en todo el mundo.



Como industria resulta frustrante ver que todos los esfuerzos que se hacen por llevar trabajo y desarrollo a las zonas más remotas del país son continuamente vilipendiados desde cómodas oficinas en Santiago o Washington (sede de la campaña Pure Salmon). Es cierto que las necesidades son muchas y que todos quisiéramos que los estándares de vida de las comunas donde se desarrolla nuestra actividad fueran similares a los de un país como Noruega, pero lo que la salmonicultura ha hecho por el desarrollo de estas comunas es evidente y lo ratifican las cifras oficiales.



Desarrollar una actividad tan compleja como la salmonicultura, en una remota región del planeta, en la que los caminos son pocos y de baja calidad, en donde el capital humano escasamente supera la educación básica, y en donde la infraestructura para el desarrollo de actividades productivas dista de las grandes ciudades del país y menos de las de nuestros competidores -¿alguna ONG hará un estudio de la calidad y cantidad de infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria de Noruega comparado con Chile? ¿o de la calidad de la educación?- no es nada de fácil.



Eso lo saben bien no sólo las empresas, sino también los más de 50 mil trabajadores que laboran en esta industria y todas las autoridades públicas que han puesto su empeño en convertir en líder mundial a este olvidado rincón de nuestro país. Difícilmente lo saben en Santiago o Washington.



Pero una vez más debemos invertir nuestros recursos en contestar acusaciones injustas en vez de dedicarlos a trabajar por el desarrollo del país. Una vez más debemos decir, que el más completo estudio sobre alimentación en salmonicultura -realizado por el experto de la FAO, Albert Tacon, quien fue propuesto por las propias ONG ambientalistas (entre ellas Terram), en el marco de los Diálogos del Salmón- señala que para producir un kilo de salmón en Chile es necesario entre 2,9 y 4,2 kilos de peces -el mismo rango de Noruega y por debajo del 3,2-4,7 de los británicos.



Una vez más debemos decir, que los índices de pobreza, indigencia e ingresos de las comunas en las que se desarrolla actividad salmonera son mejores y han mejorado más rápido que los de similares comunas del resto del país. Una vez más debemos insistir en que las remuneraciones de nuestro sector superan en 40% y hasta en 130% las de otros sectores para similar cualificación. Y una vez más debemos decir que despedir un trabajador con 11 años de servicio con una indemnización de 6 mil pesos o es una falacia más o es una ilegalidad e inmoralidad que ninguna empresa de nuestra asociación está dispuesta a tolerar. Sin embargo, desgraciadamente la Fundación Terram omite dar detalles del caso como para poder verificar su veracidad y denunciarlo.



La campaña internacional de desprestigio de la industria del salmón chilena sólo puede explicarse porque hay sectores de países desarrollados que no ven con buenos ojos que un país pequeño como el nuestro pueda tener éxito en los mercados internacionales. Y algunos sectores del país no se molestan en entrar en ese juego.



Nuestra actividad se ha desarrollado y seguirá haciéndolo de cara a la ciudadanía. Con información transparente y sustentada en el conocimiento científico, y eso parece no gustarles a quienes, irresponsablemente, son proclives a la crítica fácil y efectista. Tenemos mucho por hacer y lo haremos. Corrigiendo lo que tengamos que corregir y exigiendo que el país mejore lo que debe mejorar.



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Rodrigo Infante V. Gerente general Asociación de la Industria del Salmón de Chile A.G., SalmonChile

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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