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El modelo Velasco: Luces desde Dinamarca


«Privados elogiaron los anuncios [del ministro Velasco] y plantearon que ha sido la mejor presentación de la autoridad durante su gestión» tituló El Mercurio refiriéndose al discurso pronunciado por el Ministro de Hacienda ante cientos de empresarios en la Enade 2006 efectuada en Casapiedra.



Curiosamente, el ministro, después de desestimar durante todo el período las opiniones que insinuaban una desaceleración de la inversión decidió salir -por lo demás en un momento complejo para la Concertación- con una serie de propuestas que debieran permitir, en su opinión, remontar el magro 4,3% de crecimiento que se está pronosticando en la actualidad. Debemos recordar que numerosas voces que fueron también desestimadas, calificándolas despectivamente de «sólo opiniones», insinuaron que el Estado puede tomar la iniciativa de promover, apoyar e incluso asumir roles directos en proyectos de inversión en las áreas sociales prioritarias además de resolver cuellos de botella en energía, infraestructura e innovación. Áreas como telecomunicaciones, riego, enseñanza de inglés, apoyo a la investigación científica y tecnológica, etc., están dentro del ámbito de lo que un Estado comprometido con el progreso y la equidad debe y puede hacer.



En realidad, estas propuestas tenían por objeto contrarrestar la baja en la tasa de inversión que se viene detectando desde fines del año 2005 y que debería ser tomada en cuenta puesto que quizás el tipo de cambio o la real capacidad de emprendimiento del país esté en cuestión.



Favores para quienes no los necesitan



En cambio, el titular de Hacienda centró su intervención en materia de inversión en reducir impuestos que favorecen sólo a algunas grandes empresas como, por ejemplo, la reducción de la exención tributaria para inversión en activos fijos y para pagos de impuestos en el exterior; las reformas a introducir en la propuesta de ley de mercado de capitales que favorece al capital de riesgo (lo cual tampoco es materia de las pequeñas empresas con mayores dificultades para acceder al crédito) o la renovación por cinco años del beneficio impositivo para las empresas que participen en Bolsa emergente.

Luego de observar estas medidas cabría suponer que el problema de Chile es que los empresarios no invierten porque las utilidades son escasas o nulas. Bastaría con leer El Mercurio del 30 de octubre en que aparecen los resultados semestrales de las empresas más importantes de Chile para darse cuenta que ninguna de ellas tiene razones para quejarse. Revisando las estadísticas de empresas de diferentes rubros es fácil darse cuenta de que en el 2006 los resultados empresariales siguen siendo espectaculares:


Utilidades
Primer semestre 2006

Variación
respecto a 2005
Enersis
$ 243 mil millones
530%
COPEC
$ 320 mil millones
17%
Banco Santander
$ 220 mil millones
sin datos
Lan Chile
$ 79 mil millones
53%
Cemento Bío-Bío
$ 43 mil millones
117%
Ripley
$ 32 mil millones
385%
Gasco
$ 28 mil millones
23%
Pesquera Coloso
$ 14 mil millones
48%
Iansa
$ 9 mil millones
118%




Obviamente, ninguna de estas empresas dejará de invertir en Chile. Más aún, algunas de ellas están hace tiempo incursionando en mercados latinoamericanos formalmente más restringidos que el propio chileno como Argentina o Perú.



En definitiva, en la lógica ministerial se descarta la posibilidad de que el Estado cumpla un rol anticíclico, es decir, invertir cuando el sector privado no lo hace para mantener cifras razonables en el crecimiento. Todo ello porque el ministro Velasco dijo que no estaba en agenda cambiar la regla de superávit estructural y, por lo tanto no considerará la posibilidad de usar de alguna manera los US$ 20.000 millones de los que el Estado chileno dispondrá a fines de 2007.



Desregulación del mercado del trabajo



Sin embargo, tampoco estaba en agenda la flexibilidad laboral y el ministro con una hiperbólica alusión a un modelo danés que fue a visitar en terreno al día siguiente las hizo saber en la misma Enade. Las propuestas del ministro de Hacienda que, al parecer sorprendieron al ministro del Trabajo, se centran en: garantizar el acceso al mercado del trabajo (Capacitación, certificación, mecanismos de búsqueda); contratos que se adapten a las necesidades de los trabajadores y empleadores (jornada parcial, contratos por hora, adaptabilidad horaria), lo cual es la majadera petición de flexibilización que hacen algunos empresarios y que, a la luz de las cifras no se justifica, puesto que las utilidades y el empleo están florecientes y razonables, respectivamente. En efecto, el propio ministro Velasco en la Enade dijo que «el empleo asalariado sigue creciendo con vigor» y «el desempleo llegó a los niveles más bajos de los últimos años».



En definitiva, cuesta captar la lógica de las declaraciones del titular de Hacienda porque, al final de cuentas no es simple entender para qué favorecer aún más a los que invertirán de todas maneras y para qué desproteger aun más a los trabajadores.



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Rafael Urriola U. es economista. Miembro de la comisión económica del PS.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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